viernes, 4 de abril de 2014

Entrevista en "La Voz de Galicia"





La Voz de Galicia | A CORUÑA | Viernes, 4 de abril del 2014


«Nadie sale de la crisis solo, sino con los otros»

José Ramón Ubieto (Sabiñánigo-  Huesca, 1958), miembro de la Asociación Mundial de Psicoanálisis  y de la Escuela Lacaniana de Psicoanálisis, participará en la jornada que el Instituto del Campo Freudiano llevará a cabo, hoy y mañana, en la Fundación Paideia bajo el título “La crisis... del discurso actual”. 



—¿En qué se ha notado ese cambio de discurso?
—No sólo ha cambiado en las cuestiones económicas y materiales, sino también en muchos aspectos de las relaciones familiares y sociales es relevante si tomamos la perspectiva del 2008 hasta ahora. Hay estudios que constatan los efectos, que han aumentado las consultas por temas de depresión, ansiedad y el aumento del consumo de alcohol o cannabis. Hay otras cuestiones que también se dan, como un aumento de la tasa de suicidios los primeros años de la crisis, aunque después se estabiliza.

—La depresión parece un proceso previsible de la crisis.
—Los hombres de mediana edad, entre 40 y 55 años, son el sector que sale más afectado por la crisis. Antes de la crisis se estimaba que el 85 % de los sustentadores de los hogares eran hombres y en estos momentos el porcentaje se ha reducido en un 50 %. Eso quiere decir que hay un sector de la población que ha perdido el trabajo, sus perspectivas de recuperarlo son escasas y tienen sentimiento de inutilidad, que tiene un efecto depresivo.

—¿Le cuesta más al hombre ese tipo de cambio de roles?
—Los procesos de transformación social son lentos y es evidente que el cambio respecto a lo masculino hace tiempo que está en crisis. Ese declive tiene que ver con el de otra figura muy importante, que es el padre. La crisis lo que ha hecho, en algunos casos, es exacerbarlo y eso supone para los hombres un reajuste y repensar su lugar en lo social y la familia. Algunos pueden reubicarse, pero para otros es difícil y hay que pensar que algunos problemas de violencia de género que vemos tienen que ver con respuestas reactivas frente a esta pérdida de su referencia. Algunos se agreden a sí mismos y también hay casos que agreden a otros, tanto con la violencia de género o con el populismo, con el resurgir de los discursos xenófobos y de extrema derecha.

—¿Por qué no actúa la educación como freno?
—La educación tiene muchas virtudes, pero es un error que cometemos constantemente atribuir los déficits o conflictos a un problema de educación. La paradoja es que adolescentes que han sido educados, socializados, cultivados a partir de las teorías de género y acciones preventivas, reproducen algunos patrones de maltrato y de relaciones de abuso a la pareja. Hay que pensar que no todo se resuelve con la educación, sino que tiene que ver con lo que Freud, en su momento, denominó la pulsión de muerte. Partimos de la idea de que el hombre busca la felicidad, pero Freud nos advertía que a veces se puede autodestruir. Hay aspectos que tienen que ver con la responsabilidad no con la educación.

—¿Cuáles serían las pautas que recomendaría ante la crisis?
—Uno tiene que hacer un duelo, porque es una pérdida en muchos sentidos, asumir que va a haber un cambio, repensar las prioridades y confiar en que cada uno tiene un deseo que le motiva y debe ponerlo en juego y hacerlo con los otros. Nadie sale de la crisis solo, hay que buscar el encuentro con los otros en un mundo como el actual de las tecnologías online que tienden a separarnos.

—¿Demoniza la tecnología?
—Al respecto no debemos de ser ni apocalípticos ni integrados. Me refiero a que las tecnologías digitales no pueden substituir a las personas físicas. La idealización de las relaciones virtuales es un error.