lunes, 27 de abril de 2015

¿Nuevos modelos de masculinidad y feminidad?





Jornadas “Familias del Siglo XXI. Transformarseomorir#”
CIIMU. Abril’2015

La mesa que iniciamos la planteamos como una pregunta a explorar para la que no tenemos una respuesta concluyente. No sabemos bien si hay novedades en esta cuestión y si las hubiera ¿cuales?

Parece claro que pensar en las formas que toman hoy la masculinidad y la feminidad implica leer la época o lo que es lo mismo buscar una interpretación del impacto de la crisis en la que vivimos.

Crisis más profunda que la económica y que alcanza también lo laboral, lo social, lo familiar y las relaciones sexuales por supuesto.

Lacan en su escrito de 1962 sobre la sexualidad femenina decía que “las imágenes y símbolos en la mujer no podrían aislarse de las imágenes y de los símbolos de la mujer”. Sería extraño pues pensar en los semblantes sexuales al margen del discurso de época.

Por eso nos conviene tener una lectura de esta crisis de época útil para interpretarla. La novedad que aporta esta crisis es pensarla como una consecuencia de un proceso de des-regulación iniciado en los años 70 y que ahora muestra la vertiente más entrópica.

Hoy constatamos como los mecanismos de regulación tradicionales que constituían el soporte, la matriz de la construcción identitaria, ya no se ajustan a las normas tradicionales, modelos bien analizados por Freud en su teoría edípica y encarnados en las formas clásicas de la familia conyugal. Hoy hay algo que se sale del frame, del marco tradicional. Lo simbólico ya no es lo que era.

Por otra parte, las novedades que nos ha traído la hipermodernidad, con su apología del individualismo, del yo y del cuerpo emocionado y autogestionado, no parece ofrecer un marco simbólico sólido para las nuevas identidades.

Las marcas en el cuerpo, la corporización actual, no dan para diferenciar y sostener los cuerpos y las identidades sexuales. Son marcas unisex. Tampoco los “usos” del cuerpo vinculados al ejercicio físico, la cirugía estética, los consumos o las prácticas sexuales.

En todos ellos resalta el imperativo de obtener la máxima satisfacción en nuestra vida cotidiana con cualquier cosa que hagamos. Goce que aun siendo diverso en sus formas resulta homogéneo en su empuje: lo fálico –como lógica del tener objetos, contables y calculables, programables, seguros y fáciles- parece imponerse para ellos y ellas. Toda la erótica digital parece funcionar en ese paradigma.

Apps como Tinder, webs como Adoptauntio y otras muchas proponen una relación entre los sexos y una identidad masculina/femenina basada en la contabilidad, la seguridad y la accesibilidad. No parece, sin embargo, que el sexo easy garantice la armonía sexual y evite las quejas de unos y otras.

Como nuestro tiempo es el de las paradojas, al tiempo que se impone este funcionamiento, se renuevan también modelos fundamentalistas y parecen surgir otros más inspirados en cierta feminización del mundo donde prima  más el reconocimiento de la falta, la sorpresa y una lógica menos calculada y calculable. Un funcionamiento que parecería propicia más el encuentro con la alteridad que implica siempre el otro sexo, abierto al otro.

El fragmento de película que hemos visto, Una pistola en cada mano, de Cesc Gay (2012) nos muestra algo de esos dos funcionamientos diferenciados y algunos movimientos sociales recientes también parecen incluir algo de esa nueva manera de hacer.

Esta pregunta por cómo incluir lo femenino entendido como lo altero vale para hombres y mujeres. También las mujeres deben hacer con esa extrañeza si no quieren reducirse a una lógica fálica, como podría ocurrir con el aumento reciente de las maternidades como sustitutos, para algunas mujeres, de la pareja. La maternidad, cuando se vive como posesión del hijo, puede ser una manera de velar la condición femenina.

¿No estaremos pues asistiendo a una crisis de lo Mismo? ¿a  una crisis de este funcionamiento fálico homogeneizante que produce abulia, aburrimiento, depresión y de allí la compulsión (consumo de porno)?

¿Cómo responden a esto ellos y ellas? ¿Replican viejos modelos clonando formulas o hay novedades reales? ¿en qué sentido serían nuevas? ¿hoy escuchamos nuevos relatos sobre la pasión amorosa?

miércoles, 22 de abril de 2015

La trama de un acto



La Vanguardia. Miércoles 22 de abril de 2015


El fenómeno del School Killer es típicamente norteamericano. Dos ingredientes se conjugan allí para favorecer estos hechos. Por una parte la existencia, en los protagonistas, de algún sufrimiento mental, muchas veces no diagnosticado previamente, que eclosiona en la adolescencia bajo la forma de un brote psicótico con pasaje al acto, primero homicida y, a veces, después suicida.

El otro ingrediente es el acceso fácil a la tenencia de armas por parte de la población civil, hecho que está en la raíz misma de la creación y sostenimiento de esa sociedad.

No es el caso europeo ni español y eso explica algunas especificidades como el tipo de armas utilizado. Lo que no parece diferenciarse mucho son los motivos particulares, generalmente asociados a la existencia de un trastorno delirante. Adolescentes que dicen oír voces que les impulsan al pasaje al acto homicida. Si bien podemos encontrar previamente algunos signos que cobran valor a posteriori (amenazas, actos bizarros), el acto como tal es imprevisible.

No es una acción impulsiva, reactiva a una provocación, sino una trama mental que va tomando cuerpo y obedece a una lógica que el propio adolescente desconoce y se le impone como una misión. Esa trama puede llevar un tiempo elaborándose hasta que algo desencadena el acto.

El trabajo a hacer con los alumnos y familiares debe ir en el sentido de poner palabras al sinsentido de esa violencia, sin olvidar a éste muchacho, causante de la tragedia. Para él, y para sus padres, se abre también un tiempo para comprender algo de ese acto que lo ha desbordado psíquicamente y cuyas consecuencias lo marcarán de manera decisiva.

Para la comunidad educativa y la sociedad se trata de no caer en la tentación del pánico y negar ese carácter impredecible del sujeto humano. Eso nos llevaría a una búsqueda delirante del riesgo cero, a medidas de control inútiles y perjudiciales para los propios niños y adolescentes. Como el carné de comportamiento del entonces (2005) ministro del interior francés Sarkozy, o a un aumento de la ya creciente medicalización de la infancia.


La mejor prevención es encontrar las fórmulas para conversar con los adolescentes, hacernos sus interlocutores y darles también un testimonio de nuestro propio recorrido vital. No dejarlos solos frente a sus inquietudes.

José R. Ubieto. Co-autor de “Violencia en las escuelas”