El reciente estreno de “Soy Nevenka”, película dirigida por Icíar Bollaín, nos recuerda el drama de esa joven que se vio forzada al exilio,hostigada por una parte importante de sus vecinos. Su historia recuerda el final de muchos casos de bullying, donde la víctima se ve obligada a cambiar de colegio y el acosador queda impunesocialmente.
El psicólogo clínico José Ramón Ubieto explica que “el ciberbullying no tiene sentido sin el bullying”. “Si te acosan desde Canadá, desconectas y ya está, pero si es tu compañero de clase, ya es otra cosa, porque tienes que medirte con él, darle una respuesta, y es cuando se reacciona con el silencio y la resignación. Es la prolongación del bullying gracias a la tecnología, todo empieza con un problema previo en su entorno”. Apunta que elbullyingse produce porque existe la mirada de una tercera o terceras personas: “En el escenario están el agresor y la víctima, pero hay otras personas viendo el espectáculo desde la platea y un cuarto elemento son los padres y profesores y sus actuaciones ante esta situación. El público es fundamental en estos casos y la mayoría tiene una actitud pasiva”.
Con un historial tormentoso de relaciones de pareja, en este
capítulo coincide de lleno con Trump: para ambos lo femenino es un obstáculo,
algo feo que se entromete en su camino. La otra coincidencia es el uso que
ambos hacen del lenguaje donde la injuria y el insulto es el tono habitual.
Insultar a alguien, decía el psicoanalista Jacques Lacan, es tratar de nombrar,
con esa palabra, algo del ser más íntimo de esa persona, algo suyo que se
escapa, que no puede ser reducido por la palabra. Ese no poder reducir –y
dominar- lo femenino los empuja a ambos a la obscenidad del insulto. Las
quieren petrificar de esta manera, fijarlas a ese insulto. Degradarlas a un
objeto de desecho, un pelele al que atizar.
El estado natural del adolescente es el acoso, acoso de
su cuerpo púber. La tentación es desplazar ese acoso a un chivo expiatorio.
Manipular el cuerpo del otro para dejar el suyo a salvo. Y todo esto en grupo,
como falsa solución para salir del atolladero de la pubertad[1].
Los testimonios que encontramos en la clínica y en la
literatura nos confirman el carácter traumático de ese acontecimiento, que deja
huellas indelebles y singulares, hasta el punto que a veces tienen que pasar
décadas para poder hablar de ello[2].
El bullying es además un síntoma social que forma parte
del malestar en la civilización. Analizarlo implica tomar en cuenta dos ejes:
aquello que aparece ligado al momento histórico donde emerge y lo atemporal: aquello
que lo conecta con el pasado y con las razones de estructura. En el caso del
bullying, lo que no cambia, aquello que permanece fijo, es la voluntad de
dominio y la satisfacción cruel que algunos sujetos encuentran al someter a
otros a su capricho, para así defenderse del desamparo ante lo nuevo. Eso ha
existido siempre como el ejercicio del matonismo en la escuela, fundado en el
goce que proporciona la humillación del otro, la satisfacción cruel de insultar
y golpear a la víctima.
¿Qué habría de nuevo en nuestra época para explicar las
formas actuales que toma este fenómeno? Por una parte, el eclipse de la
autoridad encarnada tradicionalmente por la figura del padre y sus derivados
(maestro, cura, gobernante); la importancia creciente de la mirada y la imagen
como una nueva fuente privilegiada de goce en la cultura digital -junto a la
satisfacción de mirar y gozar viendo al otro-víctima, hay también el pánico a
ocupar ese lugar de segregado, quedar así invisible, overlocked[3]-;
la desorientación adolescente respecto a las identidades sexuales y el
desamparo del adolescente ante la pobre manifestación de lo que quieren los
adultos por él en la vida, y la subsecuente banalización del futuro.
Esta soledad ante los adultos y la vida supone una
dificultad no desdeñable para interpretar las fantasías y las realidades que
puede llevar al extravío y a la soledad. Entre los refugios encontrados en los
semejantes, la pareja del acoso es una solución temporal.
Estos cuatro elementos convergen en un objetivo básico
del acoso que no es otro que evitar afrontar la soledad de la metamorfosis
adolescente y optar por atentar contra la singularidad de la víctima. Esta
“fórmula” genera un tiempo de detenimiento en la evolución personal. Elegir en
el otro sus signos supuestamente “extraños” (gordo, autista, torpe) y rechazar
lo enigmático, esa diferencia que supone algo intolerable para cada uno, es una
crueldad contra lo más íntimo del sujeto que resuena en cada uno y cuestiona
nuestra propia manera de hacer.
La escena del
acoso: 4 elementos y un nudo
Una lectura que el psicoanálisis nos permite hacer del bullying es que se trata básicamente de
una escena, un cuerpo a cuerpo en el que participan varios. Nuestra lectura no
puede ignorar lo pulsional como clave subjetiva. Hay una intencionalidad
agresiva que propone un destino a la pulsión sádica; una continuidad de la
escena fija y un desequilibrio acosador-acosado marcada por la falta de
respuesta de la víctima, por su inhibición ante ese acoso. La víctima es
elegida por su silencio, su imposibilidad de responder.
La escena del acoso incluye al acosador, la víctima, los
testigos y el Otro adulto (padres, docentes), que no está pero al que se dirige
también el espectáculo. Lo que los embrolla es la subjetividad y sus impasses,
que pasa básicamente por hacer algo con el cuerpo que se les revela como un
misterio, pero un misterio que habla y esa extranjeridad (otredad) los perturba
e inquieta. Lacan lo anticipaba en 1967 cuando en una de las clases de su
seminario decía “El Otro, en última instancia y si ustedes todavía no lo han
adivinado, el Otro, tal como allí está escrito, ¡es el cuerpo!”[4]
De allí que la acción resulte inevitable, y manipular el
cuerpo del chivo expiatorio bajo formas diversas: ninguneo (dejarlo de lado),
insultos (injuriarlo), agresión (golpearlo), sea una solución temporal para
calmar la angustia. Para los testigos es crucial no quedar del lado de los
pringaos, aquellos designados como chivos expiatorios. La escena del acoso –en
su dimensión de acting-out-, es una
escena que daría acceso a un cierto goce del cuerpo del otro a través del
grupo, si seguimos las indicaciones de JAM en su texto “En dirección a la
adolescencia“.[5]
Una escena, pues, alrededor de “la extraña pareja” que
cada sujeto forma con el objeto innombrable. Una pareja donde el amor/odio se
confunden y como uno de los protagonistas de la película Bully –inspirada en sucesos reales- que se deja maltratar por su
mejor amigo a la espera de ese signo de amor que nunca llega. [6]
José R. Ubieto, psicoanalista en Barcelona. Miembro de la
AMP y de la ELP. Profesor de la UOC. Co-autor de “Bullying. Una falsa salida para los adolescentes”
[1] Ubieto, J.R.(2016). Bullying. Una falsa salida para los adolescentes,
Barcelona: Ned
[2] Ubieto, J.R.(2016).
“Testimonios literarios del Bullying”. En La Vanguardia. Cultura(s).Sábado 20 de
febrero de 2016. Disponible en Internet.
[3]. Lacan, J.
(2014). El Seminario. Libro 6. El
deseo y su interpretación (1958-59). Barcelona: Paidós, p.29
[4]Lacan, J. (1967).
El Seminario. Libro 14. La lógica del fantasma (1966-67). Inédito.
[5]Miller, J.A. (2016). “En dirección a la adolescencia”. En El Psicoanálisis, número 28, p.15-26.
Entrevista a José Ramón Ubieto. Psicoanalista y profesor de la UOC El acoso escolar es un cuerpo a cuerpo, una manera de salvaguardar el acoso que todo adolescente experimenta en la pubertad tomando al otro como chivo expiatorio y refugiandose en el grupo que, a veces, opera con la misma lógica de la manada...
José Ramón Ubieto es uno de los mayores especialistas de España en el campo de la adolescencia. Este psicólogo clínico, miembro de la Asociación Mundial de Psicoanálisis y profesor en la Universitat Oberta de Catalunya, ha dirigido el trabajo “Bullying. Una falsa salida para los adolescentes” (Ned Ediciones), galardonado con el Premio Ángel Garma al mejor trabajo de psicoanálisis. Ayer abría en Vigo la quinta Xornada de Saúde Emocional na Infancia e na Adolescencia, con la conferencia inaugural sobre “Axúdanos falar de mozos violentos?”
Se habla de bullying y de otros fenómenos como el de padres que sufren el acoso de sus hijos. ¿Estamos ante un aumento de la violencia o es que ahora se conoce mejor y se denuncia más?
Probablemente son las dos cosas. Por un lado se conoce mejor, es mucho más visible; estamos más pendientes de estas situaciones, pero eso no necesariamente quiere decir que haya un aumento exponencial.
Psicólogo clínico y psicoanalista. Profesor de la UOC.
Autor de “TDAH. Hablar con el cuerpo”, “Bullying. Una falsa salida para los adolescentes”
(ed.) y “Niñ@s Híper” (con Marino Pérez-Álvarez).
Leer los trastornos de conducta exige, de entrada,
explicitar el marco donde se encuadran porque desde los conceptos y palabras
con los que los definimos hasta sus coordenadas básicas (etiología,
comorbilidad, incidencia social) ya determinan esa lectura.
Los metanálisis mostrados[1]
derivan de una concepción de las problemáticas conductuales derivada del marco
DSM como referencia teórica (e ideológica) que aunque se plantee como aséptica
y ateórica, no lo es en absoluto.
En el DSM estas problemáticas conductuales tienen
nombre propio: TDAH (impulsividad), TOD (desafío, confrontación), TC
(violencias varias) y conllevan ya un programa de actuación muy definido y que
incluye la psiquiatrización y psicologización con, en muchos casos, una
posterior medicalización e incluso una judicialización de esas conductas (TC).
El problema de optar por este marco es que deja de
lado otras “problemáticas conductuales” muy importantes, aunque a veces sean
más discretas: parasitismo (adicciones), inhibición (fracaso escolar,
aislamientos voluntarios) o estados melancólicos y desvitalizados (depresión,
suicidio, autolesiones).
Es relevante que en una gran mayoría de los casos de
masacres escolares, protagonizados por adolescentes “discretos”, donde no había
registros anteriores de “problemáticas conductuales” explicitas, lo que sí se
constata son
Con él hemos charlado de este trabajo, pero también de otras cuestiones de interés relacionadas con el bullying o acoso escolar. ¡No te lo pierdas!
¿Qué aporta esta lectura a un tema de actualidad como es el bullying?
‘Bullying. Una falsa salida para los adolescentes’, una obra de José Ramón UbietoOfrece
una mirada distinta tomando la perspectiva de la significación
psicológica del acoso para todos los participantes (victima, victimario,
testigos y adultos) y poniendo énfasis, en el caso de los adolescentes, del momento vital que atraviesan;
especialmente en el tratamiento que tienen que hacer de su cuerpo -que
se les presenta como algo nuevo y extraño- y que, en cierto modo, los
acosa con sus nuevas sensaciones de carácter sexual. También toma en
cuenta los cambios sociales en lo que afecta a las figuras de autoridad y
al papel creciente de la mirada y la imagen como elementos
omnipresentes, a través de la realidad digital, en las infancias y
adolescencias del siglo XXI.
¿Qué análisis se realiza en el libro del acoso escolar y desde qué perspectiva?
El análisis es interdisciplinar y fruto de una investigación realizada durante un año.
Las hipótesis de trabajo se orientan a la experiencia educativa, social
y clínica de los autores y, en especial, a las aportaciones del
psicoanálisis. La idea es que el acoso es una escena con cuatro
elementos: victima, victimario, testigos y adultos. Cuando los
adolescentes se sienten “acosados” por la pubertad y sus
transformaciones en el cuerpo y en la imagen tienen la tentación de
elegir un chivo expiatorio para que pague por todos.
Manipulando, ninguneando y golpeando el cuerpo del otro creen,
ilusoriamente, que su cuerpo queda a resguardo del acoso. En el caso de
las chicas la forma principal es la marginación, el ninguneo y en los
chicos aparece más el acoso físico.
El acoso es una escena con cuatro elementos: victima, victimario, testigos y adultos
¿Cuál es el perfil del estudiante que adquiere el rol de ‘acosador’? ¿Qué le lleva a desarrollar este comportamiento?
No hay un perfil claro como tampoco de las víctimas. Cualquiera puede ocupar alguno de los lugares que implica la escena del bullying.
De hecho, observamos como a veces –no necesariamente siempre- los
agresores han sido antes víctimas de otras situaciones de abuso
(maltratos, abusos sexuales) e incluso de bullying. Pueden presentar
conductas desafiantes frentes a los padres y los profesores (y adultos
en general); actitudes de desprecio y abuso hacia otros compañeros; bajo
rendimiento académico; no suelen tener mucho buena opinión del ambiente
de la escuela; y, aunque a veces lo escondan, tampoco tienen muy buena
percepción de sí mismos. En el fondo se sienten unos frikis y/o ‘pringaos’ pero hacen un esfuerzo para imputar esta situación a las víctimas. Cuando no son los líderes del acoso, son chicos fácilmente influenciables por otros.
En el caso del estudiante que lo sufre, ¿se puede hablar de una personalidad o forma de ser concreta?
Tampoco. Pareciera
que tener un rasgo de debilidad o de diferencia los hace más
vulnerables y si bien eso es cierto en muchos casos, no siempre funciona
así. Hay niños ‘débiles’ que, por eso mismo, son protegidos
por el grupo sin sufrir acoso e igualmente los hay con diferencias
marcadas que, en lugar de hacerlos vulnerables, los hace dignos de ser
admirados. Su ‘frikismo’ puede ser tomado como algo a imitar. Lo que sí
encontramos como rasgo característico de la víctima es que es alguien
que ante una intimidación no puede responder y queda callado frente al
acoso. Ese no poder responder es lo que los acosadores captan enseguida y
los convierte en víctimas. Las razones de esa inhibición son diversas y
tienen que ver con la historia personal de cada uno y cada una.
¿Están los centros escolares y los docentes preparados para afrontar el acoso escolar? ¿Qué recomendaciones les daría?
Ese no poder responder es lo que los acosadores captan enseguida y los convierte en víctimas
Es
difícil generalizar porque las situaciones son muy diversas. Hay
centros con planes de convivencia y con docentes sensibilizados y
formados, y otros donde se trata de negar la existencia de cualquier
conflicto pensando, vanamente, que así el problema se esfuma. Creo que todos los centros deberían ser conscientes que este problema existe.
La primera recomendación es que se sensibilicen y piensen en el
significado y en el impacto del problema. Una vez hecho esto, hay que
pensar cómo intervenir en términos globales (convivencia), más que de
una manera reactiva, cuando pasa algo. Deben anticiparse a las
dificultades. Y eso requiere también plantearse la participación y la
corresponsabilidad de todos los agentes (alumnos, padres y docentes) ya
que esto no es un asunto de dos (víctima y agresor) sino de toda la
comunidad educativa.
¿Qué herramientas y recursos considera adecuados para poner fin a esta práctica?
Con estos supuestos asegurados no es complicado encontrar mecanismos concretos para definir ese plan de convivencia. Hace
falta sistemas de detección que combinen las tutorías y los espacios
abiertos de conversación con los alumnos, junto a algunos recursos más
anónimos de denuncia: existen buzones, correos electrónicos y apps que permiten esto. Pero lo primero es crear un clima de confianza que permita hablar del tema abiertamente.
También las fórmulas de tutoría entre iguales se han revelado útiles.
Cuando nada de esto funciona queda, lógicamente, el recurso judicial
(denuncia).
¿Hay temor al hablar de bullying?
Sí, hay temor y existe esa falsa idea de que callar sobre un conflicto lo anula.
Temor porque el acoso es una violencia y sobre todo es una crueldad, un
sadismo que nos angustia ya que conecta con lo más íntimo de cada uno
de nosotros. No son conductas psicopáticas propias de personajes
‘monstruosos’ psíquicamente. Cualquiera puede pasar al acto si se dan
las condiciones. Es esa disposición tan general lo que nos produce
temor. Por otra parte, algunos centros temen que hablar de conflictos
ahuyente a las familias de potenciales alumnos y prefieren ocultar los
hechos dejando solos a aquellos más vulnerables.
Por último, un pequeño test. ¿Qué le sugieren las siguientes palabras?
– Adolescencia: Encontrar la salida del túnel que nos lleva de lo infantil a lo adulto superando la extrañeza de un cuerpo nuevo y exigente.
– Violencia: Cuando la palabra no logra traducir las sensaciones y el sujeto se siente desbordado y fracasado.
– Sensibilidad: Saber escucharse a sí mismo y conectar con los deseos, pero también con las dificultades.
– Escuela: La oportunidad de aprender, de jugar, de investigar y de estar con otros con la finalidad última de hacerse mayor.
– Miedo:
Algo que nos alerta de un peligro pero también algo que nos puede
paralizar si no somos capaces de ‘decir’ esa angustia en nuestra lengua,
dándole así una forma aceptable.
"Bullying, una falsa salida para los
adolescentes" gana el III Premio Ángel Garma al mejor trabajo de
psicoanálisis
Barcelona,
diciembre de 2017
El psicoanalista y psicólogo clínico José Ramón Ubieto recibió el III Premio
Ángel Garma al mejor trabajo de psicoanálisis por la edición del libro "Bullying,
Una falsa salida para los adolescentes" (Ned Ediciones/2016) convocado
por la Asociación Española de Neuropsiquiatría.
Este libro
trata un tema que sigue cada vez – y por desgracia - más presente en los medios
de comunicación. José Ramón Ubieto y el resto de autores (Lourdes Aramburu,
Ramón Almirall, Lidia Ramírez, Enric Roldán y Francesc Vilà) que escriben
"Bullying, Una falsa salida para los adolescentes"destacan que la
tentación del bullying aparece como una falsa salida en la que manipular el
cuerpo del otro bajo formas diversas (ninguneo, agresión, exclusión, injuria)
les permite poner a resguardo el suyo. Para eso hay que designar un chivo
expiatorio, golpear y destruir esa diferencia que se le imputa a la víctima.
Abordar el acoso implica acompañar a esos jóvenes en su delicado tránsito por
el nuevo mundo que sucede en la adolescencia.
La asociación
Española de Neuropsiquiatría convoca el premio Ángel Garma (que homenajea al
psicoanalista bilbaíno) y pretende ser un
Charlamos con José Ramón Ubieto, psicoanalista,
miembro de la Escuela Lacaniana de Psicoanálisis y profesor de la UOC sobre Bullying, suicidios, ritos de paso, desamparo digital, el Otro digital...con Javier del Pino y José Martí-Gómez.
¿Por qué
califica de «falsa salida» el acoso escolar?
Porque el bullying es una manera de tratar un problema de los propios
adolescentes, que descubren que el cuerpo que hasta ahora no les llamaba la
atención, de repente les sorprende, les interroga. Estos chicos tienen una
tentación: para quedar tranquilos con su cuerpo manipulan el del otro. Es una
manera de salir de ese impase. Entonces tratan de tomar un chivo expiatorio, que
suele ser el gordo de la clase, la chica que tiene demasiado éxito con los
chicos, el autista... Es una manera de demostrar que ellos no están seguros de
sí mismos. No es que les ayude a salir del problema, es delegar el problema en
otros.
¿Cómo ayudar
a los jóvenes que pasan por este proceso para que no se conviertan en unos
acosadores?
Los padres, profesores y psicólogos debemos buscar
Un estudio coordinado por José Ramón Ubieto concluye que el acoso es una falsa salida del túnel de la pubertad
IMMA FERNÁNDEZ / BARCELONA
El Periódico. Jueves, 27 de abril del 2017 “Si te acosan, le pegas una hostia. Uno tiene que defenderse”.
He aquí la respuesta mayoritaria, en escolares de secundaria de
Barcelona, en un estudio coordinado por el psicólogo y pedagogo José Ramón Ubieto
sobre el 'bullying'. Una respuesta inapropiada que él asocia al
“apáñatelas como puedas, la solución individual”, alzada erróneamente
como valor social. “Pedir ayuda a un adolescente le resulta vergonzante,
se considera cosa de ‘nenazas”. La investigación, recogida en el libro ‘Bullying: una falsa salida para los adolescentes’,
constata la hipótesis de entender el acoso como una escena, un 'show'.
Participan, además de víctima y victimario, los testigos: el público
necesario que da sentido a la actuación. “Sin público no hay
espectáculo.
OTRAS COLABORACIONES DIA INTERNACIONAL CONTRA EL ACOSO ESCOLAR. 2 DE MAYO:
Mayte González entrevista al psicoanalista experto en acoso escolar José Ramón Ubieto, que participa en unas jornadas sobre la materia organizadas por la Fundación Paideia. La influencia de las nuevas tecnologías y el papel de las familias y de los docentes son algunos de los asuntos que se abordan en la entrevista.
Publicado en Virtualia, revista digital de la EOL, num 32. 2016
La idea de acción lacaniana, introducida por Jacques-Alain Miller,
plantea como objetivo la incidencia de la orientación lacaniana en los
ámbitos políticos y sociales a través de la política propia del
psicoanálisis, que no es otra que la política del síntoma.
La frase de Lacan: "Mejor pues que renuncie quien no pueda unir a
su horizonte la subjetividad de su época" [1] alude a eso mismo. Como
recordaba Miquel Bassols, se trata de una cuestión ética: "Allí donde
está la subjetividad de la época, allí el analista debe advenir". [2]
Leer los síntomas contemporáneos a partir de estas indicaciones nos
permite situar el estatuto de esos síntomas de otra manera que la
propuesta por la psicosociología o el cientificismo al uso.
¿Qué nos enseña, pues, el psicoanálisis sobre el bullying,
tomado como fenómeno social actual? Sin ánimo de exhaustividad quisiera
plantear algunas tesis verificadas a través de una investigación entre
varios publicada recientemente como Bullying. Una falsa salida para los adolescentes. [3]
La
Vanguardia. Tendencias, 21 de setiembre de 2016
José R. Ubieto. Co-autor de
“Bullying. Una falsa salida para los adolescentes”
El 80% de
los casos de acoso entre menores viene por el WhatsApp
El ciberbullying, parafraseando a Clausewitz, es la continuación del bullying por otros medios. Sin el acoso
presencial, el digital perdería fuelle y potencia. Hace falta verse las caras y
mirarse porque el acoso es siempre un cuerpo a cuerpo. De allí que el reciente
estudio de la Fundación Anar (http://www.anar.org/estudio-ciberbullying/)
destaque que éste se produce normalmente en el propio colegio, en la clase, en
los lavabos o en el patio. Si solo se tratase de la red, sin anclaje en lo
presencial, la distancia y el anonimato lo haría más inocuo.
Otro dato relevante es que elWhatsAppes laaplicaciónmás utilizada para ello: más del 80%
de los casos de acoso se producen a través de esta app. Eso tiene su lógica
porque esta app funciona, en estos casos, en base a grupos de alumnos/as de la
clase. Es allí, en esa comunidad virtual, donde se produce el acoso. Ellos son
el público necesario para la escena que requiere de la “extraña pareja”
acosado-acosador, pero sobre todo del grupo de testigos que son el público que
jalea o calla, pero que asisten al espectáculo. Sin ellos el telón caería
rápido.
El verano se acaba y la vuelta al
Insti es percibida por ellos y ellas con cierta ambivalencia. La curiosidad por
los rencuentros se mezcla con alguna inquietud por todo aquello que huele a
incertidumbre. Los profes, los exámenes cuando lleguen, pero sobre todo los
amigos y amigas. Las dudas sobre el papel que le espera a cada uno en ese nuevo
curso.
El pánico hoy, para muchos
adolescentes, es permanecer invisibles y marginados de la pandilla, virtual o
presencial. Que nadie se fije en ellos, que queden situados en el bando de los frikis o pringaos, esos que nunca
recibirían un like ni optarían jamás
al título de popus y menos al de superpopus.
Para conjurar ese temor cada uno debe buscar sus alianzas, y en caso de
conflicto estar atento para no terminar siendo objeto de acoso o burla,
confundido en esa tribu de excluidos.
Esos temores están directamente
relacionados a la cohabitación que todos tienen que lograr con su nuevo cuerpo
púber. Si hasta entonces el cuerpo infantil funcionaba por defecto, ahora hay
que manipularlo para domesticar esos signos extraños que no para de enviar: temblores,
excitaciones, escalofríos, molestias y decepciones por sus formas y
volúmenes…Para hacerse con ese cuerpo hay que manipularlo con lo que se tiene a
mano: tatuajes, dieta, gimnasia, alcohol, porros, ropa, peinados.
Organizado por El Casalet, el Centre de Recursos Pedagògics y el Centre d'Estudis de
L'Hospitalet
¿Por qué tanto silencio sobre el bullying?
El pasado miércoles 13 de abril participamos en la presentación del libro
"Bullying. Una falsa salida para los adolescentes" (Ned ediciones) en
el centro Tecla Sala de L'Hospitalet. Con una nutrida asistencia de
profesionales, técnicos, responsables institucionales y padres. Las entidades
organizadoras, con Enric Roldán, co-autor del libro y activo miembro de la comunidad
educativa como maestro de ceremonias, dieron buena muestra de su interés y de su
presencia en la ciudad así como de su hospitalidad y acogimiento presentes en
el topónimo y, como nos recordó Enric Roldán
también en el escudo de la ciudad.
De los diversos temas planteados desde la mesa, compuesta por Juan
Carlos Arévalo y Montse Zaera (INS Bellvitge), Carme Fernández (EAIA), Begonya
Gasch y Miriam Pérez (Fundació El Llindar), Manuel Domínguez (CEL'H) y Ramon
Almirall y José R. Ubieto (co-autores), querría señalar uno: el silencio de
unos y otros sobre el acoso.
Freud se confrontó, tras la primera guerra mundial