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martes, 7 de mayo de 2019

Los malestares actuales de la infancia



Publicado en Revista Catalana de Pedagogia,15 (2019), p. 63-87. DOI: 10.2436/20.3007.01.116. ISSN (edició electrònica): 2013-9594. http://revistes.iec.cat/index.php/RCP/index 64 |


El artículo parte de la noción de infancia entendida como un concepto histórico, y por tanto cambiante, sujeto a las transformaciones sociales.  apuesta por leer los malestares en la infancia como síntoma de esos cambios y no tanto como trastornos individuales, sin olvidar la importancia del factor sujeto siempre presente.

Señala tres de estas transformaciones, que afectan al trabajo/saber, a las dinámicas familiares y a la alianza entre la tecnología y el discurso capitalista. A partir de aquí se analizan cuatro fenómenos actuales que en la actualidad inciden de modo relevante sobre la infancia: el desamparo digital, el TDAH, el acoso escolar (bullying) y la violencia filio-parental.

Concluye proponiendo un abordaje de estos malestares que no excluye, en ningún caso, a sus protagonistas: niños y niñas, adolescentes y madres y padres. Los profesionales, sean educadores, clínicos o trabajadores sociales deben incluirse en el cuadro mismo de la intervención y no quedarse fuera, como si se tratase de un método experimental donde el objeto es analizado asépticamente. Para ello la conversación y el trabajo en red devienen instrumentos claves.

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miércoles, 1 de mayo de 2019

Bullying: el acoso del sujeto









Publicado originalmente en Zappeur. 12/3/2019. Le bullying à l’époque de l’Autre qui n’existe pas



Bullying: el acoso del sujeto

El estado natural del adolescente es el acoso, acoso de su cuerpo púber. La tentación es desplazar ese acoso a un chivo expiatorio. Manipular el cuerpo del otro para dejar el suyo a salvo. Y todo esto en grupo, como falsa solución para salir del atolladero de la pubertad[1].
Los testimonios que encontramos en la clínica y en la literatura nos confirman el carácter traumático de ese acontecimiento, que deja huellas indelebles y singulares, hasta el punto que a veces tienen que pasar décadas para poder hablar de ello[2].
El bullying es además un síntoma social que forma parte del malestar en la civilización. Analizarlo implica tomar en cuenta dos ejes: aquello que aparece ligado al momento histórico donde emerge y lo atemporal: aquello que lo conecta con el pasado y con las razones de estructura. En el caso del bullying, lo que no cambia, aquello que permanece fijo, es la voluntad de dominio y la satisfacción cruel que algunos sujetos encuentran al someter a otros a su capricho, para así defenderse del desamparo ante lo nuevo. Eso ha existido siempre como el ejercicio del matonismo en la escuela, fundado en el goce que proporciona la humillación del otro, la satisfacción cruel de insultar y golpear a la víctima.
¿Qué habría de nuevo en nuestra época para explicar las formas actuales que toma este fenómeno? Por una parte, el eclipse de la autoridad encarnada tradicionalmente por la figura del padre y sus derivados (maestro, cura, gobernante); la importancia creciente de la mirada y la imagen como una nueva fuente privilegiada de goce en la cultura digital -junto a la satisfacción de mirar y gozar viendo al otro-víctima, hay también el pánico a ocupar ese lugar de segregado, quedar así invisible, overlocked[3]-; la desorientación adolescente respecto a las identidades sexuales y el desamparo del adolescente ante la pobre manifestación de lo que quieren los adultos por él en la vida, y la subsecuente banalización del futuro.
Esta soledad ante los adultos y la vida supone una dificultad no desdeñable para interpretar las fantasías y las realidades que puede llevar al extravío y a la soledad. Entre los refugios encontrados en los semejantes, la pareja del acoso es una solución temporal.
Estos cuatro elementos convergen en un objetivo básico del acoso que no es otro que evitar afrontar la soledad de la metamorfosis adolescente y optar por atentar contra la singularidad de la víctima. Esta “fórmula” genera un tiempo de detenimiento en la evolución personal. Elegir en el otro sus signos supuestamente “extraños” (gordo, autista, torpe) y rechazar lo enigmático, esa diferencia que supone algo intolerable para cada uno, es una crueldad contra lo más íntimo del sujeto que resuena en cada uno y cuestiona nuestra propia manera de hacer.

La escena del acoso: 4 elementos y un nudo
Una lectura que el psicoanálisis nos permite hacer del bullying es que se trata básicamente de una escena, un cuerpo a cuerpo en el que participan varios. Nuestra lectura no puede ignorar lo pulsional como clave subjetiva. Hay una intencionalidad agresiva que propone un destino a la pulsión sádica; una continuidad de la escena fija y un desequilibrio acosador-acosado marcada por la falta de respuesta de la víctima, por su inhibición ante ese acoso. La víctima es elegida por su silencio, su imposibilidad de responder.
La escena del acoso incluye al acosador, la víctima, los testigos y el Otro adulto (padres, docentes), que no está pero al que se dirige también el espectáculo. Lo que los embrolla es la subjetividad y sus impasses, que pasa básicamente por hacer algo con el cuerpo que se les revela como un misterio, pero un misterio que habla y esa extranjeridad (otredad) los perturba e inquieta. Lacan lo anticipaba en 1967 cuando en una de las clases de su seminario decía “El Otro, en última instancia y si ustedes todavía no lo han adivinado, el Otro, tal como allí está escrito, ¡es el cuerpo!”[4]
De allí que la acción resulte inevitable, y manipular el cuerpo del chivo expiatorio bajo formas diversas: ninguneo (dejarlo de lado), insultos (injuriarlo), agresión (golpearlo), sea una solución temporal para calmar la angustia. Para los testigos es crucial no quedar del lado de los pringaos, aquellos designados como chivos expiatorios. La escena del acoso –en su dimensión de acting-out-, es una escena que daría acceso a un cierto goce del cuerpo del otro a través del grupo, si seguimos las indicaciones de JAM en su texto “En dirección a la adolescencia“.[5]
Una escena, pues, alrededor de “la extraña pareja” que cada sujeto forma con el objeto innombrable. Una pareja donde el amor/odio se confunden y como uno de los protagonistas de la película Bully –inspirada en sucesos reales- que se deja maltratar por su mejor amigo a la espera de ese signo de amor que nunca llega. [6]

José R. Ubieto, psicoanalista en Barcelona. Miembro de la AMP y de la ELP. Profesor de la UOC. Co-autor de “Bullying. Una falsa salida para los adolescentes”



[1] Ubieto, J.R.(2016). Bullying. Una falsa salida para los adolescentes, Barcelona: Ned
[2] Ubieto, J.R.(2016). “Testimonios literarios del Bullying”. En La Vanguardia. Cultura(s).Sábado 20 de febrero de 2016. Disponible en Internet. 
[3]. Lacan, J. (2014). El Seminario. Libro 6. El deseo y su interpretación (1958-59). Barcelona: Paidós, p.29
[4]Lacan, J. (1967). El Seminario. Libro 14. La lógica del fantasma (1966-67). Inédito.
[5]Miller, J.A. (2016). “En dirección a la adolescencia”. En El Psicoanálisis, número 28, p.15-26.
[6] Bully (2001). Dirigida por Larry Clark. https://www.filmaffinity.com/es/film770576.html


jueves, 7 de febrero de 2019

Acoso escolar en manada





RNE. Artesfera. 1/2/19

Entrevista a José Ramón Ubieto. Psicoanalista y profesor de la UOC

El acoso escolar es un cuerpo a cuerpo, una manera de salvaguardar el acoso que todo adolescente experimenta en la pubertad tomando al otro como chivo expiatorio y refugiandose en el grupo que, a veces, opera con la misma lógica de la manada...


Escuchar audio entrevista

martes, 3 de julio de 2018

¿Qué funciona en la educación: mejoran los programas conductuales las actitudes y los resultados de los alumnos?






Debate en la Fundació Bofill. 22 mayo de 2018
Intervención de José R. Ubieto.
Psicólogo clínico y psicoanalista. Profesor de la UOC. Autor de “TDAH. Hablar con el cuerpo”, “Bullying. Una falsa salida para los adolescentes” (ed.) y “Niñ@s Híper” (con Marino Pérez-Álvarez).






Leer los trastornos de conducta exige, de entrada, explicitar el marco donde se encuadran porque desde los conceptos y palabras con los que los definimos hasta sus coordenadas básicas (etiología, comorbilidad, incidencia social) ya determinan esa lectura.
Los metanálisis mostrados[1] derivan de una concepción de las problemáticas conductuales derivada del marco DSM como referencia teórica (e ideológica) que aunque se plantee como aséptica y ateórica, no lo es en absoluto.
En el DSM estas problemáticas conductuales tienen nombre propio: TDAH (impulsividad), TOD (desafío, confrontación), TC (violencias varias) y conllevan ya un programa de actuación muy definido y que incluye la psiquiatrización y psicologización con, en muchos casos, una posterior medicalización e incluso una judicialización de esas conductas (TC).
El problema de optar por este marco es que deja de lado otras “problemáticas conductuales” muy importantes, aunque a veces sean más discretas: parasitismo (adicciones), inhibición (fracaso escolar, aislamientos voluntarios) o estados melancólicos y desvitalizados (depresión, suicidio, autolesiones).
Es relevante que en una gran mayoría de los casos de masacres escolares, protagonizados por adolescentes “discretos”, donde no había registros anteriores de “problemáticas conductuales” explicitas, lo que sí se constata son

lunes, 29 de enero de 2018

Hablamos de Bullying con José R. Ubieto. Educación 3.0

José Ramón Ubieto: “Los centros deben anticiparse al bullying”

martes, 13 de junio de 2017

La dificultad de ser adolescente (Entrevista "A vivir.." Cadena Ser

 
 
 

La dificultad de ser adolescente (Audio)



SÁBADO, 10 de junio de 2017

Charlamos con José Ramón Ubieto, psicoanalista, miembro de la Escuela Lacaniana de Psicoanálisis y profesor de la UOC sobre Bullying, suicidios, ritos de paso, desamparo digital, el Otro digital ...con Javier del Pino y José Martí-Gómez.

martes, 2 de mayo de 2017

El 'bullying', un espectáculo cruel para 'dominar' el cuerpo sexualizado

 

 

Un estudio coordinado por José Ramón Ubieto concluye que el acoso es una falsa salida del túnel de la pubertad

IMMA FERNÁNDEZ / BARCELONA
El Periódico. Jueves, 27 de abril del 2017 


“Si te acosan, le pegas una hostia. Uno tiene que defenderse”. He aquí la respuesta mayoritaria, en escolares de secundaria de Barcelona, en un estudio coordinado por el psicólogo y pedagogo José Ramón Ubieto sobre el 'bullying'. Una respuesta inapropiada que él asocia al “apáñatelas como puedas, la solución individual”, alzada erróneamente como valor social. “Pedir ayuda a un adolescente le resulta vergonzante, se considera cosa de ‘nenazas”.

La investigación, recogida en el libro ‘Bullying: una falsa salida para los adolescentes’, constata la hipótesis de entender el acoso como una escena, un 'show'. Participan, además de víctima y victimario, los testigos: el público necesario que da sentido a la actuación. “Sin público no hay espectáculo. 


OTRAS COLABORACIONES DIA INTERNACIONAL CONTRA EL ACOSO ESCOLAR. 2 DE MAYO:

La Vanguardia: Expertos alertan plan acoso escolar necesita seguimiento y presupuesto

Diari de Tarragona:  Bullying: Cuando la cobardía lleva al acoso

Cadena Ser . Entrevista (a partir del 9:55')



jueves, 6 de abril de 2017

La influencia de las nuevas tecnologías en el acoso escolar


jueves, 29 de septiembre de 2016

Notas sobre el acoso escolar. Una perspectiva psicoanalítica




El abismo (con Nadia Vignera)
Publicado en Virtualia, revista digital de la EOL, num 32. 2016


La idea de acción lacaniana, introducida por Jacques-Alain Miller, plantea como objetivo la incidencia de la orientación lacaniana en los ámbitos políticos y sociales a través de la política propia del psicoanálisis, que no es otra que la política del síntoma.

La frase de Lacan: "Mejor pues que renuncie quien no pueda unir a su horizonte la subjetividad de su época" [1] alude a eso mismo. Como recordaba Miquel Bassols, se trata de una cuestión ética: "Allí donde está la subjetividad de la época, allí el analista debe advenir". [2]

Leer los síntomas contemporáneos a partir de estas indicaciones nos permite situar el estatuto de esos síntomas de otra manera que la propuesta por la psicosociología o el cientificismo al uso.

¿Qué nos enseña, pues, el psicoanálisis sobre el bullying, tomado como fenómeno social actual? Sin ánimo de exhaustividad quisiera plantear algunas tesis verificadas a través de una investigación entre varios publicada recientemente como Bullying. Una falsa salida para los adolescentes. [3]

Seguir leyendo:  http://virtualia.eol.org.ar/032/template.asp?Malestar-en-la-civilizacion/Notas-sobre-el-acoso-escolar.html

miércoles, 21 de septiembre de 2016

Ciberbullying y whatsapp







La Vanguardia. Tendencias, 21 de setiembre de 2016

José R. Ubieto. Co-autor de “Bullying. Una falsa salida para los adolescentes”

El 80% de los casos de acoso entre menores viene por el WhatsApp


El ciberbullying, parafraseando a Clausewitz, es la continuación del bullying por otros medios. Sin el acoso presencial, el digital perdería fuelle y potencia. Hace falta verse las caras y mirarse porque el acoso es siempre un cuerpo a cuerpo. De allí que el reciente estudio de la Fundación Anar (http://www.anar.org/estudio-ciberbullying/) destaque que éste se produce normalmente en el propio colegio, en la clase, en los lavabos o en el patio. Si solo se tratase de la red, sin anclaje en lo presencial, la distancia y el anonimato lo haría más inocuo.

Otro dato relevante es que el WhatsApp es la aplicación más utilizada para ello: más del 80% de los casos de acoso se producen a través de esta app. Eso tiene su lógica porque esta app funciona, en estos casos, en base a grupos de alumnos/as de la clase. Es allí, en esa comunidad virtual, donde se produce el acoso. Ellos son el público necesario para la escena que requiere de la “extraña pareja” acosado-acosador, pero sobre todo del grupo de testigos que son el público que jalea o calla, pero que asisten al espectáculo. Sin ellos el telón caería rápido.

lunes, 19 de septiembre de 2016

Veranos adolescentes (IV). ¿Frikis o Popus?





El verano se acaba y la vuelta al Insti es percibida por ellos y ellas con cierta ambivalencia. La curiosidad por los rencuentros se mezcla con alguna inquietud por todo aquello que huele a incertidumbre. Los profes, los exámenes cuando lleguen, pero sobre todo los amigos y amigas. Las dudas sobre el papel que le espera a cada uno en ese nuevo curso.

El pánico hoy, para muchos adolescentes, es permanecer invisibles y marginados de la pandilla, virtual o presencial. Que nadie se fije en ellos, que queden situados en el bando de los frikis o pringaos, esos que nunca recibirían un like ni optarían jamás al título de popus y menos al de superpopus.

Para conjurar ese temor cada uno debe buscar sus alianzas, y en caso de conflicto estar atento para no terminar siendo objeto de acoso o burla, confundido en esa tribu de excluidos. 

Esos temores están directamente relacionados a la cohabitación que todos tienen que lograr con su nuevo cuerpo púber. Si hasta entonces el cuerpo infantil funcionaba por defecto, ahora hay que manipularlo para domesticar esos signos extraños que no para de enviar: temblores, excitaciones, escalofríos, molestias y decepciones por sus formas y volúmenes…Para hacerse con ese cuerpo hay que manipularlo con lo que se tiene a mano: tatuajes, dieta, gimnasia, alcohol, porros, ropa, peinados.

A veces esas formulas fallan

lunes, 25 de enero de 2016

ENTREVISTA “El acosador libera su angustia en la víctima”


El psicoanalista José Ramon Ubieto, ha contado con la experiencia de un equipo profesional multidisciplinar para escribir el libro (Foto: Maite Cruz)


ENTREVISTA
“El acosador libera su angustia en la víctima”
·         José R. Ubieto, autor de ‘Bullying. Una falsa salida para los adolescentes’


SUSANA QUADRADO  23/01/2016 23:00 | Actualizado a 23/01/2016 23:38

José R. Ubieto analiza en el libro Bullying. Una falsa salida para los adolescentes (NED Ediciones) la complejidad de un hecho tan dramático como es el acoso escolar. Lo hace desde su experiencia clínica y la de un grupo multidisciplinar de profesionales. Este psicoanalista apunta a cuatro posibles causas: el eclipse de la autoridad del padre y el maestro, la importancia de la mirada y la imagen, la desorientación adolescente respecto a su identidad sexual y un sentimiento de desamparo ante lo que los adultos quieren de él en la vida.

El bullying es una manifestación de crueldad entre adolescentes. Pero, según usted, también es un síntoma. ¿De qué?

De la dificultad de hacer el tránsito hacia la juventud. Debe hacerse adulto y asumir su condición sexual. Los adolescentes olvidan sus juguetes infantiles para vérselas con una nueva pareja: su cuerpo sexualizado. Habitar ese cuerpo les produce extrañeza y les inquieta. La primera respuesta es manipularlo para hacerlo suyo: se visten, se disfrazan, se tatúan, se peinan, se agitan –con tóxicos y sin– se musculan, experimentan el sexo, se adelgazan...

Pero eso no tiene por qué convertirse en un problema.

No tiene por qué convertirse en un problema, cierto. Todo depende de lo que pasó antes, en la infancia, de la posición que toman sus padres y docentes para acompañarles y por supuesto del tiempo que cada chaval necesita para concluir ese tránsito hacia la vida adulta.

Si un hijo te dice, ‘papá, no me ralles’, ¿qué respondes?

Los padres no deben dejar de dar su opinión aunque al hijo no le guste. Le sirve de guía, aunque sea para saltársela. Estar al lado es saber algo de lo que les pasa, no sólo de lo que esperamos de ellos, también de lo que ellos esperan de sí mismos y a veces no alcanzan y les duele. Es importante además que les hablemos de nuestros fracasos. Cada padre o madre tiene que inventar sus propias respuestas para ganarse la autoridad sobre su hijo.

lunes, 13 de julio de 2015

BULLYING: El acoso a la subjetividad






La Vanguardia. Tendencias, sábado 11 de julio de 2015

El reciente suicidio de una niña discapacitada, víctima de acoso escolar, nos recuerda las dramáticas consecuencias del bullying. No es un caso único, si bien es difícil cuantificar los casos de suicidio relacionados con el acoso. Son situaciones extremas que se suman a otras más frecuentes y que comportan un gran sufrimiento psíquico para los chicos y chicas objeto de esa violencia entre iguales.

Siempre hubo actos de matonismo en la escuela como nos recuerdan personajes literarios como el estudiante Törless de Robert Musil o la reciente obra teatral de S. Vila-Sanjuán “El club de la escalera” (Teatro contra el bullying). Pero entender la actualidad del bullying implica situarlo en nuestro contexto y localizar sus novedades. Una investigación en curso, y en la que hemos recogido testimonios diversos de alumnos, padres y docentes, nos aporta tres claves.
Por un lado el declive de la autoridad, encarnada tradicionalmente por el padre y sus derivados (maestro, cura, gobernante). No se trata tanto de ausencia de normas - haberlas haylas- sino de juzgar la autoridad paterna por su capacidad para inventar soluciones, para transmitir un testimonio vital a los hijos, a esos que como Telémaco, hijo de Ulises, miran el horizonte escrutando la llegada de un padre que no acaba de estar donde se le espera, para acompañar al hijo en su recorrido y en sus impasses.
Muchos de los chicos y chicas entrevistados nos confiesan que los adultos, profesores especialmente, nunca se enteran de lo que pasa y ellos mismos no confían en que puedan ayudarles a frenar ese acoso. Más allá de la exactitud de estos reproches hay una verdad latente en ellos: los alumnos/hijos esperan algo que no llega, una invención que les ayude a tratar el real que esa violencia implica y de la que ellos mismos, víctimas, acosadores o testigos, son participes sufrientes. En la espera, cualquiera puede ser víctima.

La segunda clave es la importancia creciente de la mirada como un nuevo objeto de goce privilegiado en la cultura digital, donde se trata de hacerse visible y asegurarse estar incluido en la comunidad. No quedar al margen como un friki o un pringao. Junto a la satisfacción de mirar y gozar viendo al otro víctima hay también el pánico a ocupar ese lugar de segregado, de allí que los testigos sean muchas veces mudos y cómplices. Mario lo tiene claro: “Es difícil tío salirte del grupo porque entonces te ven débil y van a por ti. A veces le insultaba para disimular pero no me gustaba. Lo hacía porque yo no quiero ser un pringao”.
La tercera es la desorientación adolescente respecto a las identidades sexuales. En un momento en que cada uno debe dar la talla surge el miedo y la tentación de golpear a aquel que, sea por desparpajo o por inhibición, cuestiona a cada uno en la construcción de su identidad sexual. Laura lo explica muy bien: “Hay una chica que es superpopu, cuelga fotos suyas provocativas y se gana muchos ‘me gustan’. Algunos envían cartas y la tratan de puta por internet porque ellas también quieren ser popus.”

Estos tres elementos convergen en un objetivo básico del acoso que no es otro que atentar contra la singularidad de la víctima. Elegir en el otro sus signos supuestamente “extraños” (gordo, autista, desinhibida,..) y rechazar esa diferencia por lo que supone de intolerable para cada uno. Es una violencia contra lo más íntimo del sujeto que resuena en cada uno y cuestiona nuestra propia manera de hacer.