lunes, 30 de mayo de 2016

VIOLENCIA, AGRESIVIDAD Y CRUELDAD




“Son palabras que todos repetimos sintiendo
como nuestras, y vuelan. Son más que lo mentado.
Son lo más necesario: lo que no tiene nombre.
Son gritos en el cielo, y en la tierra son actos.”
Gabriel Celaya. La poesia es una arma cargada de futuro
    
"Las palabras tienen un poder mágico. Pueden proporcionar la mayor felicidad o la más profunda desesperanza. Pueden transmitir el conocimiento de maestro a estudiante; las palabras capacitan al orador para influir en su audiencia y dictar sus decisiones. Las palabras son capaces de despertar las emociones más poderosas e incitar todas las acciones de los hombres".
Sigmund Freud. “Psicoterapia por el espíritu”

El poder de la palabra ha sido reconocido por poetas, psicoanalistas y, por supuesto, lingüistas y otros pensadores. El uso que hacemos de ellas no es nunca inocuo y de allí que convenga mantener una posición siempre crítica y atenta al respecto.

Violencia es uno de esos términos prêt-à-porter que usamos de manera generalizada, y por tanto abusiva, para describir fenómenos muy diversos. Lo confundimos también con otros como agresividad o crueldad que, sin embargo no son idénticos. Por ello quisiera, brevemente, diferenciar estos tres términos.

La distinción clásica entre agresividad y violencia  hace referencia al carácter individual y subjetivo de la primera frente al carácter social y colectivo de la segunda. La agresividad se presenta como una potencialidad del individuo que, según las teorías, puede estar ligada a lo instintual o a la formación del sujeto.

jueves, 19 de mayo de 2016

La presión por la maternidad a los 40





Las cifran tienen desde un valor mágico, les atribuimos propiedades y significaciones especiales, como cuando nos referimos a la edad: 1, 15, 18, 40. Esta última se acompaña además de la coletilla: “la crisis de los …” que parece indicar un rasgo generacional compartido. Los varones sentirían los primeros signos de un cierto declive, manifestado en síntomas corporales diversos, y algunas (cada vez más) mujeres se enfrentan a una decisión vital: ser o no ser madre.

Si antes ese dilema se resolvía a los 20 o máximo al inicio de la treintena, hoy el rol activo de la mujer, en todos los ámbitos, les permite elegir otros destinos distintos a la maternidad. Se puede desarrollar una carrera profesional o darse un tiempo largo para consolidar una relación de pareja antes de optar por tener hijos. Los avances médicos ayudan también a retrasar esa decisión.

Sea como sea es raro la mujer que, no habiendo tenido hijos antes, no se enfrente a esa Krisis de los 40......

Ver artículo completo:
http://www.lavanguardia.com/vida/20160518/401875899428/el-divan-maternidad-crisis-mujeres-los-40.html

viernes, 13 de mayo de 2016

¿Con qué intención educamos: gestion emocional o hacer (se) adultos?






“A decir verdad, no es obligatorio que el hombre sea educado, ya que él realiza su educación solo.  De una manera u otra, se educa. Hace falta que aprenda algo, que sude la gota gorda, y los educadores son personas que creen poder ayudarlo. Piensan incluso que hay un mínimo para dar a fin de que los hombres sean hombres, y que esto pasa por la educación. No están en absoluto errados: se necesita, en efecto, cierta educación para que  los hombres lleguen a soportarse entre sí
Jacques Lacan. El triunfo de la religión

“Me evadí en 1940 con el futuro capellán de Vercors. Poco tiempo después de la evasión nos encontramos en el pueblo de Drȏme donde él era cura y donde daba certificados de bautismo a los Israelitas, siempre a condición de bautizarlos. (Le pregunté) –¿Desde cuándo confiesa usted? –Desde hace unos quince años. -¿Y qué le ha enseñado de los hombres la confesión? –Sabe usted, la confesión no enseña nada porque cuando uno confiesa uno es otro, está la Gracia. Y por lo tanto... De entrada la gente es mucho más desdichada de lo que uno cree y además... Levantó sus brazos de leñador en la noche estrellada: ...Y además, en el fondo, es que no hay personas mayores.”
 Andrè Malraux. Antimemorias



La educación tiene como objetivo final que el sujeto alcance el máximo grado posible de autonomía, que le permita apropiarse de su vida y definir sus propias metas con su estilo propio. Tomará sus referencias de sus educadores pero será ya él quien se haga cargo de su realidad.

Establecer metas es pues un principio básico de la educación. Es el educador quién debe ayudar a las familias a definirlas, tomando en cuenta las dificultades pero sobre todo los recursos y los deseos de las propias familias. En el modelo tradicional de la educación era el educador quien establecía, de manera unilateral, esas metas y explicitaba así su intencionalidad educativa. Hoy ese esquema es ya impensable al margen de los principios de participación y co-responsabilidad.

viernes, 6 de mayo de 2016

¿Padres perfectos? No, gracias






La Vanguardia, jueves 5 de mayo de 2016

Es muy común hoy que madres y padres jóvenes, incluso algunos rozando la madurez, se pregunten, no sin cierta angustia, sobre su paternidad: ¿lo estaremos haciendo bien? ¿La permisividad no los volverá caprichosos y poco dados al esfuerzo? ¿Y si nos pasamos de duros y coartamos así su autonomía y su creatividad? ¿Cómo encontrar la justa medida, ese equilibrio entre la exigencia y el dejar hacer? ¿Habría un manual o una prueba que nos evalúe y nos dé una evidencia científica de nuestra capacidad como madres y padres?

Lamento decirles que ese test mágico no existe pero les daré una pista: ¿conocen a Homer Simpson? Seguro que a la mayoría les suena porque han visto la serie o al menos han oído a sus hijos hablar de ella. Les propongo que evalúen al bueno de Homer, entre 0-10, y luego se autoevalúen ustedes. Si igualan o superan en nota a Homer pueden estar tranquilos, no lo están haciendo tan mal.

¿Se trata de una broma? Sí y no. Este ejercicio vengo realizándolo hace tiempo con muchos grupos de padres y profesionales de la educación o la salud. Sirve para romper el hielo y para constatar un hecho fundamental: no hay que perseguir al padre/madre perfecto. No existe y cuando encontramos a alguien parecido es una catástrofe. La clínica nos ofrece abundantes ejemplos, así como el arte. Lean la novela de Patricia Highsmith “Gente que llama a la puerta” o vean la película de Peter Weir “El club de los poetas muertos”.

Entenderán porque decimos que cuando un padre quiere colocarse en el lugar del padre perfecto, sin fallas ni debilidades, produce una asfixia en los hijos que suele acabar de la peor manera. No les deja ningún lugar para que ellos encuentren su propio camino. Es el drama de muchas celebridades que ven como sus hijos quedan anulados ante ese ideal paterno inalcanzable.

Un padre o una madre imperfecta –es el caso de Homer Simpson- ofrecen, en cambio, muchas virtudes a los hijos al permitirles mejorar algo de esas fallas y encontrar así una causa para superarse en la vida. Les advierte además, al elegir pareja o profesión, de los límites reales que existen, constatados ya en su propia familia.

Les propongo, pues, otro ejercicio: deletrear en la palabra PADRE algunas funciones básicas de lo que podría ser hacer de padre hoy:

Prohibir cuando es necesario decir NO para proteger a los hijos de un exceso (abuso de drogas, malas compañías, uso escesico de las pantallas: consolas, móviles, tablets,..).

Acompañar las vidas y preocupaciones de los hijos, estar a su lado en las dificultades, saber qué les pasa y no sólo esperar que hagan lo que les pedimos. Decirles lo que pensamos aunque nos respondan “no me rayes”. Lo que digamos quedará guardado para ser usado cuando convenga.

Disimular cuando hay que dejarles tiempo y lugar para explorar y equivocarse, como nosotros mismos hicimos

Renunciar a saberlo todo, a controlarlo todo, a dárselo todo, a ser los únicos responsables de su vida y de sus decisiones...Ellos también eligen y deben hacerse cargo de las consecuencias de esas elecciones.

Estimular en ellos el gusto por vivir, la alegría de disfrutar, darles un SI a sus invenciones y a sus propuestas (de pareja, profesionales,..).