Mostrando entradas con la etiqueta Lacan. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Lacan. Mostrar todas las entradas

domingo, 19 de abril de 2020

El reto del sinsentido en la era digital





Blog de la Asociación Mundial de Psicoanálisis, 17 de abril de 2020


¿Qué queda hoy de ese interés por el chiste, tan ligado en su estructura al sueño que estamos revisitando con ocasión del XII Congreso de la AMP? 

Los famosos asistentes inteligentes, como Siri o Alexa,  han demostrado su humor más de una vez, pero en estas aplicaciones el fenómeno del humor sucede de manera inesperada; comandos que les fueron impuestos por programadores e ingenieros acaban convirtiéndose en verdaderos gags por diferentes razones (mayormente por el ridículo que provocan) y un claro ejemplo de que el humor es, de momento, algo espontáneo, inesperado, casi imposible de lograr a través de complejos algoritmos.


La época y, sobre todo la ética analítica, nos exige no renunciar a unir a nuestro horizonte la subjetividad de su época y para ello el buen uso del humor y del bien decir deviene fundamental


viernes, 1 de diciembre de 2017

¿Existe la “gente normal”?





La Vanguardia. 01/12/2017
 
Hace unos días, el político del PP Xavier Garcia-Albiol proponía “cerrar TV3 y abrir la televisión con gente normal”, frase que provocó no pocos comentarios y algún que otro interrogante. ¿Quién es la gente normal, cómo se puede medir esa normalidad y, sobre todo, existen?

Dejando de lado las cuestiones políticas más directamente partidistas, de las que otros ya se ocupan, vale la pena reflexionar sobre ese sintagma, “gente normal”,  porque tiene toda su importancia y actualidad.

La “gente normal” es otra forma de aludir al “hombre de la calle” o al “ciudadano medio”, recursos retóricos muy usados, por unos y otros, que parecen conferir una legitimidad y un soporte incontestable al que los usa.  ¿Quién estaría en contra de la gente normal, gente de la calle y de matices moderados, el justo medio aristotélico?
 
Su fuerza está en su aparente “naturalidad”, parece tan obvio a qué alude que no hace falta justificar su significado. El psicoanalista Jacques Lacan dudaba de su existencia y,....

LEER ARTICULO COMPLETO


martes, 15 de marzo de 2016

Dossier: Psicoanálisis de Hamlet. Una tragedia del deseo



La Vanguardia. Cultura(s) | Sábado, 12 de marzo 2016



Una tragedia del deseo
José R. Ubieto

Resumamos la obra: el rey de Dinamarca, padre de Hamlet, ha sido asesinado por su hermano Claudio, que consigue así acceder al trono y casarse con Gertrudis, madre de Hamlet. El espectro del rey muerto se le aparece al hijo y le encarga que vengue su muerte. Hamlet regaña a su madre por casarse con Claudio, y traicionar así a su padre, mientras idea estrategias para desenmascararlo. El tío, advertido, lo envía a Inglaterra con ánimo de deshacerse de él pero Hamlet sobrevive y vuelve a palacio. Allí conoce la muerte de su amada Ofelia y se encuentra con Laertes, ansioso de vengar las muertes de su padre, Polonio, y su hermana Ofelia. Se prepara un duelo entre ambos y los dos mueren, pero antes Hamlet mata a su tío Claudio.

¿Hamlet: héroe contemporáneo?
El texto de presentación de la reciente versión de Hamlet, dirigida por Pau Carrió en el Teatre Lliure, se pregunta por la cobardía contemporánea ante los abusos, la violencia o la corrupción. Nos sitúa a todos como potenciales Hamlets. Y no le falta razón porque nosotros como él, y a diferencia de Edipo que actúa como héroe precisamente por su no saber, sabemos demasiado.

O mejor dicho, no queremos saber que todos esos abusos no hacen sino velar que no hay padre ni ninguna otra figura protectora que nos ahorre el encuentro con nuestra propia falta, nuestras limitaciones y nuestros fantasmas. La materia de la que estamos hechos los humanos es frágil y el sueño de evitar ese vacío nos conduce a la servidumbre voluntaria y a sostener a figuras que, como el Claudio de la tragedia, encarnan el abuso de poder.

Hamlet se detiene ante su acto no por miedo, sino porque sabe que a quien tiene que castigar no es al ser despreciable de su tío usurpador, si no a Claudio en tanto hombre que encarna mejor que nadie la potencia fálica. Alguien que no se siente sometido a ninguna regla y se burla de los límites, tan propios de la condición humana.