miércoles, 3 de octubre de 2012

¿Construcción o pasión por la ignorancia?



Hoy asistimos a un dilema candente en las prácticas asistenciales (salud, educación y atención social): escuchar el sufrimiento del otro o evaluarlo en silencio.

Las legitimidades antiguas, ligadas a la beneficencia y la caridad cristiana, se han vuelto obsoletas y en su lugar ha venido una doble “razón” contemporánea: la idolatría del management y la religión del cientificismo. Esa santa alianza ha barrido los ideales del viejo paternalismo y ha implantado un nuevo paradigma asistencial.

En la raíz encontramos una idea del sujeto como un cuerpo-máquina cuyo disfuncionamiento (trastornos, desequilibrios químicos, alteraciones genéticas) convenientemente etiquetado, debe corregirse por vía de la psicoeducación y la farmacología. Para este viaje sobra la “contaminación subjetiva”, todo aquello derivado del vínculo transferencial (palabra) y que afecta los cuerpos de unos y otros. Como aconseja el método Lean hay que desprenderse de todo el “desperdicio” y el primero de todos es el blablabla de los sujetos parlanchines.

“Mejor no me explique –dice el joven psi suficientemente preparado, ante una madre angustiada que quiere explicarle que la muerte violenta del padre puede haber influido en la inquietud del hijo- para que todo sea objetivo. Simplemente rellene el cuestionario”. Este nuevo hombre neuronal, reducido al atomismo psíquico de su cerebro (“Y el cerebro creó al hombre”, Antonio Damasio), tiene que hacer frente a su angustia terrenal en soledad

La otra vía apunta a la conversación como salida de los embrollos en los que se localiza lo real. Una conversación muy alejada de los modos al uso (Facebook, Twiter) donde el cuerpo se escabulle, el tiempo se presenta hiperactivo, sin cortes, y el sujeto se conecta con su propio yo encarnado cada vez más en un cuerpo sufriente.

La conversación que causa el deseo es aquella donde los sujetos, con sus cuerpos presentes, sostienen un debate acerca de los interrogantes del caso, partiendo del no saber –reconocimiento de los límites – y orientando las acciones a seguir como resultado de una elaboración colectiva. El tiempo aquí es lógico e incluye el instante de mirar, el tiempo para comprender y el momento de concluir. La perspectiva es siempre global y particular: no hay psicología individual que no sea también  colectiva, nos enseño Freud. Las identificaciones del sujeto no son ajenas a su ser y lo global debe articularse con lo singular de cada uno.

A esta conversación le llamamos la construcción del caso en el trabajo en red. Nos sirve de brújula y al tiempo sostiene nuestro acto, en soledad necesaria (que no aislamiento), pero con el otro. Una conversación que promueva la hospitalidad, el encuentro y se dé el tiempo que hace falta a cada uno, lejos de los ideales burbuja de la salud integral, el bienestar social o la educación universal.

Lo demás es alimentar la pasión de la ignorancia, tan vecina del odio segregador.

José Ramón Ubieto, setiembre 2012

 
* Publicado en: Interabide Garaikidegunea Asociación Educativa. http://interabide.wordpress.com/2012/10/01/construccion-o-pasion-por-la-ignorancia-2/