martes, 25 de junio de 2013

EL TRABAJO EN RED: UNA PRÁCTICA COLABORATIVA PARA REGENERAR EL VÍNCULO PROFESIONAL Y FAVORECER EL ACOMPAÑAMIENTO

 

El día 7 de Junio de 2013 pudimos, al fin, convocar a un buen número de profesionales para conversar sobre la práctica llevada a cabo por José Ramón Ubieto en el programa Interxarxes (Horta Guinardó, Barcelona). Contamos, en esta primera ocasión, con la colaboración del Instituto de Drogodependencias de la Universidad de Deusto y el apoyo de su directora Teresa La Espada. Una mujer interesada en la transmisión y la producción de espacios y tiempos para el conocimiento, la reflexión y el trabajo inter-disciplinar en el marco de las problemáticas emergentes, Salud Mental, Educación, toxicomanías y Servicios Sociales.


En primer lugar queríamos agradeceros a todas y todos los asistentes vuestra presencia así como el interés mostrado durante la jornada. Fue un verdadero placer contar con todos y cada uno de ustedes y esperamos que este pueda ser el principio de una serie de encuentros y conversaciones que nos permitan interrogar nuestra práctica con entusiasmo.

El modelo que proponemos tiene previsto involucrar en su intervención la creación de equipos interdisciplinares y la ética de la construcción del caso (Ubieto). La función del profesional como aquel agente capaz de acoger tanto la singularidad de cada persona, el caso por caso, como la diversidad de disciplinas y saberes fragmentados para producir un trabajo cuidadoso en el marco de las problemáticas emergentes contemporáneas.

I. La construcción del caso en red. 
“Los casos no existen per se, existen los expedientes que recogen las informaciones sobre el sujeto y su contexto social y familiar, la cronología de las actuaciones, pero eso no basta para captar la lógica del caso.” (José Ramón Ubieto) 

En las profesiones sobre los otros (Francois Dubet) resulta estructurante el valor de la pregunta, de cierto no saber, que nos ponga en el lugar de interrogar vivamente cada caso para atenderlo en su singularidad. La propuesta desarrollada por José Ramón Ubieto, en el programa Interxarxes propone la creación de dispositivos para pensar los casos en conjunción con otros profesionales de la red que atienden un caso común. Interxarxes lleva diez años funcionando, en el distrito barcelonés de Horta Guinardo, poniendo a trabajar de manera conjunta a profesionales de toda la red de Salud Mental, toxicomanías, Servicios Sociales y Educación. 

II. El tratamiento es la propia red. 

La red puede representar diversas maneras de trabajo con el otro. Puede ser una red basada en la derivación, en poner a circular al sujeto bajo las premisas de la eficacia y la eficiencia. O bien podemos pensarla como un lugar de conversación capaz de atender las subjetividades. De tal manera que la red pueda adaptarse y flexibilizarse para cada sujeto, solo así, la red encuentra su verdadera función, ser sostén para el otro.

El Proyecto Interxarxes analiza los fundamentos teóricos de las prácticas de red e incluye aportaciones precisas sobre el método, partiendo de una experiencia en curso, el propio proyecto Interxarxes, una innovadora iniciativa en la gestión de los servicios sociales consistente en el establecimiento de una red de coordinación regular y estable –en el ámbito del distrito de Horta-Guinardó (Barcelona, España) – entre los distintos actores implicados en la salud, la educación y la atención social de la población infantil. 

Proponemos pues abrir una pregunta en torno a la necesidad de trabajar desde la ética de la construcción del caso y en consecuencia atender a la incorporación de dispositivos de conversación interdisciplinar en el panorama de la Salud Mental, el Trabajo Social y la Educación Social. 

Graciela Frigerio nos advertía en el pasado Congreso Estatal de Educación Social (Valencia 2012): “La manera en la que se ponen a trabajar los conceptos, no es sin consecuencias políticas”. El acto de pensar es en sí mismo un acto político, y además, un desafío. En el sentido de confrontarnos con los saberes de nuestra época, de nuestra disciplina y de nuestra práctica, y aceptar el reto de considerar que no-todo el saber está escrito, y que nosotros podemos contribuir al pensamiento contemporáneo de la Educación Social y la Salud Mental en nuestra época.
INTERABIDE ASOCIACIÓN EDUCATIVA

lunes, 17 de junio de 2013

El factor sujeto




Los dilemas, suscitados por la no renovación del jugador Abidal por parte del FC Barcelona (sentimientos versus rendimiento), revelan un síntoma de muchas instituciones de nuestra época. Tradicionalmente los valores, socialmente aceptados (progreso, esfuerzo, lealtad, solidaridad) configuraban el marco de acción de cualquier organización (desde la iglesia al ejercito pasando por las políticas, culturales, sociales e incluso las económicas). Luego cada una se diferenciaba en sus estrategias y tácticas. Unas primaban la relación interpersonal, el cuidado y otras el rendimiento y el beneficio económico.

La hipermodernidad produjo un cambio notable: los modelos del management, propios de las organizaciones empresariales, se exportaron a todas las demás. Aquello que generaba negocio y resultaba eficaz y eficiente podía ser la brújula de la gestión de un hospital, un centro de servicios sociales o un club de futbol. En cierto modo se trataba de pensar en términos de  reingeniería social y eliminar el desperdicio –lo improductivo- tal como propugna el exitoso método Lean.

Esta idea, muy extendida a partir de la implementación en los años 80 de la New Public Management es hoy una realidad en los servicios públicos que no ha dejado, por ello, de recibir críticas. Algunas de expertos como Ralf Dahrendorf, miembro de la Cámara de los Lores y ex rector de la London School of Economics, que  escribía lo siguiente: "Debemos tener cuidado con los enfoques hacia los servicios públicos que se guían con criterios empresariales. En ciertos momentos y en ciertos países, los servicios que no tienen por qué ser públicos tuvieron que privatizarse y apegarse a líneas empresariales con el fin de funcionar mejor (o para poder funcionar siquiera). Pero los servicios públicos esenciales como la salud, la educación, el transporte y unos cuantos más, siempre serán sólo eso, servicios, y por ello se les tendrá que medir con criterios más complejos que el logro de metas cuantificables." ("El triunfo de los servicios públicos", LV 1/1/2004)

¿Se puede eliminar de las instituciones, incluidas las empresariales, el factor sujeto, aquello que se cuela en cualquiera de sus intersticios? ¿Se puede todavía pensar en una objetivización absoluta de los vínculos institucionales? ¿Todo es reducible a la “gestión”: emociones, cuerpo, salud, relaciones?

El psicoanalista Jacques Alain Miller recordaba que el clínico forma parte siempre del cuadro que enmarca el caso que atiende. Al igual que el maestro o el trabajador social o el directivo de un club de futbol, difícilmente pueden pensarse por fuera de ese marco.
El arte ha dado muchas muestras de ese factor sujeto en los “caprichos” de los actores o las extravagancias de los artistas que no son más que signos de un deseo que es ineliminable. Las organizaciones, del tipo que sean, se mueven por muchas razones pero seguro que una de las decisivas es el deseo de sus miembros y los síntomas que provoca ignorarlo.

Los afectos no se oponen al rendimiento, más bien lo condicionan. Por eso ignorarlos, como hace buena parte del pensamiento pseudocientífico (no confundir con la ciencia seria) que cultiva la ilusión de un hombre neuronal (reducido a combinaciones neuroquímicas) o el pensamiento político que sueña con prescindir de aquello que no participa de lo programado es la mejor manera de garantizarse su retorno bajo formas destructivas (repeticiones, desafección, boicots...). Reducir un sujeto a un código de barras o a sus performances mutila la propia institución y los beneficios que persigue.

domingo, 9 de junio de 2013

El horror a lo femenino




LA VANGUARDIA, Tendencias. Domingo, 9 de junio de 2013


Freud habló de un horror básico a la mujer fundado, para el hombre, en su diferencia, que la hace “incomprensible, misteriosamente ajena y por eso hostil”. Hoy podemos hablar mejor de lo femenino, como aquello que es radicalmente otro, diferente, para hombres y también para las mujeres.

Lo femenino se opone al tener, a lo programado, a lo fálico como única solución. En su lugar propone el ser, la sorpresa y el no-todo fálico. Cada época ha buscado fórmulas para tratar lo femenino: desde el amor cortés hasta el patriarcado, pasando por la quema de brujas, personajes que encarnaban bien ese horror a lo femenino.

Las prostitutas son otra de las figuras de ese horror. Antitéticas de la madre, fiel e incondicional, ellas se presentan infieles y con condiciones de entrega. La injuria clásica “hijo de puta” muestra, sin embargo, que en el inconsciente madre y puta son dos caras de la misma moneda.

Una de las condiciones de amor que apuntó Freud es la disociación que el hombre hace entre ese amor materno idealizado y la degradación de la mujer-objeto. Algunos sujetos, parece ser el caso del falso shaolin, llevan esa disociación al extremo del acto mortal. Las razones específicas varían: historias infantiles de humillación, reales o percibidas, “certezas” de una misión que deben realizar. La lista de asesinos de prostitutas es larga, sólo en España entre 2010 y 2012, nos recordaba hace unos días en estas páginas Miquel Molina, ha habido veinte asesinadas.

En cada asesino cohabitan su lado amable, ligado a ideales religiosos o militares, con voluntad redentora, y el reverso de su sadismo (torturas, violaciones). Encarnizados en mujeres que, para ellos, representan mejor que nadie ese goce que escapa a su control. Es por ello que el feminicidio incluye atarlas, torturarlas, descuartizarlas y exterminarlas para eliminar cualquier signo vivo de ese goce femenino que les horroriza.

Los casos de violencia de género nos muestran también cómo el insulto “puta” es habitual para señalar aquello de la mujer que es percibido por el maltratador como fuera de su control –y por ello insoportable: salidas a la calle, miradas ajenas, pensamientos propios, llamadas desconocidas.

A ellos les queda la satisfacción que encuentran en el acto y el objeto fetiche (cabello, ropa, trozos del cuerpo mutilado) que guardan siempre como un trofeo de caza.

sábado, 1 de junio de 2013

Un mito muy masculino


 















La Vanguardia. Tendencias, 1 de Junio de 2013
¿Necesitamos salvadores?





Un mito muy masculino



La crisis, una de cuyas ventajas es hacer más visible lo social, nos devuelve el mito clásico del salvador, mito muy masculino. Un hombre, sólo ante el peligro, antepone el interés colectivo (patria, institución) a cualquier otro personal que debe ser sacrificado en aras del primero. Coincidiendo con la marcha de Mourinho, Aznar anuncia su regreso a la política activa. Dos hombres y un mismo destino: salvar a una institución en declive (Madrid, España) y devolverle el honor mancillado.

Sin entrar en las claves partidistas hay detalles compartidos en su modus operandi, empezando por este objetivo (goal) común. Uno y otro son ejemplares en la aplicación de la teoría neurótica (Freud): “la culpa es siempre del otro que no deja de satisfacerse a costa mía y en mi perjuicio” (privilegios arbitrales, demandas insolidarias,..). El otro tiene pues el goce que a mí me quita, goce que siempre debe ser contado y calculado (tantos penaltis, tantos agravios,..).

Esta tesis, sin dialéctica posible, legitima una respuesta que justifica la propia impunidad. Para este fin cualquier medio está aceptado, incluidos los “digitales”: el dedo propio en el ojo ajeno o el dedo erecto como signo del poder fálico, que desconoce el límite de las reglas colectivas y espera ahorrarse el pago establecido. Si a eso se suma la debilidad del antecesor, el rito de salvación encuentra su legitimidad completa.

¿Resultados? En términos de outputs conocemos los datos del entrenador: escasos y con una relación coste-beneficio muy negativa. En término de outcomes (beneficios del método que revierten en aprendizaje para próximas iniciativas) la cosa pinta peor: división interna en sus filas y aumento notable de la hostilidad con el entorno. Poco aprendizaje, pues, para tanto esfuerzo.

El regreso anunciado del hombre que un día, a propósito de las razones de la guerra de Irak o del cambio climático, declaró que a él no le importaban las causas, sólo los hechos (por cierto, inventados) ¿qué legado nos dejará tras su paso? La ética de las buenas intenciones tiene el riesgo de ignorar las consecuencias de los actos bienintencionados y además suele revestirlos con un velo sobre la memoria histórica (no hay que olvidar que aquí se trata de un regreso).

Europa, y España, nos ofrecen hoy muchos ejemplos del retorno de este mito, que más tarde o más temprano, se confronta a aquello que vela el mito: el culto a la personalidad y la arbitrariedad del acto redentor. Salvar al otro, y más cuando éste no lo pide, no parece entonces un buen método para el otro ni para la convivencia social. Otra cosa son los beneficios para sí mismo.