lunes, 25 de julio de 2016

La rabia. Masacre en Munich





La Vanguardia. Internacional, 24/07/2016

Entender las razones que llevan a un joven de 18 años a asesinar a sangre fría a otros jóvenes no es fácil. Sobre todo cuando él no puede explicarlas porque ha decidido a continuación suicidarse. En este caso tenemos algunos datos que nos permiten formular, con prudencia, algunas hipótesis para tratar de explicarnos el sinsentido de esta matanza. Datos policiales y lo que equivaldría a la carta del suicida: la conversación que mantuvo con un vecino mientras disparaba, y que éste difundió posteriormente por las redes sociales.

En esa conversación Ali Sonboly le confiesa que él fue acosado durante siete años y la policía informa que sufrió también un ataque donde fue golpeado, hace algún tiempo, por unos jóvenes delincuentes.
 
Este último dato tendría poco valor si no fuera en el contexto de una humillación larga y continuada como es la que sufren las víctimas del bullying. Sus secuelas son evidentes y sabemos que dejan huellas indelebles. Algunas toman la forma de una depresión....

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lunes, 18 de julio de 2016

¿Por qué se suicidan (y lo retransmiten) los adolescentes?






La Vanguardia, 14 de julio de 2016.

La chica francesa de 19 años se arrojó hace unas semanas a las vías de un tren, al tiempo que filmaba su acto con el móvil y lo retransmitía por Periscope. Parece ser que acompañó su gesto de una denuncia, en forma de grito, sobre una presunta violación. No fue un acto impulsivo, antes había enviado un sms a un conocido explicándole las causas de su suicidio y, en el previo de su acto, ella anuncia que lo que van a ver a continuación «no está hecho para hacer ruido» sino «para hacer reaccionar a la gente, abrir las mentes».

Las razones que empujan a alguien a suicidarse, adolescente o adulto, son diversas y muchas veces opacas incluso para ellos mismos. Un factor común suele ser el convencimiento íntimo del sujeto de haber llegado a un momento de su vida en el que su dignidad o su valor han desaparecido o lo harán pronto. Se sienten objetos sin valor, sin bienes, a veces sin honor, y en ocasiones usados como instrumentos por el otro.

lunes, 11 de julio de 2016

Conversar con adolescentes







La Vanguardia. Jueves, 7 de julio de 2016

La primera tarea de todo adolescente es separase del mundo infantil del que procede. Dejar sus juguetes, sus hábitos y también “abandonar” parcialmente a sus padres, perderlos un poco de vista. Por eso cierran la puerta de su habitación –primer signo inequívoco del cambio- y se niegan a salir de paseo con los padres.

Ese distanciamiento, necesario para llegar a ser adultos, se nota también en su lenguaje. El nuestro se les vuelve antiguo, propio de “puretas”. Ahora toca inventar otro o copiarlo de los amigos, la pandilla o los artistas admirados. Un lenguaje provocativo, a ratos obsceno y desafiante. Un lenguaje que les suene a auténtico, que diga de verdad lo que les pasa, sobre todo las nuevas sensaciones que el cuerpo no cesa de transmitirles.

Los adultos imaginamos que su única tarea es hacerse responsables, seguir sus estudios y ocuparse de sus cosas, incluidas algunas tareas domesticas. Y esa es una tarea que les corresponde, sin duda, pero no la única ni siquiera, para ellos, la más importante. Tienen otra urgencia, otro amo que les exige más y mejor que los padres y los profesores: su cuerpo sexuado.

Como decía Freud, tienen que cavar una doble salida del túnel en el que se encuentran. La que les pedimos para tener un lugar en la sociedad como adultos, autónomos y responsables y la que el cuerpo no cesa de exigirles para estar a la altura de esas nuevas sensaciones. Alcanzar, además de la identidad social, una “identidad” sexual, un saber hacer con ese cuerpo que, por resultarles extraño, les inquieta y les perturba.

Extraño porque no reconocen lo que sienten y tienen que manipularlo para hacerlo suyo. Para ello deben explorar territorios hasta entonces inéditos: la sexualidad, los consumos, los deportes de riesgo, la violencia entre iguales, las marcas corporales. De esta manera manipulan su cuerpo para domesticar esa especie de fiera interior que no los deja tranquilos.

Ellos van a lo suyo y parece que pueden prescindir de nosotros, no quieren que les rallemos (o rayemos) con nuestros consejos y nuestras historias pasadas. Conversar con ellos deviene una tarea titánica para no convertirla en un monólogo.

La clave está en

miércoles, 6 de julio de 2016

Mujeres y madres solas a los 40





Publicado originalmente en la web de las XV JORNADAS "MUJERES" Colegio de Médicos de Madrid 19 y 20 de noviembre, 2016



Hoy hablar de mujer, madre o maternidad, en singular, resulta algo obsoleto porque vivimos en el siglo de lo plural y de las paradojas. Es cierto que hasta no hace mucho lo hacíamos así y especialmente respecto a la unicidad de la madre que, como se dice, “no hay más que una”. 

Esa una y toda madre, destino en lo universal para la mujer, sigue siendo una idea con apoyos, si bien ahora hay otras al lado. Lacan nos ofreció en 1960[1] una interesante tesis para captar estas variaciones sobre la sexualidad femenina.

En ese escrito dice lo siguiente: “si los símbolos aquí (en la sexualidad femenina) no tienen mas que un asidero imaginario es probablemente que las imágenes están ya sujetas a un simbolismo inconsciente, dicho de otra manera a un complejo, lo cual hace oportuno recordar que imágenes y símbolos en la mujer no podrían aislarse de las imágenes y símbolos de la mujer. La representación de la sexualidad femenina condiciona su puesta en obra”.

Es evidente entonces que los símbolos e imágenes de la mujer- el cómo cada una subjetiva lo femenino-  se articulan con los escenarios de la relación sexual de los que se dispone en cada época, es decir con las invenciones que cada momento de la cultura ofrece para recubrir, escamoteando, la no relación sexual, la gran tesis lacaniana sobre la sexualidad humana.