La Vanguardia. Lunes, 16 de febrero de 2015.
"No hay evidencia de que la ausencia de medicación provoque fracaso escolar",
explica el psicoanalista clínico José R. Ubieto
Susana Quadrado.
TDAH. ¿A qué alude ese acrónimo? Uno, a la
falta de
atención. O dos, a la hiperactividad
y la impulsividad. O tres, a una combinación de las anteriores. Se estima que el
6% de la población infantil padece este trastorno. El TDAH es una alteración
real. Pero para algunos ámbitos del psicoanálisis es sólo una etiqueta
diagnóstica sin evidencias neurobiológicas ni genéticas. El
psicoanalista clínico José Ramón Ubieto aporta su
interpretación y experiencia en su libro
TDAH, hablar con el cuerpo
(editorial UOC).
¿Qué es el TDAH?Es el nombre
prét-a-porter con el que hoy designamos el malestar en la infancia en sus
diferentes formas: inquietud, problemas de conducta, dificultades de
aprendizaje. En sentido más estricto se refiere a un diagnóstico psiquiátrico
aplicable desde niños a adultos con síntomas de hiperactividad o falta de
atención.
¿Cómo se diagnostica?El diagnóstico
debería hacerse por especialistas clínicos en un contexto de entrevistas
personalizadas y con ayuda, cuando sea preciso, de otros instrumentos
diagnósticos. En la práctica, profesionales del ámbito educativo o de la salud
(no especialistas), e incluso los mismos padres, a veces “cuelgan” esa etiqueta
para nombrar algo que los perturba y que no saben bien cómo comprender. El
abordaje clínico debe priorizar la escucha de ese malestar y a partir de allí
pensar las ofertas posibles: tratamiento psicológico, farmacológico,
educativo.
Un niño es desatento, se muestra inquieto, rinde poco
en clase. ¿Qué pueden hacer los padres? Primero hablar con su
tutor y los profesionales de la escuela para buscar juntos estrategias que
mejoren ese rendimiento. Pensar también en el trabajo en casa, en cómo
acompañarlo en sus deberes y en sus dificultades vitales, cómo estar al lado
tomando en cuenta lo que a él le puede inquietar, que no siempre coincide con lo
que nos inquieta a los padres o a los docentes. Cuando todo eso no funciona es
el momento de consultar a un clínico, pero primero la
educación.
¿Cómo es un niño con TDAH?Es alguien
que muestra una inquietud. Algo hace que no pare de moverse, que lo despista y
le complica la existencia y el vínculo educativo. Pero al mismo tiempo, y esto
ya no es tan evidente, es alguien fijado a un punto, a un cierto impasse que le
hace sufrir. Fijado a algo que no ha podido resolver de su relación familiar, de
su relación con los compañeros o de la relación consigo mismo. De allí la
paradoja de niños incapaces de concentrarse en una tarea escolar y, sin embargo,
pendientes todo el tiempo de los cambios de humor de los adultos, del tono de su
voz o de un videojuego.
El psicoanálisis niega que el TDAH tenga
una base genética o neurobiológica en contra de criterios
científicos.No es una afirmación del psicoanálisis, sino una
constatación que la propia “Guía de práctica clínica sobre el TDAH en niños y
adolescentes” del Ministerio de Sanidad. Es una evidencia que a día de hoy no
hay marcadores biológicos o genéticos que permitan determinar la existencia del
TDAH.
No todos los que padecen el trastorno llegan a las
consultas y, al mismo tiempo, hay un hiperdiagnóstico en chicos con problemas de
aprendizaje y conducta. ¿Hay mucho diagnóstico erróneo?La
citada guía del Ministerio admite también las dificultades en la detección, el
proceso diagnóstico y la metodología que originan amplias variaciones
(geográficas y demográficas), lo que conduce a un infradiagnóstico o un
sobrediagnóstico del TDAH. Pediatras americanos admitían en un relevante
reportaje publicado en The New York Times que lo diagnostican empujados por la
demanda de los padres y por las abultadas ratios escolares, más que por
criterios clínicos. En nuestro país empezamos a constatar este mismo efecto, lo
que aumentará sin duda la prevalencia del cuadro.
¿Cuándo hay que
medicar?La medicación habitual son psicoestimulantes que
funcionan como las anfetaminas. Mejoran el rendimiento a corto plazo pero
también generan efectos secundarios que hay que considerar. No hay ninguna
evidencia probada de que la ausencia de medicación comporte fracaso
escolar.
Los detractores de los tratamientos con medicación
suelen culpabilizar a los padres por buscar una “solución
rápida”.Los padres buscan explicaciones y soluciones para
problemas que a veces los desbordan. Se guían por consejos de otros padres o por
indicaciones profesionales buscando la mejor fórmula para sus hijos. La cuestión
es que encuentren orientaciones que tomen en cuenta la subjetividad, la suya y
la de sus hijos, y que no se limiten a contabilizar conductas y aplicar fórmulas
universales que prometen curas imposibles.
Subjetividad. Hablar
con el cuerpo. ¿A qué se refiere?Cada niño o niña hiperactivos
tiene sus propias razones para moverse o no prestar atención. Esos motivos, que
él desconoce, hablan a través de su cuerpo, en esa inquietud que lo atraviesa.
Son palabras apresadas que sin embargo contienen un mensaje cifrado que se
dirige a los adultos cercanos (padres, profesores, clínicos). Escuchar ese
malestar singular a cada uno es la tarea que nos hará comprender la función que
cumple esa hiperactividad y cómo entonces tomar distancia de ese movimiento
incesante.
En la actualidad se está extendiendo el diagnóstico de
TDAH a los adultos, ¿qué opina?En los adultos se trata
básicamente de la desatención como síntoma principal. No deja de ser curiosa la
proliferación de este diagnóstico en un mundo dominado por el zapping, los
hipervínculos, los tuits de 140 caracteres y una cierta desresponsabilización
sobre nuestros asuntos. Hoy cualquiera puede sentirse víctima de algo. Nombrar
esa actitud como un trastorno puede aliviarnos de responder de nuestros actos.
Es una falsa salida.
La Lomce hace mención expresa al TDAH pero
no a los trastornos del espectro autista.Las iniciativas
legislativas siempre son el resultado de la confluencia de intereses legítimos
de lobbies diversos (afectados, industria, profesionales). En este caso la
compañía farmacéutica Shire (principal productor de medicamentos para el TDAH)
financió el “Libro Blanco europeo sobre el TD (TDAH: Haciendo visible lo
invisible)” donde se perfilan estrategias que luego son aplicadas por los
gobiernos europeos. En España eso ha influido decisivamente en su inclusión en
la Lomce asegurando así algunos beneficios para los diagnosticados de TDAH
(descuentos en materiales, más tiempo para los exámenes). Estas medidas tienen
luego sus efectos, como ya sucedió en Quebec (Canadá) donde tras un acuerdo
similar el número de diagnósticos se multiplico exponencialmente. En relación al
autismo sabemos que el tratamiento farmacológico ofrece pobres resultados y
quizás sea un factor a considerar para entender un menor interés de algunos de
estos lobbies.
Explíquenos esta frase de su libro: “Es curioso
que en Estados Unidos se medique al 14% de los niños cuando el trastorno afecta
sólo al 6%. Y que un alto porcentaje sean negros, chicanos o
hispanos”.Pensar el TDAH al margen de las condiciones sociales,
familiares y educativas es una ingenuidad. El profesor Alan Sroufe de la
Universidad de Minnesota dirigió un estudio desde 1975, en el que siguieron a
200 niños que nacieron en la pobreza y constataron cómo el ambiente del niño
predice el desarrollo de problemas de TDAH. En marcado contraste, la medición de
anomalías neurológicas al nacer, del C.I., y del temperamento infantil no
predicen un TDAH.
Usted habla de la existencia de un “marketing
de medicamentos” según el cual el TDAH no medicado implica riesgos relevantes:
fracaso escolar, conflictividad social, drogodependencia.El
estudio más serio hecho hasta el momento es el Estudio de Tratamiento Multimodal
de Niños con TDAH (MTA) realizado por el NIMH (National Institute of Mental
Health) la agencia de investigación biomédica y del comportamiento más
importante de los EE.UU.. Fue diseñado para probar si los niños diagnosticados
con TDAH tienen mejores resultados cuando son tratados con medicamentos u otros
abordajes. Tras el análisis inicial de 14 meses donde se comprobó la mejora con
medicamentos se constató a medio y largo plazo que ya no había diferencias en el
comportamiento entre niños que fueron medicados y los que no lo eran. Pero los
datos sí que mostraron que los niños que tomaron los medicamentos durante 36
meses sufrieron una una pérdida de peso y un descenso del crecimiento. No hay
ninguna evidencia probada de que la ausencia de medicación comporte fracaso
escolar o drogodependencias. Lo que sí hay verificado es que los adolescentes
que toman psicoestimulantes durante largos periodos tienden a tomar anfetaminas
posteriormente ya que se trata de un mismo principio activo.