miércoles, 9 de mayo de 2012

Notas sobre el Empowerment


 

Publicado en Colofón 32: "Políticas delirantes", boletín de la Federación Internacional de Bibliotecas del Campo Freudiano (FIBOL), Barcelona, marzo 2012.


Empowerment, traducido por empoderar, dar poder o autorizar a alguien, es uno de esos términos importados de la cultura angloamericana que acaban colonizando diversas prácticas: sociales, psicológicas y políticas.

El término empieza a usarse en la Psicología social a finales de los años 70, promovido por el psicólogo americano J. Rappaport como un intento de superar los límites de otro significante amo de la época: la prevención. Este último concepto, nacido en los 50 y procedente del discurso biomédico, otorgaba un rol relevante a los expertos, encargados de decirles a los sujetos qué debían hacer para evitar la aparición de los problemas (primaria) o bien disminuir sus efectos (secundaria y terciaria). Bajo el paradigma problema-solución, los programas preventivos proliferaban en todas las áreas, desde la salud hasta la seguridad vial. Es también un momento de omnipresencia del estado que en los golden years, posteriores a la segunda guerra mundial, vigila y controla con mano firme los hábitos saludables de sus ciudadanos.

Rappaport propone un cambio de paradigma que implica que los sujetos ganen control y se apoderen (empower) de sus vidas favoreciendo una redistribución de los recursos en detrimento de los expertos y sus normativas. Todo ello en un momento en que el mundo atraviesa una fuerte crisis económica con un cuestionamiento de las propias instancias políticas.

En la década de los 80, y bajo la influencia de la psicología social comunitaria, varios movimientos sociales se apropian del término y lo convierten en un lema de su batalla contra los estereotipos sociales y la desigualdad. Los grupos militantes feministas, las poblaciones de color, las asociaciones de gays y lesbianas son los promotores, en los EEUU, del empowerment como arma de combate. Algo más tarde el término, traducido como empoderamiento, se hará presente en el trabajo social latinoamericano.

A principios de los 90 es popularizado en el campo del management por autores como Don Tapscott, que promueve la capacidad de los empleados para tomar decisiones sin consultarlas con los altos directivos. Eso supone un avance en relación a los ensayos que se hicieron en los ochenta con los círculos de calidad y los de participación, donde las decisiones de los llamados grupos autónomos tenían que consultarse con la alta gerencia. Es una herramienta de la calidad total que en los modelos de mejora continua y
reingeniería provee de elementos para fortalecer los procesos que llevan a las empresas a la excelencia.

Hoy esos ideales de colaboración, transparencia, conocimientos compartidos y proactividad se encarnan en la red como acción global que permite a sujetos y colectivos el sueño de apoderarse y tener un mayor control de sus vidas y sus proyectos. Tapscott recogió el termino prosumo – contracción de producción y consumo-  planteado por Toffler en 1980 (La Tercera Ola), que designa cómo los clientes participan en la creación de productos de un modo activo y continuado. Los usuarios se organizan para crear sus propios artículos, formando comunidades de prosumidores en las que comparten información, intercambian y desarrollan herramientas y métodos y nuevas versiones del producto (markets are conversation). Los proyectos de la Web 2.0 (redes sociales) son ejemplos de este sistema de trabajo.

No es casual que el propio Don Tapscott, acuñador del concepto de “economía digital” y autor de dos best-sellers como “Wikinomics” y “Grown up digital” se haya consolidado como el gurú de este modelo colaborativo, opuesto a la jerarquía y que encuentra en la red el escenario privilegiado para este empowerment.

A la idea de gobierno tradicional, él opone la idea de un gobierno plataforma que “libera información, a ciudadanos y empresas, para que puedan organizarse autónomamente y crear valor público”. Su idea no está muy alejada de los movimientos sociales de indignados que apuestan por la idea de un gobierno-asamblea.

Los hijos de la luz

Si bien Rappaport fue el impulsor contemporáneo del concepto de empowerment, sus orígenes son más antiguos y nos ilustran bien sobre su uso actual. El primer uso de empower lo encontramos a mediados del s.XVII en la colonia inglesa de la actual Pensilvania. William Penn, ilustre cuáquero inglés, había constituido la colonia, por cesión del rey inglés, y fundado la capital a la que puso el nombre de “amor fraternal”: Filadelfia.

Los cuáqueros, tolerantes y pacifistas, conocidos por su defensa de las obras de acción social y a favor de los derechos humanos, rechazaban cualquier mediación entre Dios y el hombre, afirmando la doctrina de la “luz interior” que sostenía que Dios se comunica con naturalidad con sus criaturas. Voltaire, en la carta filosófica dedicada a los cuáqueros, se admira de que tuteen al soberano, carezcan de sacerdotes y de armas, y sean ciudadanos iguales ante las leyes y “vecinos sin envidias”.

Durante setenta años la colonia cuáquera llevó a cabo lo que se conoció como “El Santo experimento” (Holy Experiment) basado en una organización política animada por ese amor fraternal, rechazando cualquier forma de jerarquía, reivindicando la igualdad social y especialmente la reivindicación de la dignidad de la mujer y su participación en la vida pública. La fórmula de gobierno se basaba en una asamblea donde participaban, en igualdad de condiciones, todos los pobladores. El final de esta arcadia se produce por el mestizaje con colonos no cuáqueros y por la disminución del celo religioso de los antiguos, a medida que aumentaba su progreso material.

Su influencia en la libertad de cultos incluida en la futura Constitución de los EEUU y en el radicalismo político de sectores antiautoritarios ha sido evidente: feministas, black power, gays y lesbianas. No menor fue su influencia en las tesis, ya mencionadas, del management actual. La práctica que promovió William Penn de las businnes meetings, asambleas de construcción colaborativa de propuestas –y que hoy conservan todavía los cuáqueros- ha sido asumida por numerosas organizaciones de negocios bajo el nombre de “toma de decisiones por consenso”, prácticas ya implementadas por los nativos iroqueses de Pensilvania y que ahora vemos retornar en el negación del político como autoridad, ese mediador que la religión cuáquera, los hijos de la luz, siempre consideró prescindible e incluso obturador de esa luz interior que nace en cada uno.


Las paradojas del empowerment

Los movimientos sociales que se apoderaron de este término establecieron como primer paso para alcanzar su empowerment la redefinición de su identidad, hasta entonces denotada negativamente, por oposición a la norma social. Mujeres, negros, homosexuales, pobres, constituyeron una identidad positiva que les permitiese apoderarse de su contexto y desarrollar nuevas relaciones de poder. La paradoja, que la propia Judith Butler señala, es que esas nuevas identidades constreñían sus estilos de vida y, al crear nuevas reglas, los desempoderaban y los volvían vulnerables a esas nuevas identidades. El mismo proceso ha sido descrito por antropólogos como Carles Feixa para indicar como los jóvenes latinos se han visto conminados a reproducir, en su identidad con lo latino, la misma segregación a la que querían combatir.

En el ámbito político, el fracaso del Holy Experiment y las contradicciones de todas las propuestas antiautoritarias posteriores muestran los límites de esa idea “original” del amor fraternal y de desconfianza en la élite letrada, tan propia del igualitarismo fundacional norteamericano (Hofstadter). Hoy vemos la paradoja en esos movimientos de indignados, que agrupan colectivos diversos (desencantados de la izquierda, grupos sociales desfavorecidos), a la espera de un amo “capaz de producir el Acto alejado del bla bla bla gerencial de la “gobernanza” (Guéguen) y que vaya en la dirección de la reconexión del lazo social.

El ámbito del management, donde el término ha tenido un éxito relevante, no es ajeno al surgimiento de las contradicciones que implica ese ideal de “toma de decisiones por consenso” en un momento de crisis profunda del sistema, con relaciones laborales basadas en un modelo de capitalismo salvaje.

Las redes sociales, otro ámbito privilegiado del empowerment, ofrecen también paradojas como es el caso de los intercambios en la red de pares (peer to peer) donde es el objeto voz quien comanda, a partir del imperativo Goza! Los síntomas más frecuentes de la adicción y la fetichización son buena muestra de ello (Brousse).

Todas estas paradojas surgen, sin duda de la idea de yo autónomo que preside el anhelo de Penn y que fundamenta la creación del pueblo americano. La alianza entre la fe, el trabajo y la autoayuda han dado forma a un homo psicologicus y a una “sociedad terapéutica” (Rieff) en la que la psicología del yo encontró su mejor acogida.

El propio término ya introduce la paradoja intrínseca a la autonomía y su relación a la heteronimia: empower es dar poder a otro, apoderar. La elisión de la alteridad, presente en esta autosuficiencia, retorna en el poder omnímodo de los expertos, tecnocracia de la hipergestión que se disfraza bajo la acefalia de sus procedimientos de consenso. Como se preguntaba recientemente Eric Laurent: a propósito del déficit de encarnación del lugar de la excepción:”¿La pasión democrática acabará con la “pasión del poder”?”.

Referencias
Brousse, M.H. (2011). “El Super-yo bajo la lógica del peer to peer. Variaciones clínicas”, en Freudiana núm. 62, pg. 34-43. Barcelona: CdC-ELP.
Feixa, C. (2006). Jóvenes "latinos" en Barcelona: espacio público y cultura urbana. Barcelona: Anthropos
Guéguen, P.G. (2011). “Le parti du non, le “Tea Party” et “Occupy Wall Street” en Lacan Quotidien nº 105. 2 de diciembre http://www.lacanquotidien.fr
Hofstadter, R. (1969). El anti-intelectualismo en la vida norteamericana. Madrid: Taurus
Laurent, E. (2011). « L’Entrelacs de l’Incarnation » en Lacan Quotidien nº 96. 23 de noviembre http://www.lacanquotidien.fr

Levine, R. et alt. (2009). El Manifiesto Cluetrain: el fin de la empresa. Bilbao:Deusto

Rappaport, J. (1981). “In praise of paradox: a social policy of empowerment over prevention”. American Journal of Community Psychology, 15, 121-148.
Rieff, Ph. (1966). The Triumph of the Terapeutic: Uses of Faith After Freud. University of Chicago Press
Speck, A. (2001) .“Collective Identities: Trap or Tool for Empowerment?” http://www.wri-irg.org/nonviolence/nvse04-en.htm
Tapscott, Don (1997). La era digital. Barcelona: McGraw Hill
Voltaire (1976). Cartas Filosóficas. Madrid:Editorial Nacional


José Ramón Ubieto