domingo, 31 de mayo de 2020

Tiempo de duelo: mucho más que cifras


Catalunya Plural, 30/5/20


Son mujeres mayores, que tienen que despedirse de un ser querido, sin ceremonia, sin palabras ni el arropo de los cuerpos y abrazos de amigos y familiares. Despedirse en soledad de vidas compartidas durante décadas, con hijos e hijas, aficiones y amistades conjuntas, como si la irrealidad que supone una separación definitiva, aquí se hiciese más real. Algo se ha conmovido para siempre en esa historia y hay que empezar a reconstruirlo de nuevo, pero solas y, como decía Freud, “pieza por pieza”. Los ritos funerarios tienen su función clave en el inicio del duelo, dan el tiempo para ir colocando cada imagen, cada recuerdo, cada palabra. 

Estas son algunas de las muchas historias de duelo que vemos y veremos en los próximos meses. Nunca es fácil bordear el agujero que se abre en nuestras vidas cuando perdemos algo tan valioso. Muchas veces, es entonces cuando comprendemos el valor de la pérdida, el lugar que el que se ha ido tenía para cada uno y el que nosotros mismos teníamos para él o ella. Ese es el duelo que tenemos que realizar: hacernos cargo de lo que ya no seremos, de lo irrecuperable.

viernes, 29 de mayo de 2020


La Vanguardia, 29 de mayo de 2020
Jacques Lacan explica que el insulto surge cuando se agotan las palabras y dejan paso al odio como el camino principal para situar el ser del otro. Otro psicoanalista, Jacques-Alain Miller, recordaba que el insulto surge como efecto del sofoco que provoca la cólera, que al no encontrar las palabras adecuadas termina vociferando epítetos peyorativos.
La cosa es que el odio es una pasión muy contagiosa, más ­incluso que el virus, y para el cual no es fácil encontrar una vacuna.

viernes, 22 de mayo de 2020

La ‘fatiga Zoom’, un nuevo cansancio





The Conversation, viernes 22/5/2020
  
El confinamiento nos ha traído una nueva y paradójica modalidad de cansancio: la fatiga de las videollamadas. Paradójica porque, a pesar de que ahora los cuerpos no se desplazan por pasillos de metro, calles abarrotadas o atascos interminables, terminan el día, sin embargo, más agotados que antes.

Cuerpos atrapados en las pantallas
La primera razón parece obvia: si no circulan libremente es porque están atrapados entre la incertidumbre y el miedo, la angustia y la pesadumbre. El cansancio es uno de los signos clásicos del afecto depresivo, junto a otros como la tristeza, el lloro o la falta de ganas (apetito, sexual, placer…).
Pero hay otras razones derivadas específicamente del uso de la tecnología. Las salas virtuales donde “nos reunimos” por videollamada con colegas, pacientes, amigos o familiares dislocan la imagen y el cuerpo. En las pantallas aparece a la vista de todos nuestra imagen, sí, pero más fija y rígida que de costumbre, a veces incluso temporalmente congelada. Mientras que en la intimidad (familiar) tenemos el cuerpo.


jueves, 14 de mayo de 2020

5 propuestas para afrontar una crisis psicológica desde la escuela en tiempos del Covid-19




Recuperar los vínculos

13/05/2020. Blog Obrim l'educació. Fundació Bofill
(Versió original /català)


Nuestras vidas están cambiando y cambiaran todavía más, esto afectará la vida social, familiar, las relaciones personales y también la escuela. Todavía no sabemos cómo, pero podemos anticipar algunas cuestiones, las más urgentes.

Estamos viviendo una emergencia sanitaria pero también un tipo de pandemia social, reveladora de otros problemas existentes en nuestra sociedad: desigualdades sociales, brecha digital, olvido en los cuidados de las personas vulnerables, falta recursos sanitarios…Todo esto se ha hecho evidente estos días y viviremos las consecuencias por un largo tiempo.

Es la primera vez en la historia que una crisis nos ha hecho sentir la existencia de un sujeto global y planetario como nunca lo habíamos visto. Hemos conocido campañas, algunas virales, en las que decíamos “Todos somos...” pero ésta nos ha tocado a todos y todas, en cada cuerpo ha resonado el miedo, la incertidumbre. Los niños y jóvenes no han quedado al margen y, si bien tienen menos preocupaciones por el futuro, ellos también viven con desazón el miedo al contagio, suyo o de sus familiares, la restricción de los contactos con amigos, las salidas a la calle y los lugares cerrados.

sábado, 9 de mayo de 2020

Algunas consecuencias psicológicas del confinamiento





Revista Educación 3.0. 01/05/2020

Confinamiento saludable sería un oxímoron, no puede ir una cosa con la otra.

"...Cuando éste finalice hay dos riesgos a tener en cuenta. Por un lado, tolerar una cierta angustia y miedo al contacto con el otro que evite desarrollar una fobia social o una hostilidad excesivas. Eso puede comportar que algunas personas que se sientan más vulnerables (por la edad, por antecedentes patológicos o por hipocondría) se aíslen en casa prolongando su confinamiento o con otras reacciones, segregando a aquellos a los que consideran pueden ser un ‘peligro’ (acciones de rechazo que ya se han visto con algunos sanitarios o profesionales de la alimentación). 

Por otro lado, todos deberemos hacer el duelo por nuestras pérdidas, para algunos de vidas humanas queridas, para otros de proyectos truncados o vínculos deteriorados y para casi todos de costes económicos. Otro asunto serán los sanitarios y el personal que ha atendido directamente a los pacientes más graves, cuyas secuelas psicológicas pueden ser más duraderas para algunos."



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lunes, 4 de mayo de 2020

¿Todo irá bien?



"...en estos tiempos convulsos mejor ser un pesimista advertido. Advertido de que la vida nunca es a riesgo cero y que cada tropiezo implica algo irrecuperable, si bien da la oportunidad de hacer e inventar otra cosa en ese vacío. Advertido de los límites del cuerpo, que puede ser parasitado por un extraño; del planeta en el que habitamos, cuya sostenibilidad tiene un límite; de la avaricia, que desemboca en desigualdades que generan graves conflictos sociales; o de la voluntad de dominio y abuso que mata vidas e impone coacciones a mujeres y niños."


Un pesimista advertido sabe que el primer deber del ser humano es vivir y evitar toda ilusión que lo dificulte. Todos necesitamos ilusionarnos, eso no es un problema mientras no hagamos de ello una religión, mientras no deleguemos en esas ilusiones la potencia que nos falta. Algo de eso ocurre ahora con las tecnociencias, a las que atribuimos superpoderes.

Ese pesimista apuesta, para vivir, por el encuentro con los otros como la mejor fórmula para compartir la alegría cuando surge. Lacan llamó a esto “el secreto de la alegría”. Frente a las contingencias que lo real nos depara –en este caso la Covid-19- hay que inventar y encontrar en ese impasse “la fuerza viva de la intervención”. No se trata de ilusiones, sino de aquello que cause nuestro deseo de vida y que no funciona en solitario. Es la apuesta de que algo (nos) irá bien.

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