jueves, 24 de enero de 2019

Adolescentes digitales




¿Hay que preocuparse?

La Vanguardia. tendencias, 23 de enero de 2019

Los adolescentes miran tanto las pantallas como estas los miran a ellos. Mirar y ser mirados, parece ser la “ley”  máxima en la nueva realidad digital. En otra investigación (Bullying. Una falsa salida para los adolescentes. Ned, 2016), ya situamos el pánico generalizado que produce la figura del missing out, ese que está al margen del circuito del reconocimiento, el llamado friki, como potencial víctima del acoso grupal. Los expertos lo denominan FOMO (Fear of Missing Out) para referirse a esa sensación de exclusión social que produce, para muchos, el sentirse fuera de la pertenencia a esa comunidad.

De hecho, lo que esa investigación nos mostró, y que los datos más recientes como el informe reciente de la FAD confirman, es el poder de la angustia para crear lazos, en especial en una época en que los adolescentes se encuentran más huérfanos de referencias adultas por el eclipse de las figuras de autoridad. Una forma de combatir esa angustia es
su pertenencia a los grupos y las comunidades presenciales o virtuales. Quedar fuera de ellas tiene sus consecuencias.

Es por ello que la reiteración permanente de esa demanda de reconocimiento se manifiesta, a veces, en una alienación a ese otro digital que puede resultar muy imperativo: notificaciones, likes, mensajes. Algunos datos ya nos hablan incluso de adolescentes que se operan de la dentadura, la cara o los pechos para salir perfectos en esas selfies que se suben a la red. Lo que algunos autores han llamado la dismorfia Snapchat, en alusión a la red que precedió al Instagram stories.

Búsqueda de reconocimiento como modo de lograr una inscripción en el otro, un lugar bajo el sol digital, astro cada vez más presente en sus vidas. Pero también, la satisfacción de mirar y gozar (consumo porno online, aumento apuestas online,) e incluso de satisfacer la crueldad (ciberbullying). Todo ello va configurando una nueva subjetividad, donde intimidad, amistad, éxito, saber, son términos en constante revisión.

Nada que no formase parte de la adolescencia misma, salvo que lo digital exacerba las pasiones, especialmente la narcisista alimentando el postureo. Junto a esto, el contrapeso de las invenciones y creaciones con nuevos vínculos colectivos como novedades más interesantes.

La pregunta sigue en el aire: nosotros, los adultos, ¿tenemos propuestas alternativas -no excluyentes- para hacer cosas con ellos? O ¿seguiremos mirándolos fascinados, haciendo lo mismo o lamentándonos de cómo han crecido y se han perdido en las redes?