Mostrando entradas con la etiqueta suicidio. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta suicidio. Mostrar todas las entradas

miércoles, 16 de junio de 2021

Vidas desahuciadas

 


Catalunya Plural, 16/06/2021

No se trata de establecer una relación automática entre desahucio y suicidio, pero es evidente que la exposición a situaciones de desamparo es un factor de alto riesgo, como lo prueba el hecho de que en muchos sujetos la perdida de la casa por el motivo que sea, suele ser uno de los primeros pasos de un proceso de desinserción social.

LEER ARTICULO COMPLETO

martes, 26 de septiembre de 2017

EL SUICIDIO. Un acto específicamente humano

 
 
 
 
EL SUICIDIO. Un acto específicamente humano. José R. Ubieto . RTS num. 210 .
 
"El suicidio es un acto específicamente humano y, sin embargo, sus razones no siempre son evidentes, ni siquiera para el propio sujeto suicida. Sus formas, su aceptación o rechazo y su prevalencia varían con la época. Hoy suicidarse es objetar a la promesa de felicidad consumista. El artículo analiza cómo los adolescentes, las personas desahuciadas, los ancianos y aquellos que sufren un trastorno mental son más vulnerables a optar por este “final”, a veces como una salida digna y otras fruto de la desesperación. La prevención de este fenómeno requiere ante todo una mirada crítica."
 
 
Texto completo en:
 
CATALÀ
 
CASTELLÀ

miércoles, 17 de mayo de 2017

¿Que empuja al abismo a los adolescentes? Nuevos ritos de paso







Adolescencias del S.XXI: nuevos ritos de paso
José R. Ubieto

La Vanguardia, lunes 15 de mayo de 2017



Nadie sale de la adolescencia sin superar unas pruebas. Son los ritos de paso que implican siempre tres momentos. Primero hay que salir de lo familiar, abandonar los juguetes infantiles para encontrar otros modos de satisfacción, más acordes con el nuevo cuerpo, ahora ya púber y sexualizado. En algunas culturas esto suponía dejar la tribu e irse lejos. En otras, pasar de la autoridad del padre a la del maestro o patrón, en calidad de aprendices. Y hasta hace unas décadas la mili, para los varones, o el servicio fuera de casa, para las mujeres, servían también de ritos de paso.

Hoy las cosas son diferentes, la adolescencia se alarga y la sociedad no ofrece ritos pautados. En la cultura del Do it yourself cada uno se las apaña para inventárselos. El popular interrail, al termino del bachiller, el Erasmus, los años sabáticos en el extranjero o las fugas temporales parecen cumplir con esa función de alejamiento de lo familiar.

El segundo tiempo del rito es la exposición a pruebas que verifique la capacidad del chico/a para hacerse adulto y le permita habitar ese cuerpo “rebelde” que no deja de emitir signos extraños (excitaciones, malestar) para los que no tiene respuestas claras. Las pruebas hoy

martes, 21 de marzo de 2017

¿Es un destino inevitable? Sobre los llamados Trastornos de Conducta








La Vanguardia, sábado 18 de marzo de 2017


“Joan, de 28 años, se tiró hace diez días a las vías del metro. Lo hizo dos horas después de abandonar el servicio de urgencias de un hospital de Barcelona. Fue allí a pedir ayuda, pero al parecer no la encontró. Entonces decidió suicidarse. Ahora se recupera de las graves heridas (le quedarán serias secuelas que limitarán su movilidad) en el hospital Clínic de Barcelona. Es la cuarta vez que Joan ( nombre supuesto) intenta quitarse la vida. Este es el último capítulo de una historia ­ –con un final que la familia de este joven ya auguró hace un año en una carta enviada a La Vanguardia– de la que se empezó escribir las primeras líneas cuando Joan tenía 12 años.”. Javier Ricou

La historia de Joan es, sin duda, una historia dramática y muy dolorosa. Para él y para sus padres, que se sienten impotentes para ayudarle. Coincide con otros muchos casos que vemos en nuestra práctica. Hay recursos públicos, pero es verdad que son insuficientes y a veces no idóneos.

Pero esa no sería la única clave del destino de estos adolescentes. Sus malestares, expresados en forma de actos, ya nos hablan de una dificultad para elaborarlos mentalmente. Su vivencia de la vida es de una gran extrañeza y no les permite entender sus propias razones para actuar así.

Su dolor toma una forma emotiva y pasional. No encuentran términos medios

lunes, 18 de julio de 2016

¿Por qué se suicidan (y lo retransmiten) los adolescentes?






La Vanguardia, 14 de julio de 2016.

La chica francesa de 19 años se arrojó hace unas semanas a las vías de un tren, al tiempo que filmaba su acto con el móvil y lo retransmitía por Periscope. Parece ser que acompañó su gesto de una denuncia, en forma de grito, sobre una presunta violación. No fue un acto impulsivo, antes había enviado un sms a un conocido explicándole las causas de su suicidio y, en el previo de su acto, ella anuncia que lo que van a ver a continuación «no está hecho para hacer ruido» sino «para hacer reaccionar a la gente, abrir las mentes».

Las razones que empujan a alguien a suicidarse, adolescente o adulto, son diversas y muchas veces opacas incluso para ellos mismos. Un factor común suele ser el convencimiento íntimo del sujeto de haber llegado a un momento de su vida en el que su dignidad o su valor han desaparecido o lo harán pronto. Se sienten objetos sin valor, sin bienes, a veces sin honor, y en ocasiones usados como instrumentos por el otro.

miércoles, 18 de marzo de 2009

¿Por qué no se suicidan ellos primero?

Diario La Vanguardia
AGRESOR HALLA EN LA VIOLENCIA UNA SALIDA QUE LE PROTEGE DE SU DIFICULTAD SUBJETIVA

¿Por qué no se suicidan ellos primero?
José R. Ubieto

Cada vez que conocemos un nuevo caso de violencia, doméstica, escolar o social, en que el agresor se ha suicidado (o lo ha intentado) tras matar a su pareja y/o a otros familiares o ciudadanos, nos preguntamos por la aparente inutilidad de su gesto posterior. ¿Por qué no se suicidó primero, si estaba tan desesperado, y hubiera evitado así la muerte de otras personas?

Tratar de responder usando los parámetros del sentido común ayuda poco, ya que si algo enseña la clínica es que lo más íntimo de cada uno, nuestro goce más particular, es todo menos útil, en el sentido pragmático habitual. ¿Qué tiene de útil fumar, comer o beber en demasía, conducir a velocidad excesiva o escuchar música a tope y en un ambiente cargado de humo y cerrado? Sin embargo, son actividades cotidianas de las que gozamos y a veces también nos quejamos por sus efectos colaterales.

En la mayoría de estas agresiones encontramos una dificultad subjetiva importante del agresor (definido generalmente como introvertido, callado, incluso bien adaptado socialmente en el caso del maltratador), de la que nada quiere saber y que encuentra en la respuesta violenta una salida que lo protege, aunque sea al precio de la desaparición del partenaire.

Esa dificultad tiene que ver con una idea fantasmática (no consciente de manera clara) sobre su propia desaparición como sujeto. Una idea que se ha ido formando en su mente acerca del lugar de excluido que le reservan y que toma la forma imaginaria, en algunos casos, de ser alguien sin valor y, en otros (maltratadores), de un poder disminuido. Para protegerse, proyecta esa desaparición y esa impotencia en el otro. Su pareja, su familia, sus compañeros de escuela o trabajo, son ellos quienes no saben ni hacen las cosas bien, y son objeto de desprecio, considerados desechos, y deben desaparecer o sufrir un castigo. Es el caso del asesino de Alabama, que tenía una lista de enemigos.

Para que el agresor pueda sostener su realidad psíquica y social, le es necesaria la disyunción entre su condición de sujeto (persona digna) y la del otro como objeto degradado. Esto se hace evidente en las relaciones sexuales (momento crítico para la verificación de la potencia masculina), donde el maltratador recurre a menudo a la agresión. El aplastamiento del otro le previene de la angustia propia del acto sexual y su carácter sádico le permite no detenerse en sus golpes.

La simple presencia del otro -aunque en la realidad ese partenaire sea más bien mutista- lo inquieta y le confirma su certeza de que es ese otro quien busca su perjuicio y por tanto justifica el pasaje al acto agresivo que hace de límite a su malestar.

La paradoja, dramática, es que esa respuesta de aniquilación del otro implica en muchos casos su propia desaparición, ya que al golpearle y matarlo queda sin interlocutor, sin doble con el que jugar ese peligroso combate entre su impotencia y la confirmación, que atribuye al otro, de esa carencia.