La “institución TDAH”
Partimos de la tesis que la institución es un discurso y por
ello podemos tomar la hiperactividad como el significante amo de un discurso
que tiene como efecto una nueva manera de vincularse al otro. Una manera
contemporánea de responder, con el cuerpo, a la presencia del otro, sea bajo la
forma verborreica del niño que no hace sino interrumpir al profesor o la
desatenta de ignorarlo. En los dos casos la modalidad del vínculo nos habla de
una dificultad creciente de la palabra para regular lo que se agita en el
cuerpo.
La categoría TDAH, como clase capaz de “fabricar mundos”, en
el sentido que da a esta expresión el filósofo y lógico Nelson Goodman, tiene
hoy, más allá de su uso clasificatorio, un carácter instituyente para niños,
adolescentes y ahora también adultos. El imperativo actual del funcionamiento y
la optimización de las competencias aparece como un pragmatismo radical
aplicado a la “gestión” del cuerpo, concebido como una máquina, conectado
siempre en on y abandonado a su
satisfacción autoerótica, confiando que él hallará su propia regulación.
La “institución TDAH” propone así una versión de-subjetivada
del sufrimiento humano, que podría prescindir de la escucha del sujeto. Lo
cierto es que en el acontecer de ese movimiento hay palabras apresadas e inscritas
en el cuerpo. “Lo Real- dirá Lacan- es el misterio del cuerpo que habla”. Una
dimensión de acting out se hace
presente en muchos de esos niños y adolescentes, un actuar sin palabras pero no
sin la relación al otro.
La cuestión no es pues la de cuestionar la existencia misma
del TDAH, sería una obviedad al tratarse de un artefacto discursivo de amplio
alcance http://www.nytimes.com/interactive/2013/03/31/us/adhd-in-children.html?_r=0
, sino de descompletar el
diagnóstico psicopatológico y orientar la cura hacia la parte inventiva del
síntoma. Entender que lo hiperactivo, en tanto acontecimiento de cuerpo, no
responde a una ficción universal, sino a la manera particular en que el
traumatismo de de lalengua percute en
el cuerpo.