domingo, 18 de octubre de 2020

«Cuanto más nos confinemos nosotros mismos, cuanto más renunciemos, más culpables y miedosos nos sentiremos»

 



Catalunya Plural, 14/10/2020

“Muchos jóvenes se preocupan poco por la pandemia, igual como a mucha gente mayor que tampoco le preocupa demasiado el cambio climático”, explica José Ramon Ubieto. Con él hablamos sobre el riesgo de confinarnos en nosotros mismos por el miedo al virus y el auge del mundo online.

No ha sido el fin de un mundo. El filósofo coreano Han hablaba del fin de un mundo, no del fin del mundo. No ha sido el fin del mundo y tampoco estoy seguro de que haya sido el fin de un mundo. Habría que ponerse de acuerdo en lo que quiere decir eso. Está claro que habrá cosas que cambiarán y me parece que lo que cambiará es un aumento de lo virtual sobre lo presencial, pero también está en nuestras manos, porque el destino no está escrito, matizar esos cambios. La gente va a seguir tomando decisiones que influirán un poco en ese futuro que no está escrito.

LEER ENTREVISTA

lunes, 5 de octubre de 2020

Tristeza COVID, la nueva pesadumbre

 



The Conversation, 1/10/2020


La distancia con los otros nos aleja también de nosotros mismos. Nos cuesta además imaginar el futuro pos-COVID-19, y recurrimos más fácilmente a alimentar la nostalgia. ​


Hay algo irreal en el paisaje de máscaras en el que vivimos que hace que a veces no reconozcamos al conocido que pasa al lado, que no podamos entender la página del libro que acabamos de leer (aunque se trate de un texto fácil). O que nos sorprendan los besos y abrazos de una película, como si eso fuese ya otro tiempo.

La clave está en pasar de la impotencia –el sentimiento que nos abruma por aquello que no podemos hacer– a la imposibilidad –el reconocimiento de que hay cosas imposibles–, sin solución programada.

LEER ARTICULO COMPLETO​

martes, 29 de septiembre de 2020

 


Cadena Ser Catalunya, martes 29/9/20


ENTREVISTA José Ramón Ubieto (psicòleg clínic) "Nos hemos desconectado de los otros y eso nos está pasando factura. Una crisis nunca te deja indemne. Estamos en un tiempo de duelo"

Escuchar entrevista 

viernes, 18 de septiembre de 2020

Somos en lo que conectamos. Más allá del biologicismo


El biologicismo, hoy ya fusionado y superado por el paradigma neuro, aspira a suprimir la palabra como resorte del vínculo entre profesional y paciente/usuario. Promueve, en su lugar, la (neuro) imagen muda. El artículo propone otra orientación a partir del síntoma, como rasgo singular de un sujeto, y tomando el apoyo en el trabajo en red como práctica colaborativa que le otorga protagonismo.

 
Revista d’Educació Social. Núm. 75 (2020): Salut mental: una mirada integradora i socioeducativa


domingo, 13 de septiembre de 2020

Estrategias para convivir con el miedo







 ¿Cómo hacer? Un niño nos lo explica, en una frase que le dice a su tía a la que le pide en la cama que le hable en medio de la oscuridad: “Hay más luz cuando alguien habla”. Esta anécdota, relatada por Freud, nos enseña que, si bien el miedo y su oscuridad no desaparecen de la vida de los niños, hay fórmulas para hacerlo soportables. Se trata, pues, de trazar algún límite que sirva de referencia, la palabra sin duda es uno importante. Hablar con los hijos/as de estos temores y de las medidas previstas es un primer paso. Eso ayuda a servirse activamente del miedo como un elemento de protección del peligro, en lugar de sufrirlo pasivamente como fuente de inhibición.

LEER ARTICULO COMPLETO

martes, 8 de septiembre de 2020

Todos somos negacionistas (unos más que otros)

 

Catalunya Plural, 2 de setiembre de 2020

Algunos se niegan en redondo a asumir que su cuerpo a veces se independiza y muestra su peor cara, la de las arrugas, la fragilidad, el goce desbocado del abuso o el maltrato, la decrepitud, la enfermedad. Prefieren pensar que es culpa del gobierno y que compartir su verdad con miles de anónimos internautas les servirá de coraza protectora...

martes, 11 de agosto de 2020

¿Estamos preparados psicológicamente para El Confinamiento 2T?

 



El Periódico de Catalunya, miércoles 29 de julio de 2020

Partimos de un dato clave: no existen vivencias colectivas homogéneas como respuesta a una crisis, como la actual del Coronavirus. No hay el “Todos lo vivimos igual”. Cada uno/a responde a su manera, con su estilo singular y en consonancia con su estar en el mundo y manejarse con su vida. Hecha esta salvedad importante, podemos aventurar que un nuevo confinamiento sería una experiencia vital difícil y mucho más complicada que la anterior. Hoy ya constatamos algunos efectos y afectos compartidos, en reacción a los rebrotes.

Un primer tipo son los de tinte depresivo, resultado del frenazo en la salida del túnel en el que nos encontramos. Las expectativas de terminar se aplazan y eso provoca decepción, tristeza, cansancio y una cierta inquietud por no ver la luz al final.

Un segundo grupo son los vinculados a la inhibición social, al aislamiento y reclusión como respuesta fóbica a la nueva emergencia del virus. Se eluden contactos sociales, familiares y se suspenden las salidas de vacaciones porque se impone la desconfianza en los otros (ciudadanos y gobierno) e incluso el miedo.

Finalmente, encontramos la rabia que se manifiesta como irritación, indignación, desobediencia a las indicaciones de la administración, y en su límite puede incluso generar conductas violentas. Es una rabia dirigida a lo que se percibe como irresponsabilidad, sea de otras personas que no guardan las distancias ni cumplen las medidas, o bien del gobierno que se ha mostrado incapaz de prever la situación.

Frente a ello, las responsabilidades sí son colectivas, pero a cada uno/a la suya. Las autoridades, en previsión de tomar medidas más restrictivas, tienen que asumir que parten de un sentimiento bastante generalizado de descreencia y desconfianza por parte de la población -lo que mina claramente su autoridad- y por tanto deberían rectificar algunas actuaciones.

Sus indicaciones deben ser claras (apelar a la responsabilidad individual es loable pero no basta), coherentes (no ayuda prohibir actividades deportivas o culturales perfectamente trazables cuando se permiten otras nocturnas de difícil seguimiento) y proporcionadas (mejor un núcleo que todo). Junto a ello, cabe mejorar medidas y recursos de prevención, detección y seguimiento de los brotes.

Lo que re-brota en cada uno no es responsabilidad del gobierno, pero las condiciones en que lo hace sí porque de ellas depende mucho cómo podamos encontrar, entre todos, la salida a esta pesadilla.

Las medidas que cada uno/a tendrá que tomar, en caso de nuevo confinamiento, no serán muy distintas de las ya probadas: mantener el vínculo con los otros, presencial o telemático; activar el cuerpo con paseos o deporte y organizarse el tiempo, separando los momentos (trabajo, ocio, deporte, socialización, intimidad) para evitar la sensación de eternización. En el mientras tanto, conviene darse todas las alegrías y goces posibles, eso sí, con distancia y medidas.