domingo, 17 de mayo de 2009

¿Es inevitable la violencia en las celebraciones deportivas?

José R. Ubieto. Psicólogo clínico y Psicoanalista

La violencia está en la raíz misma del vínculo social, por ella se establecen las fronteras de una nación y se conservan las leyes (W.Benjamin). La educación misma incluye ciertas “coacciones” que aceptamos como condición de la vida en sociedad. A partir de aquí podemos dar al fenómeno de la violencia un estatuto de normalidad como manifestación de una agresividad constitutiva del sujeto humano y del orden social.

Jacques Lacan situaba la agresividad en el origen mismo del nacimiento del yo y de la adquisición de una imagen corporal. Definió ese momento del estadío del espejo como una identificación primaria con la imagen del semejante que nos permite apropiarnos de nuestra propia imagen. Es viendo al otro que nos podemos hacer una idea de lo que somos. Antes de ello nuestro cuerpo carece de unidad y sus sensaciones se ligan a imágenes de un cuerpo fragmentado. Los juegos infantiles donde se destripan peluches, se golpean muñecos, o las pesadillas donde el cuerpo se disloca son manifestaciones clínicas de un hecho que un pintor como El Bosco supo reflejar mejor que en nadie en su obra.

A esta rivalidad especular (“o tú o yo”), que implica una tensión con el otro (¿quién no la ha experimentado en un cara a cara en situaciones de territorio cerrado y limitado como la cabina de un ascensor?) viene en ayuda eso que llamamos socialización, la asunción de una serie de ideales colectivos que tienen un efecto pacificador y cohesionador (nación, familia, Barça,..).

Toda sociedad debe, pues, prever formas sociales de exteriorización de esa agresividad que permita al sujeto canalizarla. La violencia de los jóvenes de las clases populares, ligada a las bandas juveniles, a los ritos iniciáticos, a las fiestas ha sido tradicionalmente tolerada y animada por los adultos a pesar de que oficialmente sea condenada. Sus formas clásicas –boxeo, peleas, novatadas – han sido suavizadas por la cultura de la clase media que ha ocultando todas aquellas formas viriles que atentaban a los ideales de paz y seguridad.

El fútbol, y otros deportes, han tomado el relevo. Cuando esas manifestaciones no están localizadas en un marco territorial fijo (el estadio) ni regidas por unos rituales claros (cánticos, banderas, rival..) adquieren un mayor furor y una mayor capacidad de destrucción. Sin ese ritual y acuerdo social, la violencia queda como un acto sin sentido, desligado del contexto social y simbólico donde encuentra su significación y muestra entonces su cara más cruel y destructiva.
Publicado en el diario LA VANGUARDIA

Tendencias | sábado, 16 de mayo de 2009 |

¿El cuerpo y sus organos son ya una mercancia más del mercado?

José R. Ubieto- Psicólogo clínico y psicoanalista

La noticia del anuncio realizado por un hombre sevillano en internet en el que ofrecía uno de sus riñones por 100.000 euros, ha revelado el aumento de ofertas de venta de riñones, pulmones y médula por personas que indican estar atravesando graves problemas económicos . Los expertos calculan que aproximadamente el 10% de las operaciones de transplantes se realizan al margen del sistema legal. Se hace aquí realidad la ficción de obras como Nunca me abandones, de Kazuo Ishiguro o el filme La Isla de Michael Bay.
Podríamos creer que se trata sólo de una respuesta acuciante ante la necesidad económica pero la tendencia que se perfila va mucho más allá. Confirma el nuevo paradigma del cuerpo como mercancía, propio de la hipermodernidad . Cuerpo fetiche, cuyas partes se intercambian o permutan al amparo de un mercado negro del tráfico de órganos, reforzado por las manipulaciones genéticas alentadas por el progreso de la biotécnica. Aquí el cuerpo es tomado por su valor de equivalencia y no por su valor de uso, integrándose, como otro objeto transaccionable más, en el mercado.

El hombre, nos dice el psicoanalista Jacques Lacan, está capturado por la imagen de su cuerpo, lo adora como si fuese su única consistencia. El cuerpo se convierte así en nuestro nuevo partenaire y por eso asistimos a un culto alrededor de ese nuevo ídolo, un intento de anudarlo al individuo con el soporte de los diferentes objetos cotidianos: comida, drogas, medicamentos, gadgets (ipods, ordenador, móvil,..) en una conexión permanente. Esa búsqueda de la excelencia corporal en realidad nos oculta la verdad que ahora emerge con estas noticias: la colusión cada vez mayor entre la producción humana (el reciclaje) y la función de los organos corporales como pedazos separables y sustituibles del sujeto.

Pero quizás donde se aprecia mejor la función del cuerpo como fetiche es en el proyecto Human Visible, la cartografía digitalizada más completa del cuerpo humano. Una realización del sueño del anatomista Vesalio, que toma dos cadáveres, de un convicto y una mujer muerta de infarto, para dar cuenta imagen por imagen de cada parte del cuerpo humano. Estas partes (imágenes virtualizadas) pueden ser a la vez cortadas, movidas, ensambladas o articuladas de cualquier manera. Una mirada que, corte a corte y guiada por la cibernética, atraviesa cada poro de la piel objetivándolo.

Lo que queda aquí velado, por las luces de esta fabulosa pantalla, es que en realidad ese cuerpo adorado y cultivado es nuestra última posesión, nuestro último activo para ofrecer al otro como objeto consumible. Queda así al desnudo nuestra condición de resto, objeto nominado para ser evacuado como recuerdan a menudo los reality shows. Entonces es cuando surge la angustia y las voces que exigen poner límites a esos intercambios.

Publicado en el diario LA VANGUARDIA

Tendencias | jueves, 14 de mayo de 2009 |