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miércoles, 8 de noviembre de 2023

De què parlem quan parlem d’acompanyament? Estratègies d’intervenció en el treball amb adolescents / ¿De qué hablamos cuando hablamos de acompañamiento? Estrategias de intervención en el trabajo con adolescentes

 



Definir i precisar les estratègies d’acompanyament en el treball amb adolescents esdevé imprescindible per ajustar la nostra intervenció educativa i/o terapèutica. L’article analitza l’impacte de tres transformacions socials en les vides dels adolescents del segle XXI: l’exigència de rendiment constant, la crisi del model binarista per definir les identitats sexuals i la nova realitat digital com a escenari de vida de les infàncies i adolescències. A
partir d’aquí ofereix claus de lectura i estratègies d’intervenció, basades en experiències, adequades a aquest nou entorn social.

Educació social. Revista d’intervenció socioeducativa, 2022, Núm. 82, p. 13-30, https://doi.org/10.34810/EducacioSocialn82id408305.

VERSION CASTELLANA

sábado, 4 de noviembre de 2023

Familias y móviles

 


betevé televisión, 30/10/23


És útil la conxorxa de pares contra els mòbils? “Els hem d’ajudar a sortir de l’esclavitud”

El psicòleg clínic José Ramón Ubieto considera una magnífica notícia que famílies i escoles s'organitzin per desterrar el mòbil del dia a dia dels adolescents


domingo, 13 de septiembre de 2020

Estrategias para convivir con el miedo







 ¿Cómo hacer? Un niño nos lo explica, en una frase que le dice a su tía a la que le pide en la cama que le hable en medio de la oscuridad: “Hay más luz cuando alguien habla”. Esta anécdota, relatada por Freud, nos enseña que, si bien el miedo y su oscuridad no desaparecen de la vida de los niños, hay fórmulas para hacerlo soportables. Se trata, pues, de trazar algún límite que sirva de referencia, la palabra sin duda es uno importante. Hablar con los hijos/as de estos temores y de las medidas previstas es un primer paso. Eso ayuda a servirse activamente del miedo como un elemento de protección del peligro, en lugar de sufrirlo pasivamente como fuente de inhibición.

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miércoles, 1 de mayo de 2019

Bullying: el acoso del sujeto









Publicado originalmente en Zappeur. 12/3/2019. Le bullying à l’époque de l’Autre qui n’existe pas



Bullying: el acoso del sujeto

El estado natural del adolescente es el acoso, acoso de su cuerpo púber. La tentación es desplazar ese acoso a un chivo expiatorio. Manipular el cuerpo del otro para dejar el suyo a salvo. Y todo esto en grupo, como falsa solución para salir del atolladero de la pubertad[1].
Los testimonios que encontramos en la clínica y en la literatura nos confirman el carácter traumático de ese acontecimiento, que deja huellas indelebles y singulares, hasta el punto que a veces tienen que pasar décadas para poder hablar de ello[2].
El bullying es además un síntoma social que forma parte del malestar en la civilización. Analizarlo implica tomar en cuenta dos ejes: aquello que aparece ligado al momento histórico donde emerge y lo atemporal: aquello que lo conecta con el pasado y con las razones de estructura. En el caso del bullying, lo que no cambia, aquello que permanece fijo, es la voluntad de dominio y la satisfacción cruel que algunos sujetos encuentran al someter a otros a su capricho, para así defenderse del desamparo ante lo nuevo. Eso ha existido siempre como el ejercicio del matonismo en la escuela, fundado en el goce que proporciona la humillación del otro, la satisfacción cruel de insultar y golpear a la víctima.
¿Qué habría de nuevo en nuestra época para explicar las formas actuales que toma este fenómeno? Por una parte, el eclipse de la autoridad encarnada tradicionalmente por la figura del padre y sus derivados (maestro, cura, gobernante); la importancia creciente de la mirada y la imagen como una nueva fuente privilegiada de goce en la cultura digital -junto a la satisfacción de mirar y gozar viendo al otro-víctima, hay también el pánico a ocupar ese lugar de segregado, quedar así invisible, overlocked[3]-; la desorientación adolescente respecto a las identidades sexuales y el desamparo del adolescente ante la pobre manifestación de lo que quieren los adultos por él en la vida, y la subsecuente banalización del futuro.
Esta soledad ante los adultos y la vida supone una dificultad no desdeñable para interpretar las fantasías y las realidades que puede llevar al extravío y a la soledad. Entre los refugios encontrados en los semejantes, la pareja del acoso es una solución temporal.
Estos cuatro elementos convergen en un objetivo básico del acoso que no es otro que evitar afrontar la soledad de la metamorfosis adolescente y optar por atentar contra la singularidad de la víctima. Esta “fórmula” genera un tiempo de detenimiento en la evolución personal. Elegir en el otro sus signos supuestamente “extraños” (gordo, autista, torpe) y rechazar lo enigmático, esa diferencia que supone algo intolerable para cada uno, es una crueldad contra lo más íntimo del sujeto que resuena en cada uno y cuestiona nuestra propia manera de hacer.

La escena del acoso: 4 elementos y un nudo
Una lectura que el psicoanálisis nos permite hacer del bullying es que se trata básicamente de una escena, un cuerpo a cuerpo en el que participan varios. Nuestra lectura no puede ignorar lo pulsional como clave subjetiva. Hay una intencionalidad agresiva que propone un destino a la pulsión sádica; una continuidad de la escena fija y un desequilibrio acosador-acosado marcada por la falta de respuesta de la víctima, por su inhibición ante ese acoso. La víctima es elegida por su silencio, su imposibilidad de responder.
La escena del acoso incluye al acosador, la víctima, los testigos y el Otro adulto (padres, docentes), que no está pero al que se dirige también el espectáculo. Lo que los embrolla es la subjetividad y sus impasses, que pasa básicamente por hacer algo con el cuerpo que se les revela como un misterio, pero un misterio que habla y esa extranjeridad (otredad) los perturba e inquieta. Lacan lo anticipaba en 1967 cuando en una de las clases de su seminario decía “El Otro, en última instancia y si ustedes todavía no lo han adivinado, el Otro, tal como allí está escrito, ¡es el cuerpo!”[4]
De allí que la acción resulte inevitable, y manipular el cuerpo del chivo expiatorio bajo formas diversas: ninguneo (dejarlo de lado), insultos (injuriarlo), agresión (golpearlo), sea una solución temporal para calmar la angustia. Para los testigos es crucial no quedar del lado de los pringaos, aquellos designados como chivos expiatorios. La escena del acoso –en su dimensión de acting-out-, es una escena que daría acceso a un cierto goce del cuerpo del otro a través del grupo, si seguimos las indicaciones de JAM en su texto “En dirección a la adolescencia“.[5]
Una escena, pues, alrededor de “la extraña pareja” que cada sujeto forma con el objeto innombrable. Una pareja donde el amor/odio se confunden y como uno de los protagonistas de la película Bully –inspirada en sucesos reales- que se deja maltratar por su mejor amigo a la espera de ese signo de amor que nunca llega. [6]

José R. Ubieto, psicoanalista en Barcelona. Miembro de la AMP y de la ELP. Profesor de la UOC. Co-autor de “Bullying. Una falsa salida para los adolescentes”



[1] Ubieto, J.R.(2016). Bullying. Una falsa salida para los adolescentes, Barcelona: Ned
[2] Ubieto, J.R.(2016). “Testimonios literarios del Bullying”. En La Vanguardia. Cultura(s).Sábado 20 de febrero de 2016. Disponible en Internet. 
[3]. Lacan, J. (2014). El Seminario. Libro 6. El deseo y su interpretación (1958-59). Barcelona: Paidós, p.29
[4]Lacan, J. (1967). El Seminario. Libro 14. La lógica del fantasma (1966-67). Inédito.
[5]Miller, J.A. (2016). “En dirección a la adolescencia”. En El Psicoanálisis, número 28, p.15-26.
[6] Bully (2001). Dirigida por Larry Clark. https://www.filmaffinity.com/es/film770576.html


martes, 3 de julio de 2018

¿Qué funciona en la educación: mejoran los programas conductuales las actitudes y los resultados de los alumnos?






Debate en la Fundació Bofill. 22 mayo de 2018
Intervención de José R. Ubieto.
Psicólogo clínico y psicoanalista. Profesor de la UOC. Autor de “TDAH. Hablar con el cuerpo”, “Bullying. Una falsa salida para los adolescentes” (ed.) y “Niñ@s Híper” (con Marino Pérez-Álvarez).






Leer los trastornos de conducta exige, de entrada, explicitar el marco donde se encuadran porque desde los conceptos y palabras con los que los definimos hasta sus coordenadas básicas (etiología, comorbilidad, incidencia social) ya determinan esa lectura.
Los metanálisis mostrados[1] derivan de una concepción de las problemáticas conductuales derivada del marco DSM como referencia teórica (e ideológica) que aunque se plantee como aséptica y ateórica, no lo es en absoluto.
En el DSM estas problemáticas conductuales tienen nombre propio: TDAH (impulsividad), TOD (desafío, confrontación), TC (violencias varias) y conllevan ya un programa de actuación muy definido y que incluye la psiquiatrización y psicologización con, en muchos casos, una posterior medicalización e incluso una judicialización de esas conductas (TC).
El problema de optar por este marco es que deja de lado otras “problemáticas conductuales” muy importantes, aunque a veces sean más discretas: parasitismo (adicciones), inhibición (fracaso escolar, aislamientos voluntarios) o estados melancólicos y desvitalizados (depresión, suicidio, autolesiones).
Es relevante que en una gran mayoría de los casos de masacres escolares, protagonizados por adolescentes “discretos”, donde no había registros anteriores de “problemáticas conductuales” explicitas, lo que sí se constata son

martes, 22 de mayo de 2018

Cuando el sentimiento de acoso lo invade todo




La Vanguardia. Internacional. 20/05/2018

La matanza escolar de Santa Fe se suma a una larga serie que tuvo en Columbine su matriz original. Muchos de los adolescentes que perpetraron posteriormente un ataque se refieren a él como su fuente de inspiración. Quizás este hecho nos da una pista sobre las claves psicológicas de esta repetición, más allá de la evidente cultura bélica en el caso norteamericano.

martes, 15 de mayo de 2018

ENCERRADOS CON UN SOLO JUGUETE


  I Jornada de la FCPOL                     2 de junio de 2018   Madrid  
 
Publicado originalmente en la Newsletter # 11
Los Hikikimori españoles también existen si bien las condiciones sociales, y por ende discursivas, son diferentes del Japón. Mientras que en el país nipón se calcula que el número de adolescentes y jóvenes encerrados en casa supera ampliamente el millón1, aquí apenas hay datos pero en todo caso dista mucho de esa cifra2.
Los servicios de emergencias a domicilio y los servicios sociales son los dispositivos más cercanos y conocedores de estos casos. Todos coinciden en que no existe ningún perfil homogéneo y que cada sujeto se encierra con su juguete particular, parafraseando la ópera prima del novelista Juan Marsé.
Lo común es el acoso que todos sienten respecto a un imperativo que sitúan en el otro,

lunes, 29 de enero de 2018

Hablamos de Bullying con José R. Ubieto. Educación 3.0

José Ramón Ubieto: “Los centros deben anticiparse al bullying”

lunes, 20 de noviembre de 2017

¿Cuál es el mejor regalo para un niñ@/adolescente del siglo XXI?






Publicado a La Vanguardia. 17/11/2017
http://www.lavanguardia.com/vida/20171117/432920915219/cual-es-el-mejor-regalo-para-un-ninadolescente-del-siglo-xxi.html


Infancias se escribe en plural porque no hay una. Hay las infancias desamparadas y robadas, algunas en países lejanos y otras aquí mismo. Infancias mal-tratadas y des-cuidadas para las que el mejor regalo es la protección y el buen trato. Darles un lugar de sujetos de pleno derecho.

Junto a estas, hay otras infancias más afortunadas, donde los bienes no son el problema principal. A veces lo material recubre otras faltas y ausencias. En las últimas décadas han aparecido dos nuevos objetos en la vida de estos niños y adolescentes que no estaban en la nuestra.

Por un lado la medicación psicotrópica (psicoestimulantes, antidepresivos, antipsicóticos, tranquilizantes, hipnóticos), cuyas cifras son ya muy altas y no paran de crecer hasta convertirse en un verdadero problema de salud pública. España figura, según un estudio internacional realizado en 2004, como el tercer país del mundo en recetar psicofármacos a menores de 17 años, por detrás de Canadá y los Estados Unidos y algunos autores presumen la cifra de 400.000 españoles afectados del TDAH, uno de los ejemplos paradigmáticos de esta creciente medicalización de la infancia.

A este nuevo objeto, llamado a “proteger” al niño de sí mismo y de sus propios excesos (oposicionismo, rebeldía, angustia, inquietud corporal), le corresponde cada vez más un adulto mudo, que más que escucharlo se limita a clasificarlo y etiquetarlo, sin interactuar demasiado con él. Baste el ejemplo del diagnostico de TDAH que puede realizarse – y se hace con frecuencia- a partir de observaciones de maestros y padres, sin hablar demasiado tiempo con el niño/adolescente.
 
El otro nuevo objeto son los gadgets (móviles, ordenadores, tablets,..) que los conectan a un otro virtual, anónimo y escurridizo, que pasa fácilmente desapercibido para los padres, al tratarse de un...

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lunes, 30 de octubre de 2017

Niños y adolescentes: ¿desamparados digitalmente?





La Vanguardia, sábado 21 de octubre de 2017

Hoy en España el 50% de los menores navegan habitualmente por Internet y el 95% de los mayores de 15 años tienen un smartphone que usan entre tres y cuatro horas al día (una cuarta parte más de seis horas).

El uso es variado: para vincularse, mostrar sus creaciones e imágenes, recabar información, jugar. Sin olvidar las apuesta online que han aumentado exponencialmente (14-25 años) por su facilidad de acceso, anonimato y recompensa inmediata, amen del marketing agresivo y vinculado a ídolos deportivos.También las violencias encuentran su lugar, en especial el ciberbullying que ha aumentado en la última década.

¿Cuál es el único lugar donde un adolescente no se lleva casi nunca el móvil?

lunes, 2 de octubre de 2017

Sintomas adolescentes (II): Tres transformaciones claves




Hoy no podemos pensar la subjetividad de los adolescentes sin tomar en cuenta tres transformaciones claves, todavía en curso, que inciden en ella y que supone un monto de incertidumbre y angustia considerable, para los padres, los docentes, los psi y por supuesto para los propios adolescentes..

En primer lugar la que afecta al trabajo, como significante amo y como polo identificatorio en la construcción de la persona. La actual precariedad, que no parece vaya a ser pasajera, la crudeza del vínculo que propone, donde el rendimiento/beneficio es el único valor constata, como nos han mostrado Sennett, Bauman y otros, que el sujeto es en sí mismo un objeto consumible y desechable. Si hasta hace unas décadas la promesa del sacrificio que implicaba la formación y el esfuerzo se traducía en estabilidad futura y buena vida, hoy el trabajo se asocia más bien a la degradación. Eso incide ya en la infancia y en la adolescencia donde el saber se ve también afectado por esa degradación y esa subordinación al rendimiento.

El debate actual sobre el futuro de la educación nos muestra los intentos desesperados

martes, 26 de septiembre de 2017

EL SUICIDIO. Un acto específicamente humano

 
 
 
 
EL SUICIDIO. Un acto específicamente humano. José R. Ubieto . RTS num. 210 .
 
"El suicidio es un acto específicamente humano y, sin embargo, sus razones no siempre son evidentes, ni siquiera para el propio sujeto suicida. Sus formas, su aceptación o rechazo y su prevalencia varían con la época. Hoy suicidarse es objetar a la promesa de felicidad consumista. El artículo analiza cómo los adolescentes, las personas desahuciadas, los ancianos y aquellos que sufren un trastorno mental son más vulnerables a optar por este “final”, a veces como una salida digna y otras fruto de la desesperación. La prevención de este fenómeno requiere ante todo una mirada crítica."
 
 
Texto completo en:
 
CATALÀ
 
CASTELLÀ

martes, 11 de julio de 2017

Los 'sintomas adolescentes' nos convocan





Empecemos por el principio: ¿a qué llamamos violencia? La pregunta, aunque parezca obvia, no es banal. Nosotros no somos sociólogos ni educadores ni tampoco juristas o policías. Por tanto nos conviene tener una definición operativa pero ajustada a nuestra disciplina y a nuestro objeto que no es otro que la subjetividad humana.

Y además se trata de un término coloquial, usado para designar muchos fenómenos y por tanto tiene sus riesgos como lo usemos. Sobre todo si lo acompañamos de un adjetivo como puede ser el “juvenil”. Violencia juvenil implica casi una naturalización el fenómeno, como si una palabra fuera naturalmente con la otra. Este efecto ha sido muy estudiado en criminologia.
¿La violencia de un conflicto como el de Siria o la de una banda mafiosa o la de un hombre que la ejerce contra su pareja son homogéneas entre sí? ¿Y si añadimos la que puede ejercer un joven con sus padres, con otros semejantes o contra el mobiliario urbano? ¿Nos ayuda ponerlas en serie, homogeneizarlas?

Seguramente no porque lo que ocurre entonces es que obviamos la significación que toma ese fenómeno para cada uno y el carácter de impasse que tiene en una situación y en otra. Ponerlos a todos en el mismo saco criminaliza y segrega a los adolescentes y además pierde de vista que hay respuestas decididas, que obedecen a una voluntad clara, y otras que son falsas salidas temporales como ocurre en la mayoría de los actos violentos que realizan los jóvenes.

Para nosotros la violencia es un síntoma que nos habla de un fracaso. Un síntoma, decía Freud, es la constatación del fracaso de un ideal. Es la prueba evidente de que algo de la