martes, 15 de mayo de 2018

ENCERRADOS CON UN SOLO JUGUETE


  I Jornada de la FCPOL                     2 de junio de 2018   Madrid  
 
Publicado originalmente en la Newsletter # 11
Los Hikikimori españoles también existen si bien las condiciones sociales, y por ende discursivas, son diferentes del Japón. Mientras que en el país nipón se calcula que el número de adolescentes y jóvenes encerrados en casa supera ampliamente el millón1, aquí apenas hay datos pero en todo caso dista mucho de esa cifra2.
Los servicios de emergencias a domicilio y los servicios sociales son los dispositivos más cercanos y conocedores de estos casos. Todos coinciden en que no existe ningún perfil homogéneo y que cada sujeto se encierra con su juguete particular, parafraseando la ópera prima del novelista Juan Marsé.
Lo común es el acoso que todos sienten respecto a un imperativo que sitúan en el otro,
sean sus padres, los profesores, los semejantes o su propio cuerpo. Para algunos sujetos el rendimiento escolar es un muro que los confronta a su propia castración y ante el cual se sienten impotentes. Su particular no querer saber los recluye con sus juguetes infantiles, ahora digitalizados.
Para otros se trata de la irrupción de lo sexual, un cuerpo púber que les resulta enigmático e inquietante. Enigma para el que la solución de “la pandilla”, versión clásica para evitar confrontarse solos a la metamorfosis de la pubertad, no les sirve y el aislamiento deviene el tapón de acceso al cuerpo del otro.
En algunos, el aislamiento, como mostraba bien Susana Brignoni3, es la solución que encuentran para separarse de un goce intrusivo e invasivo. La mirada y la voz, objetos no extraídos, les retornan en lo real de manera persecutoria. Ocultarse es el modo de tratamiento posible para ellos.
En cada uno de estos casos vemos, con frecuencia, que ese acoso ya tuvo un previo en la relación a los semejantes. El ijime (bullying) nipón es también una constante en buena parte de los llamados “síndromes de la puerta cerrada”. El acoso de los pares evoca el suyo propio y nombra así, en muchos casos, el vacío de su ausencia social.
Félix (17 años) viene a la consulta forzado por su madre y la educadora social que llevan tiempo tratando de asegurar su escolarización y su vínculo social. Eligió estudios de informática que supera con apuros, y no por limitaciones intelectuales. Algunas materias las rechaza porque ya las sabe, otras no le interesan y en unas pocas se deja la vida. Son aquellas que versan sobre la seguridad en las redes.
Pasa horas y noches investigando el panóptico digital, navegando por la Dark web y compartiendo con su “comunidad” virtual avances e impasses. Son desconocidos en los que se apoya para barrar a ese Otro que se le presenta como “un ojo que todo lo controla”. Son sus palabras para explicarme cómo funciona una red segura.
El trata de agujerear esa malla tupida y hackearla. Cuando lo consigue, se relaja y viene a verme y me lo explica. Mientras, su vida en casa puede ser un infierno de discusiones con su madre y su hermano. Sólo sale de su habitación para coger comida o ir al WC.
Nuestros intercambios muchas veces son por mail. Su horizonte es ser un experto en seguridad de redes, construir la suya propia que lo proteja y separe de esa mirada omnivoyeur.4 Red es también un significante de la transferencia.
 
1  Andrés Sánchez Braun. “Hikikomori Perdidos en su habitación”. El País, edición del 4/12/2011. Disponible en:https://elpais.com/diario/2011/12/04/eps/1322983617_850215.html
2  Ángeles Malagón-Amor, David Córcoles Martínez, Luis M Martín-López, Víctor Pérez-Solà."Hikikomori in Spain: A descriptive study" International Journal of Social Psychiatry. DOI: 10.1177 / 0020764014553003
3  Susana Brignoni. Del aislamiento a la soledad”. Boletin 2. Newsletter. FCPOL. Disponible en: https://mailchi.mp/f788e4ae836f/estimado-colega-le-remitimos-el-plan-de-accin-de-la-fcpol-348681?e=a27fd6952e 
 
4  J. Lacan, El Seminario XI, Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis, Paidós, Buenos Aires, 1991, pág. (83)