Mostrando entradas con la etiqueta Jóvenes. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Jóvenes. Mostrar todas las entradas

viernes, 19 de febrero de 2021

El síntoma Hasél

 


El Periódico, 18 de febrero de 2021


La violencia es también un síntoma social con una doble cara. Cualquier análisis simplista nos conduce al falso dilema de condenar o aprobar sin separar el acto -rechazable- de las causas particulares -analizables.


LEER ARTICULO

lunes, 23 de diciembre de 2019


La denuncia de esta adolescente debe ser escuchada -más allá de sus circunstancias personales- por lo que revela de esa pasión de la ignorancia, por el no querer saber de nuestra pulsión de autodestrucción, en este caso planetaria. A otros -‘sabios’ y políticos- les toca encontrar las respuestas que convienen.

Pensar no viene de serie, hace falta crear primero un vacío de objetos, de actividades. Arriesgarse a enfrentar ese “horror al saber” que es también el horror vacui ante la incertidumbre y la ausencia de respuestas rápidas y fáciles. Hay que aguantarse un poco la angustia y el no saber.

Dicho esto, recordemos una de las frases más conocidas de Confucio, filósofo y político chino, que se interesó en la enseñanza y respeto a los preceptos de los sabios de la antigüedad: “Cuando el sabio señala a la luna, el necio mira al dedo”. Viene muy a propósito de aquellos que no escatiman críticas e insultos (límite de la argumentación) a la figura de Greta Thunberg, sea por el papel que juegan sus padres, por su estilo propio o bien por la falta de propuestas viables que le reprochan. Aquí el no querer saber –el necio que mira el dedo- es preocupante porque afecta a aspectos esenciales de la vida y de las personas. Y eso solo cabe explicarlo por ignorancia o por mala fe (intereses opacos), o incluso por la suma de las dos.

lunes, 12 de septiembre de 2016

Veranos adolescentes (III). ¿Violentos o Agresivos?






La Vanguardia, 18/08/2016


Las noches de verano traen la música, y con ella las fiestas y los momentos de desinhibición y transgresión de la rutina anual. En todas las culturas el ritual de la fiesta incluía alguna manifestación de la fuerza física, sea en forma de peleas o como demostración de potencia. La tradicional fiesta del Palio de Siena, o muchos bailes en Valonia, terminan con enfrentamientos rituales entre los participantes.

Agresividad y violencia se mezclan hasta el punto de confundirse. La agresividad se presenta como una potencialidad del individuo que, según las teorías, puede estar ligada a lo instintual/genético o al entorno de aprendizaje del sujeto. La violencia, por el contrario, es un fenómeno social que se manifiesta en acto y que se relaciona con un discurso que la articula y la alimenta. Puede dirigirse a uno mismo, al otro o a los objetos.

El psicoanalista Jacques Lacan inventó un concepto - común a ambos- más interesante, que es el de “goce”. Designa el hecho de que nuestros cuerpos, habitados y marcados por el lenguaje, no pueden dejar de satisfacerse y para ello están en pleno funcionamiento constantemente.

Cuando no encontramos cómo traducir en nuestra lengua las sensaciones corporales diversas que experimentamos (tristeza, rabia, pánico, angustia, dolor) se produce la violencia como un paso al acto bajo sus diferentes modalidades: 


jueves, 2 de junio de 2016

¿Cómo hablar con los hijos sobre la sexualidad?







Para nuestros abuelos el sexo era tabú, algo que cada uno debía aprender en secreto o con la ayuda, en el caso de los varones, de prostitutas. Para nuestros padres, marcados por el mayo del 68 y algo más tarde por el “destape”, resultaba normal mostrar el sexo, vivirlo con “naturalidad”. Hoy el sexo es un asunto científico-educativo, se enseña en las escuelas y cada vez más se consume online bajo la modalidad del ciberporno.

Un reciente informe de la ONU nos da un dato contundente: los chicos de 12 a 17 años son el grupo que más porno consume en la red. La pornografía se configura así cada vez más como la verdadera iniciación sexual del siglo XXI.

¿Delegar la educación sexual a la escuela y/o reducirla a la gestión de la genitalidad, vía el porno, es la única manera de abordar la sexualidad con nuestros hijos?


Afortunadamente hay otras vías posibles que requieren, eso sí, de la implicación de los padres y madres. Para ello ofrecemos algunas ideas que pueden ayudarles.

1.    La sexualidad no se enseña en tanto experiencia humana. Se vive y se experimenta, si bien hay conocimientos que sí se pueden transmitir en la escuela, en la familia o en otros lugares (centros de salud, internet). Cuestiones informativas (reproductivas, fisiológicas) o de prevención (enfermedades, embarazos precoces).

2.    La sexualidad nunca va sola, habita los cuerpos púberes que, por su novedad, inquietan y perturban a los adolescentes más de los que nos pensamos. Esos cuerpos se les presentan como misterios hablantes, les “dicen” cosas (afectos raros, sensaciones cambiantes) para las que muchas veces no tienen respuestas y sólo les queda manipularlos como pueden: tunearlos, adelgazarlos, muscularlos, cortarlos, tatuarlos. Es allí donde debemos estar cerca de ellos, acompañarlos no delante, sino al lado suyo.

3.    Esperan de nosotros soluciones más que discursos morales y allí radica nuestra verdadera autoridad. Un auctor (auctoritas) es el que propone respuestas a dificultades, sean rupturas dramáticas (“me ha dejado”), accidentes imprevistos (“estoy embarazada”) o inhibiciones culposas (“nunca se que decir”).

4.    Las soluciones se inventan pero siempre a partir de los mimbres existentes. ¿Qué madre/padre no pasó por eso? ¿Cómo lo hizo? ¿Qué le funcionó y qué no? Testimoniar de eso a los hijos desde su saber y experiencia, limitados pero basados en su vivencia personal, les sirve más que recitarles el decálogo del buen sexo (por cierto, inexistente).

5.    No hay que esperar sus preguntas directas. Normalmente no las harán. Hay que coger al vuelo la ocasión: una escena televisiva compartida, un comentario que sueltan al pasar a propósito de un amigo/a que tiene dificultades amorosas o es demasiado avanzado, la confesión fugaz de una aventura sentimental. Cualquiera de estas ocasiones es propicia para dar nuestra opinión confiando en que eso será escuchado y un día u otro hará su efecto.