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viernes, 3 de julio de 2020

La brújula de la sorpresa. Una orientación en el trabajo en red




Cuando surge una crisis importante, como la actual de la Covid-19, los marcos se desencajan y con ellos la jerarquía de prioridades de cada uno/a, e incluso de la propia sociedad. Por eso, la primera pregunta que deberíamos hacernos, en lo que respecta al trabajo en red, es ¿Qué es lo esencial en nuestra propuesta, eso que constituye el hueso de Interxarxes?[1] Todo indica que no es la coordinación entre profesionales, eso ya se hace de manera automática (presencial o telefónica). Tampoco el uso de las redes telemáticas (protocolos, mails, aplicativos) que ya hemos incorporado y se ha convertido desde hace un tiempo en nuestro automaton. Ni siquiera el hecho de reunirnos presencialmente, actividad que hacemos habitualmente de dos en dos o en grupos más grandes.

Lo esencial, creo, es algo más ligero pero al tiempo más consistente como revulsivo: el hecho de que la conversación –como procedimiento central de nuestro “método”- da un lugar relevante a la sorpresa, ese factor que contraría el funcionamiento automático, eso que hacemos sin pensar apenas. No es poca cosa, sobre todo en un paradigma asistencial como el que tenemos, donde la monitorización y la protocolización ahogan cualquier imprevisto, cualquier azar y contingencia. El trabajo en red, en cambio, nos permite descubrir que un caso que parecía negro tiene algunos detalles azules o incluso verdes. O que una situación que no encontraba ninguna salida encuentra una, y también (hay sorpresas menos agradables) que un caso -al que dedicamos muchos recursos y esperamos mucho- sigue, sin embargo, sin cambios, fijado a una repetición infinita.

La sorpresa es, de hecho, la verdadera causa de nuestra conversación y de la elaboración colectiva de una nueva manera de ver los casos, de captar algo que no estaba antes y que se ha producido en la conversación. [2]Y no solo en lo que se refiere a los casos, también en nuestra propia organización del programa. Cuando, p.e., descubrimos con alegría que un/a colega sin muchos galones ni experiencia acumulada –pero con deseo y rigor- presenta un caso o se hace cargo de una responsabilidad manteniendo y/o mejorando experiencias anteriores.