lunes, 30 de abril de 2012

Sobrevivir al líder


La Vanguardia, Tendencias 29 de abril de 2012


José R. Ubieto. Psicólogo clínico y psicoanalista


El anuncio de Guardiola ha generado un sentimiento de tristeza e incertidumbre más allá de los socios y aficionados. No en vano, el técnico recibió la Medalla de Honor del Parlament por su ejemplo de coraje y lucha por sus ideas. Si además tenemos en cuenta la coyuntura general, más down que up, no es de extrañar esta reacción psicológica amplia.

Toda pérdida de una figura social relevante o muy significativa emocionalmente requiere de un duelo, tiempo para comprenderla. Ese duelo será siempre más difícil para las personas más cercanas (jugadores, técnicos y directivos) que deben hacerse cargo de que ya no volverán a ser lo que eran para ese líder desaparecido. 

Ese es el duelo real, no el del personaje que será sustituible. El duelo que cuenta es que los jugadores ya no serán esos “chicos fantásticos” para ese entrenador, ni los técnicos “colegas imprescindibles” ni los directivos “interlocutores preferentes”. Cada uno deberá renunciar a continuar siendo lo que imaginaba ser para ese otro que ya no está y confiar en renovar ese lugar con el sustituto.

El duelo se inicia con la extrañeza, sigue con el vacío y la tristeza, y continúa con algunos sentimientos de hostilidad y reproche, que traducen la rabia por la pérdida y que no deben ahogarse sin más ya que ayudan a o metabolizarla.

Finalmente habrá vida más allá del vacío y aparecerá el acuerdo que cada uno deberá dar con la nueva situación. Acuerdo posible porque renovará su deseo vehiculado con otros líderes, siempre y cuando cada uno haya hecho ese trabajo de asumir su pérdida y no exigir al nuevo que, de manera inmediata como un potente analgésico, nos haga olvidar lo que un día fuimos. 

“Som i serem” es un buen lema para encarar el futuro con el dolor necesario, pero no más de ese.

lunes, 16 de abril de 2012

La construción del caso en el Trabajo en Red






Sinopsis


Los casos no existen per se, existen los expedientes que recogen las informaciones sobre el sujeto y su familia, la cronología de las actuaciones, pero eso no basta para captar la lógica del caso. Necesitamos construir el caso a partir de un saber que ponga el foco en esa lógica, partiendo de la formulación de hipótesis interpretativas de los fenómenos observados y de las posiciones subjetivas, las de los diversos miembros de la familia y las nuestras mismas, como profesionales que interactuamos con ellos. Para encontrar ese hilo conductor hay que aceptar que cada caso es único, singular, a pesar de todos los rasgos comunes que pueda tener con otros.


El método de la construcción del caso, que hemos puesto a prueba en el programa Interxarxes (2000-2012) propone una serie de casos como forma evaluativa del trabajo en red, proceso más acorde con la naturaleza de nuestra tarea ya que parte del propio sujeto como el primero que construye su caso como una defensa frente a ese real que le desborda (violencia, ruptura, fracaso, exclusión). Esa construcción original, que tomamos como su invención, es nuestro punto de partida, no para asumirla acríticamente, sino para confrontar a ese sujeto con sus dichos y sus actos. Esa operación sólo es posible si previamente hemos sido capaces de establecer un vínculo transferencial que permita que nuestra palabra encuentre algún eco en el propio sujeto atendido.


Índice


Introducción


Capítulo I. La atención de casos en el trabajo en red

1. Un nuevo paradigma en la relación asistencial

1.1. La religión del cientificismo

1.2. Idolatría del management

2. Nuestro método: la centralidad del caso

2.1. ¿Por qué es necesario un método para la construcción del caso?

2.2. Un método «contaminado» por la subjetividad

2.3. Producir colectivamente un nuevo saber sobre el caso

2.4. Las leyes del método (I): la repetición

2.5. Las leyes del método (II): tomar en cuenta lo inconsciente

2.6. Las leyes del método (III): el vínculo transferencial

3. Procedimientos y herramientas en el trabajo en red

3.1. El trabajo en equipo como preliminar

3.2. La teoría de los ciclos como guía de actuación

3.3. Una «disciplina» como soporte de la construcción del caso

3.4. La interdisciplinariedad como paradigma

3.5. La conversación: un principio rector

3.6. Propuesta de guión para la construcción del caso


Capítulo II. Casos prácticos: discusión y análisis

1. Adolescencias y trabajo en red

1.1. Caso A

1.2. Caso B

2. Negligencias parentales y trabajo en red

2.1. Caso C

2.2. Caso D

3. Patologías mentales y trabajo en red

3.1. Caso E

3.2. Caso F

4. Inmigración y trabajo en red

4.1. Caso G

4.2. Caso H

5. Fenómenos de violencia y trabajo en red

5.1. Caso I

5.2. Caso J


Capítulo III. Ideas y conclusiones


Abreviaturas


Bibliografía


Link en nuestra página web

http://www.editorialuoc.com/laconstruccindelcasoeneltrabajoenred-p-969.html?cPath=1


Compra online: http://www.editorialuoc.cat . Disponible en librerías (Mayo)

miércoles, 4 de abril de 2012

¿Se retroalimenta la violencia al difundir sus imágenes?


LA VANGUARDIA. Tendencias, 4 de abril de 2012

José R. Ubieto. Psicólogo clínico y psicoanalista


Todos guardamos en la retina las imágenes de los últimos episodios de violencia urbana y antes que se disipen las renovaremos con las próximas. Otras manifestaciones políticas o celebraciones deportivas generaran actos violentos, minoritarios pero reproducidos profusamente por los medios de comunicación y las redes sociales, encabezando periódicos o telediarios nacionales e internacionales.


Hay coincidencia amplia en que se trata de acciones organizadas, cuya incidencia negativa en la imagen de la ciudad y de la convivencia social es considerable. Sin embargo el fenómeno se repite una y otra vez. Podemos entonces interrogarnos, desde los límites de nuestra disciplina, por la significación psicológica que estos actos –y su repercusión mediática- tienen para sus protagonistas.


Que sean acciones colectivas calculadas, acompañadas de un soporte ideológico elemental, no es óbice para que se nutran también del beneficio psicológico que aportan a cada individuo. La gran mayoría de los autores son adolescentes y jóvenes de corta edad que comparten un afán de destrucción y un afecto de odio - que es sobre todo odio de sí mismos- notable. En esa “diversión” hay ya un plus de satisfacción al golpear los bienes y al otro mismo si se interpone. No es el único goce en juego ya que si bien esconden su rostro a las cámaras no así sus acciones, que se exponen abiertamente para la filmación y difusión.


Dar a ver esas acciones es la manera de buscar el reconocimiento de ese otro que los mira a escala planetaria y en tiempo real. Se trata de un reconocimiento paradójico ya que implica su descalificación moral y ciudadana pero, para ellos, es un reconocimiento, buscan un eco de su hacer en ese otro al que quieren golpear y cuyos nombres pueden ser diversos (sociedad, sistema, estado).


La trampa, para ellos, es que ser visibles por sus “hazañas”, sin dar la cara, tiene el precio de su condena a la marginalidad social. No hay violencia gratuita y ese lazo que quieren mantener con la comunidad en la que viven -la presencial y la virtual, en tanto que usuarios habituales de las redes sociales- es por ello un vínculo patológico. Alimenta un odio mutuo que sólo conduce al enfrentamiento y la segregación.


La difusión permanente de sus acciones no hace, desde el punto de vista psicológico, sino perpetuar ese impasse, al devolverles una imagen de sí mismos como individuos potencialmente capaces (de destruir) –pero sin embargo excluidos socialmente- y a la sociedad una imagen de impotencia colectiva.


Si queremos abordar esa violencia real tendremos que evitar primero su realización, por los diversos medios disponibles. Y posteriormente ofrecer a cada uno otras vías para su inserción social que no sean las del espectáculo, que no hace sino atrapar a unos y otros en una escena de fascinación y horror, tan estéril como mortificante.