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miércoles, 22 de mayo de 2024
sábado, 19 de junio de 2021
jueves, 1 de junio de 2017
Ser padres, ser hijos. Prólogo de José Ramón Ubieto
Prólogo de José Ramón Ubieto
Freud decía,
refiriéndose a los adolescentes, que se encuentran en un túnel donde tienen que
cavar dos salidas simultáneamente. Por un lado la que les llevará a asumir sus
responsabilidades como adultos (estudios, familia, trabajo) y por otro la que
los constituirá como sujetos con una identidad sexual asumida. Es decir, la que
les llevará a hacerse cargo de su nuevo cuerpo púber, muy distinto del
infantil.
Los padres y os
adultos, en general, estamos muy pendientes de la primera salida y les
recordamos sus deberes como adultos futuros. No es seguro que pensemos en su
segunda obligación, por la que nosotros mismos pasamos y que habitualmente se
presenta como un imperativo más exigente, para ellos, que el que nosotros les
planteamos.
De ahí que en ese
pasaje, a veces oscuro y estrecho, encuentren falsas salidas que los atrapan en
un bucle por más o menos tiempo. Una de ellas es la que los ata a un objeto del
que se convierten en devotos, sea un tóxico (drogas) o una pantalla (móvil,
videoconsola, ordenador). Otra es la que los frena en sus objetivos y los
inhibe en sus aprendizajes (fracaso escolar) o en sus decisiones. Y la última,
y seguramente la más espectacular
lunes, 24 de octubre de 2016
Violencia filio-parental: una salida fallida de la infancia
La Vanguardia, 24 de octubre de 2016
José Ramón Ubieto. Psicólogo clínico y psicoanalista
Salir de la infancia, atravesando esa “delicada transición”
(Víctor Hugo) que es la adolescencia, no es un asunto fácil. La prueba es que
muchas sociedades inventaron para ello sus ritos de paso, todos con la misma
secuencia: separación de la familia, exposición a pruebas con riesgo y
finalmente adquisición de un lugar en la sociedad de los adultos.
Freud incluso recurrió a la metáfora de un túnel
donde el adolescente tiene que cavar, al tiempo, una doble salida. La que le
llevará a obtener una identidad social como adulto responsable y la que le
otorgará su nueva identidad sexual.
Hacerse adulto implica, pues, separarse del universo
infantil en el que habitaban hasta entonces. De la protección de los padres, en
primer lugar, y de los objetos y sus modos de uso, propios de la infancia.
Esa separación siempre es dolorosa para los hijos y
para los padres, que también tienen que hacer ese tránsito y desprenderse de
los hijos-niños. Ejemplos cotidianos los encontramos en
jueves, 13 de octubre de 2016
¿Educamos para hacer buenos gestores emocionales o adultos responsables?
La Vanguardia. Jueves, 13 de octubre de 2016
El
aprendizaje socioemocional (SEL en inglés) está de moda. Aprender aquello que
las generaciones precedentes nos legaron queda en un segundo plano frente al
desafío de gestionar nuestras emociones. Sólo esto último nos hará libres y
emprendedores de nosotros mismos. Lo otro son ataduras de las que conviene
desprendernos.
El
yo se convierte así en el nuevo ídolo del panorama educativo. Y con él, el
cuerpo como sede principal de las emociones que embargan a ese nuevo individuo
autónomo y empoderado.
Para
ello nada mejor que empezar lo más pronto posible, en la guardería mismo donde
hay que dejar a los niños que decidan libremente sus actividades y horarios,
que den rienda suelta a sus emociones. Si es posible con la complacencia de sus
progenitores. ¿Para qué aferrarse a los hábitos cuando es posible construirse a
sí mismo en el aquí y ahora?
SEGUIR LEYENDO :
http://www.lavanguardia.com/vida/20161013/41948052536/el-divan-educacion-ninos-gestionar-emociones-adultos-responsables.html
lunes, 11 de julio de 2016
Conversar con adolescentes
La Vanguardia. Jueves, 7 de julio de 2016
La
primera tarea de todo adolescente es separase del mundo infantil del que
procede. Dejar sus juguetes, sus hábitos y también “abandonar” parcialmente a
sus padres, perderlos un poco de vista. Por eso cierran la puerta de su
habitación –primer signo inequívoco del cambio- y se niegan a salir de paseo
con los padres.
Ese
distanciamiento, necesario para llegar a ser adultos, se nota también en su
lenguaje. El nuestro se les vuelve antiguo, propio de “puretas”. Ahora toca
inventar otro o copiarlo de los amigos, la pandilla o los artistas admirados.
Un lenguaje provocativo, a ratos obsceno y desafiante. Un lenguaje que les
suene a auténtico, que diga de verdad lo que les pasa, sobre todo las nuevas
sensaciones que el cuerpo no cesa de transmitirles.
Los
adultos imaginamos que su única tarea es hacerse responsables, seguir sus
estudios y ocuparse de sus cosas, incluidas algunas tareas domesticas. Y esa es
una tarea que les corresponde, sin duda, pero no la única ni siquiera, para
ellos, la más importante. Tienen otra urgencia, otro amo que les exige más y
mejor que los padres y los profesores: su cuerpo sexuado.
Como
decía Freud, tienen que cavar una doble salida del túnel en el que se
encuentran. La que les pedimos para tener un lugar en la sociedad como adultos,
autónomos y responsables y la que el cuerpo no cesa de exigirles para estar a
la altura de esas nuevas sensaciones. Alcanzar, además de la identidad social,
una “identidad” sexual, un saber hacer con ese cuerpo que, por resultarles
extraño, les inquieta y les perturba.
Extraño
porque no reconocen lo que sienten y tienen que manipularlo para hacerlo suyo.
Para ello deben explorar territorios hasta entonces inéditos: la sexualidad,
los consumos, los deportes de riesgo, la violencia entre iguales, las marcas
corporales. De esta manera manipulan su cuerpo para domesticar esa especie de
fiera interior que no los deja tranquilos.
Ellos
van a lo suyo y parece que pueden prescindir de nosotros, no quieren que les
rallemos (o rayemos) con nuestros consejos y nuestras historias pasadas.
Conversar con ellos deviene una tarea titánica para no convertirla en un
monólogo.
La
clave está en
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