martes, 15 de diciembre de 2020

El eclipse de un rey



Catalunya Plural, 14 de diciembre de 2020

El desenlace (provisional) de la historia, con un rey ‘exiliado’ a petición de su propio hijo y sin, parece, apoyos de su mujer y reina, hace resonar algo del principio de la historia, donde, en ese caso, era el padre quien se encontraba exiliado y él, como hijo, acogido por otra familia política. Quizás, el jaque final al rey ya estaba jugado, para él, desde el inicio.

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viernes, 4 de diciembre de 2020

¿Hacer el duelo con un robot?

 


La Vanguardia, 3 de diciembre de 2020


Hoy, ya hay experiencias de realidad virtual que permiten redescubrir a los seres queridos fallecidos e interactuar con ellos. Recientemente, la televisión coreana transmitió el reencuentro, de realidad virtual, de la afligida madre Jang Ji-sung con su difunta hija Na­yeon. Los llamados griefbots (literalmente, robots de duelo) son chatbots constituidos a partir de la huella digital que el ser querido ha dejado: todo un legado de publicaciones en redes sociales, vídeos, fotos, correos electrónicos y mensajes de texto que alimentan una red neuronal artificial. Permiten imitar el estilo y la forma de pensar de la persona fallecida. De esta manera, sus seres queridos pueden seguir conversando con ella después de su muerte.


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jueves, 3 de diciembre de 2020

Niños hiper-regalados, madres y padres apurados

 



El Periódico, 2 de diciembre de 2020


Llenar la vida de los hijos de regalos deviene hoy una obligación. Dar demasiados regalos es degradar el don -eso es un regalo- a un objeto de consumo, y de paso se rebaja el amor, siempre presente en el don. Un regalo, no hay que olvidarlo, no es un objeto. Únicamente una de las cinco acepciones que la Real Academia Española da al verbo regalar se refiere a un objeto. Las otras aluden a halagar, acariciar,  recrear, alegrar. Y, además, la acumulación de objetos impide apreciar los detalles de cada uno y refuerza todavía más la insatisfacción. 


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jueves, 26 de noviembre de 2020

¿Cómo hemos pasado del Padre a las pantallas?



The Conversation, 25 de noviembre de 2020

Las personas siempre hemos necesitado contarnos historias que pongan palabras a acontecimientos cuyo sentido no está dado de entrada. El storytelling más exitoso y duradero de nuestra civilización ha sido, sin duda, el del Padre, ficción de un personaje que nos ama y lo amamos, y cuya protección nos da la garantía de tener un lugar en la comunidad y un sentido a nuestras vidas.

Hoy, está en declive y la historia que le releva en el ranking ya no surge de la religión –aunque eso no excluye que tenga devotos– sino de la ciencia y la tecnología. Es el régimen de los dispositivos electrónicos (gadgets) que invaden nuestra vida y que, al igual que el Padre, también prometen la felicidad. En este caso no a cambio del sacrificio, sino de la satisfacción ilimitada y, paradojas de la vida, puede acabar siendo más imperativo que el anterior.


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sábado, 7 de noviembre de 2020

¡ATrumpame si puedes! La gran estafa


Catalunya Plural,  07/11/2020

¿Recuerdan la historia de Frank Abagnale, ese estafador que ya con solo 16 años descubrió su talento para la estafa y la actuación y en busca de reconocimiento, se hizo pasar por piloto, médico y abogado, magníficamente interpretado por Leonardo DiCaprio en esa gran película de Steven Spielberg?

Trump podría hacer un remake si tenemos en cuenta su carrera empresarial y política, llena de trampas, estafas y deudas pendientes. Pero no hay que minusvalorarlo porque si bien no es un gran estratega, como táctico de corto plazo no le gana nadie. Hace 4 años logró, con sus recursos de marketing y en medio de grandes turbulencias de su partido, hacerse con el mando de la situación.


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lunes, 2 de noviembre de 2020

Esto no era un paréntesis

 



El Periódico de Catalunya, 30 de octubre de 2020


Parecía un paréntesis pero no lo es, parecía que en nada volveríamos al relato, que despertaríamos solos de este mal sueño -sin necesidad de hacer nada-, pero lo cierto es que seguimos dormidos en él. Daniel Defoe, en su diario de la epidemia de peste que asoló Londres entre 1664 y 1666, describe con precisión fenómenos que estamos viviendo ahora: el miedo, los engaños -'fake news'- de la época, la caridad inicial, devenida cinismo posterior, la tristeza y pesadumbre de sus habitantes, las huidas a la campiña. No hemos cambiado tanto en más de 300 años.


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jueves, 29 de octubre de 2020

La rabia

 



La Vanguardia, 29 de octubre de 2020

La rabia tiene tantas formas como nombres diversos: ira, enojo, enfado grande, indignación, furia, cólera. Cada sinónimo aporta sus matices y ese detalle es clave para entender los fenómenos de protestas, e incluso violencia, que se están produciendo estos días en diversas ciudades europeas, Catalunya incluida. Escuchando a sus protagonistas, es fácil darse cuenta de que no hay una explicación sencilla: no todos son negacionistas, de extrema derecha, jóvenes airados, militantes de extrema izquierda, o simplemente gente que pasaba por allí.

Hay un poco de todo, pero quizás podemos localizar algo en común: el sentimiento de estar indignados por haber sido víctimas de una injusticia que ha lesionado su dignidad. Por supuesto, a cada uno y a cada una la suya. Hay dignidades relativas a la pérdida de trabajo, a la prohibición de salir, a la quiebra de la patria, a la injusticia misma de la vida. Y también oímos la indignidad de no sentirse alguien y querer, como protesta, hacerse una selfi a la luz de las hogueras, aunque el fondo de pantalla sea un contenedor.

Todos podemos sentir que nuestra dignidad ha sido violada por unos o por otros y, en la situación actual, la gestión de los gobernantes en relación a la pandemia ofrece motivos varios. Pero, al mismo tiempo, no todos los indignados salen a la calle y, mucho menos, queman contenedores o arrojan piedras a los escaparates o a la policía. El poeta francés Charles Péguy explicaba, con humor, que la cólera -un paso más allá de la indignación- se debía al hecho de que las clavijas no entren en los agujeritos, que algo que debía encajar no lo haga.

Lacan retomó esa idea para señalar que la indignación puede provocar que montemos en cólera cuando sentimos que nuestra  singularidad es cuestionada, rechazada o simplemente desconocida. Todos y todas lo hemos experimentado alguna vez siendo atendidos en un servicio público. Cuando el médico recoge nuestros datos, sin apenas mirarnos abducido como esta por rellenar el aplicativo informático que le piden, o cuando no conseguimos que el funcionario entienda nuestra casuística personal, dejándonos el regusto de ser una especie de código de barras que no logra superar el torno.

Sentir nuestra dignidad -ligada al reconocimiento de la singularidad- ultrajada es una garantía del pasaje al acto violento, de que esa rabia experimentada explote. En ese caso la indignación y la cólera subsiguiente van de la mano, aunque es obvio que podemos indignarnos sin encolerizarnos y, por otra parte, como escuchamos en algunas de esas protestas actuales, hay personas que no necesitan ningún atentado a su dignidad para enfurecerse. Les basta con la satisfacción que encuentran en esa pulsión destructiva.

Recuperar la dignidad es necesario para limitar la rabia y eso exige algo más que buenas palabras y mejores intenciones. Sanitarios, cuidadores, taxistas, hosteleros, riders…esperan ayudas que preserven su singularidad, como trabajadores y como personas.


domingo, 18 de octubre de 2020

«Cuanto más nos confinemos nosotros mismos, cuanto más renunciemos, más culpables y miedosos nos sentiremos»

 



Catalunya Plural, 14/10/2020

“Muchos jóvenes se preocupan poco por la pandemia, igual como a mucha gente mayor que tampoco le preocupa demasiado el cambio climático”, explica José Ramon Ubieto. Con él hablamos sobre el riesgo de confinarnos en nosotros mismos por el miedo al virus y el auge del mundo online.

No ha sido el fin de un mundo. El filósofo coreano Han hablaba del fin de un mundo, no del fin del mundo. No ha sido el fin del mundo y tampoco estoy seguro de que haya sido el fin de un mundo. Habría que ponerse de acuerdo en lo que quiere decir eso. Está claro que habrá cosas que cambiarán y me parece que lo que cambiará es un aumento de lo virtual sobre lo presencial, pero también está en nuestras manos, porque el destino no está escrito, matizar esos cambios. La gente va a seguir tomando decisiones que influirán un poco en ese futuro que no está escrito.

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lunes, 5 de octubre de 2020

Tristeza COVID, la nueva pesadumbre

 



The Conversation, 1/10/2020


La distancia con los otros nos aleja también de nosotros mismos. Nos cuesta además imaginar el futuro pos-COVID-19, y recurrimos más fácilmente a alimentar la nostalgia. ​


Hay algo irreal en el paisaje de máscaras en el que vivimos que hace que a veces no reconozcamos al conocido que pasa al lado, que no podamos entender la página del libro que acabamos de leer (aunque se trate de un texto fácil). O que nos sorprendan los besos y abrazos de una película, como si eso fuese ya otro tiempo.

La clave está en pasar de la impotencia –el sentimiento que nos abruma por aquello que no podemos hacer– a la imposibilidad –el reconocimiento de que hay cosas imposibles–, sin solución programada.

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martes, 29 de septiembre de 2020

 


Cadena Ser Catalunya, martes 29/9/20


ENTREVISTA José Ramón Ubieto (psicòleg clínic) "Nos hemos desconectado de los otros y eso nos está pasando factura. Una crisis nunca te deja indemne. Estamos en un tiempo de duelo"

Escuchar entrevista 

viernes, 18 de septiembre de 2020

Somos en lo que conectamos. Más allá del biologicismo


El biologicismo, hoy ya fusionado y superado por el paradigma neuro, aspira a suprimir la palabra como resorte del vínculo entre profesional y paciente/usuario. Promueve, en su lugar, la (neuro) imagen muda. El artículo propone otra orientación a partir del síntoma, como rasgo singular de un sujeto, y tomando el apoyo en el trabajo en red como práctica colaborativa que le otorga protagonismo.

 
Revista d’Educació Social. Núm. 75 (2020): Salut mental: una mirada integradora i socioeducativa


domingo, 13 de septiembre de 2020

Estrategias para convivir con el miedo







 ¿Cómo hacer? Un niño nos lo explica, en una frase que le dice a su tía a la que le pide en la cama que le hable en medio de la oscuridad: “Hay más luz cuando alguien habla”. Esta anécdota, relatada por Freud, nos enseña que, si bien el miedo y su oscuridad no desaparecen de la vida de los niños, hay fórmulas para hacerlo soportables. Se trata, pues, de trazar algún límite que sirva de referencia, la palabra sin duda es uno importante. Hablar con los hijos/as de estos temores y de las medidas previstas es un primer paso. Eso ayuda a servirse activamente del miedo como un elemento de protección del peligro, en lugar de sufrirlo pasivamente como fuente de inhibición.

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martes, 8 de septiembre de 2020

Todos somos negacionistas (unos más que otros)

 

Catalunya Plural, 2 de setiembre de 2020

Algunos se niegan en redondo a asumir que su cuerpo a veces se independiza y muestra su peor cara, la de las arrugas, la fragilidad, el goce desbocado del abuso o el maltrato, la decrepitud, la enfermedad. Prefieren pensar que es culpa del gobierno y que compartir su verdad con miles de anónimos internautas les servirá de coraza protectora...

martes, 11 de agosto de 2020

¿Estamos preparados psicológicamente para El Confinamiento 2T?

 



El Periódico de Catalunya, miércoles 29 de julio de 2020

Partimos de un dato clave: no existen vivencias colectivas homogéneas como respuesta a una crisis, como la actual del Coronavirus. No hay el “Todos lo vivimos igual”. Cada uno/a responde a su manera, con su estilo singular y en consonancia con su estar en el mundo y manejarse con su vida. Hecha esta salvedad importante, podemos aventurar que un nuevo confinamiento sería una experiencia vital difícil y mucho más complicada que la anterior. Hoy ya constatamos algunos efectos y afectos compartidos, en reacción a los rebrotes.

Un primer tipo son los de tinte depresivo, resultado del frenazo en la salida del túnel en el que nos encontramos. Las expectativas de terminar se aplazan y eso provoca decepción, tristeza, cansancio y una cierta inquietud por no ver la luz al final.

Un segundo grupo son los vinculados a la inhibición social, al aislamiento y reclusión como respuesta fóbica a la nueva emergencia del virus. Se eluden contactos sociales, familiares y se suspenden las salidas de vacaciones porque se impone la desconfianza en los otros (ciudadanos y gobierno) e incluso el miedo.

Finalmente, encontramos la rabia que se manifiesta como irritación, indignación, desobediencia a las indicaciones de la administración, y en su límite puede incluso generar conductas violentas. Es una rabia dirigida a lo que se percibe como irresponsabilidad, sea de otras personas que no guardan las distancias ni cumplen las medidas, o bien del gobierno que se ha mostrado incapaz de prever la situación.

Frente a ello, las responsabilidades sí son colectivas, pero a cada uno/a la suya. Las autoridades, en previsión de tomar medidas más restrictivas, tienen que asumir que parten de un sentimiento bastante generalizado de descreencia y desconfianza por parte de la población -lo que mina claramente su autoridad- y por tanto deberían rectificar algunas actuaciones.

Sus indicaciones deben ser claras (apelar a la responsabilidad individual es loable pero no basta), coherentes (no ayuda prohibir actividades deportivas o culturales perfectamente trazables cuando se permiten otras nocturnas de difícil seguimiento) y proporcionadas (mejor un núcleo que todo). Junto a ello, cabe mejorar medidas y recursos de prevención, detección y seguimiento de los brotes.

Lo que re-brota en cada uno no es responsabilidad del gobierno, pero las condiciones en que lo hace sí porque de ellas depende mucho cómo podamos encontrar, entre todos, la salida a esta pesadilla.

Las medidas que cada uno/a tendrá que tomar, en caso de nuevo confinamiento, no serán muy distintas de las ya probadas: mantener el vínculo con los otros, presencial o telemático; activar el cuerpo con paseos o deporte y organizarse el tiempo, separando los momentos (trabajo, ocio, deporte, socialización, intimidad) para evitar la sensación de eternización. En el mientras tanto, conviene darse todas las alegrías y goces posibles, eso sí, con distancia y medidas.


sábado, 1 de agosto de 2020

Conferencia de José Ramón Ubieto : "Niñez y Pandemia" 31 de Julio 2020




Seminario de Psicoanálisis y Filosofía , CICDEBA Coordina: Mario Goldenberg

¿Cómo ha incidido la pandemia en las infancias y que dejará como restos?. Puedes escuchar la conferencia y el debate aquí:

jueves, 23 de julio de 2020

Jóvenes invulnerables y grupo



«Los jóvenes se ven invulnerables»

Diari de Tarragona, 11 de Julio de 2020

"Hay una necesidad de contacto a ciertas edades. Esto les pilla en un momento en el que no es fácil aceptar esa restricción, va en contra del estado natural que ellos tienen: no aceptar ciertos límites, pensar que es algo que viene de los adultos y que por tanto es algo que se puede transgredir, sin atender a que es el propio virus el que impone sus propias leyes… El conjunto hace pensar que los podamos considerar como un grupo que exige una cierta atención."

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ANGOIXA DEL NOU CONFINAMENT
Cadena Ser Catalunya, 23 de Julio de 2020


"No hi ha una experiència col·lectiva compartida, cadascú ho viu d'una manera. Trobem tres tipus d'efectes: la depressió, la inhibició social i la ràbia"
Escuchar audio

jueves, 9 de julio de 2020

Jóvenes a cara descubierta


Jóvenes a cara descubierta. ¿Cómo animarles a protegerse?
The Conversation 

¿Por qué debe preocuparles el coronavirus, si ellos ya tienen su propio virus con el que luchan día a día? ¿Cómo pensar en distanciarse de aquellos con los que pueden reconocerse, autoafirmarse, vivir de manera “auténtica”? ¿Cómo eso se considera problema si justamente esa es su solución?





viernes, 3 de julio de 2020

La brújula de la sorpresa. Una orientación en el trabajo en red




Cuando surge una crisis importante, como la actual de la Covid-19, los marcos se desencajan y con ellos la jerarquía de prioridades de cada uno/a, e incluso de la propia sociedad. Por eso, la primera pregunta que deberíamos hacernos, en lo que respecta al trabajo en red, es ¿Qué es lo esencial en nuestra propuesta, eso que constituye el hueso de Interxarxes?[1] Todo indica que no es la coordinación entre profesionales, eso ya se hace de manera automática (presencial o telefónica). Tampoco el uso de las redes telemáticas (protocolos, mails, aplicativos) que ya hemos incorporado y se ha convertido desde hace un tiempo en nuestro automaton. Ni siquiera el hecho de reunirnos presencialmente, actividad que hacemos habitualmente de dos en dos o en grupos más grandes.

Lo esencial, creo, es algo más ligero pero al tiempo más consistente como revulsivo: el hecho de que la conversación –como procedimiento central de nuestro “método”- da un lugar relevante a la sorpresa, ese factor que contraría el funcionamiento automático, eso que hacemos sin pensar apenas. No es poca cosa, sobre todo en un paradigma asistencial como el que tenemos, donde la monitorización y la protocolización ahogan cualquier imprevisto, cualquier azar y contingencia. El trabajo en red, en cambio, nos permite descubrir que un caso que parecía negro tiene algunos detalles azules o incluso verdes. O que una situación que no encontraba ninguna salida encuentra una, y también (hay sorpresas menos agradables) que un caso -al que dedicamos muchos recursos y esperamos mucho- sigue, sin embargo, sin cambios, fijado a una repetición infinita.

La sorpresa es, de hecho, la verdadera causa de nuestra conversación y de la elaboración colectiva de una nueva manera de ver los casos, de captar algo que no estaba antes y que se ha producido en la conversación. [2]Y no solo en lo que se refiere a los casos, también en nuestra propia organización del programa. Cuando, p.e., descubrimos con alegría que un/a colega sin muchos galones ni experiencia acumulada –pero con deseo y rigor- presenta un caso o se hace cargo de una responsabilidad manteniendo y/o mejorando experiencias anteriores.


viernes, 26 de junio de 2020

Más allá de la zoomvida





La Vanguardia, 26 de junio de 2020



La fatiga zoom es un nuevo modo de cansancio, que se suma a otras modalidades anteriores del agotamiento digital. La novedad de esta es que surge en medio de una pandemia y con la pretensión de reemplazar los encuentros presenciales. Esas circunstancias son claves para entender la fatiga. Por un lado, la pandemia que comporta muchas incertidumbres -apenas tenemos una parte del relato-, causa de miedos y tristeza por las pérdidas. El cansancio es un signo muy característico del ánimo depresivo.

Por otra parte, lo virtual disloca tres registros que normalmente se anudan en un encuentro cara a cara: la imagen, el cuerpo y la voz. Aquí el cuerpo está en casa, fuera de la escena, la imagen rígida y a ratos congelada y la voz va y viene, se encabalga o queda en silencio sin saber, a veces, cómo interpretar esas pausas (forzadas por la conexión o simples vacilaciones).

martes, 16 de junio de 2020

El duelo por los abrazos



La Vanguardia, lunes 15 de junio de 2020
El abrazo es, pues, una suplencia a esa armonía imposible de encontrar en la cama o con las palabras. Su propia gestualidad rodea, con los brazos abiertos, el vacío que se abre para cada cual. Los abrazos cubren ese agujero y nos permiten la ilusión del amor, fórmula popular para mantener los lazos de pareja, familiares o sociales. Al igual que hablamos y escribimos, intentando decir lo que de todas maneras el lenguaje no alcanza, nos tocamos y abrazamos para tratar de bordear ese vacío central.
El duelo que nos espera hasta el año próximo es el asomarnos allí sin el recurso al abrazo, conformarnos con otros modos menos intensos y maneras nuevas que habrá que inventar. Quizás por ello, los encuentros alrededor de las mesas de las terrazas tienen tanto éxito, son otra forma de rodear el agujero central que se ha reabierto, con la pandemia, en nuestras vidas.

lunes, 8 de junio de 2020

Maneras de salir (o no) del confinamiento: entre el miedo y la irresponsabilidad



The Conversation, 7 de junio de 2020

¿Por qué entonces ese aparente miedo a salir, si todo –como nos dicen– será normal y, además, nuevo? ¿Qué de lo “viejo” nos seguirá acompañando, en forma de temores o expectativas?

Con su actitud, algunos pretenden ignorar que el problema no está en las normativas, sino en lo real de un virus -hasta la fecha sin control- y en los efectos que tiene en cada uno: afectos subjetivos (miedo, angustia) y pérdidas reales (muertes, trabajo, vínculos). Quizás no quieren pagar su parte de sacrificio porque esperan que sean otros (sanitarios, personas vulnerables, trabajadores esenciales) los que lo hagan por ellos.
Los más osados, como vemos en el terreno político con casos como el del líder brasileño Jair Bolsonaro, hacen gala, sin pudor, de un populismo negacionista, que incluye tintes megalomaníacos y una pasión indisimulada por “no querer saber”. Como si de esa manera pudieran eludir la muerte, que de todas maneras insiste. Las consecuencias están ya a la vista de todos: al final serán ellos mismos los sacrificados, si bien, mientras, otros más vulnerables se ven abocados a un No futuro.

domingo, 31 de mayo de 2020

Tiempo de duelo: mucho más que cifras


Catalunya Plural, 30/5/20


Son mujeres mayores, que tienen que despedirse de un ser querido, sin ceremonia, sin palabras ni el arropo de los cuerpos y abrazos de amigos y familiares. Despedirse en soledad de vidas compartidas durante décadas, con hijos e hijas, aficiones y amistades conjuntas, como si la irrealidad que supone una separación definitiva, aquí se hiciese más real. Algo se ha conmovido para siempre en esa historia y hay que empezar a reconstruirlo de nuevo, pero solas y, como decía Freud, “pieza por pieza”. Los ritos funerarios tienen su función clave en el inicio del duelo, dan el tiempo para ir colocando cada imagen, cada recuerdo, cada palabra. 

Estas son algunas de las muchas historias de duelo que vemos y veremos en los próximos meses. Nunca es fácil bordear el agujero que se abre en nuestras vidas cuando perdemos algo tan valioso. Muchas veces, es entonces cuando comprendemos el valor de la pérdida, el lugar que el que se ha ido tenía para cada uno y el que nosotros mismos teníamos para él o ella. Ese es el duelo que tenemos que realizar: hacernos cargo de lo que ya no seremos, de lo irrecuperable.

viernes, 29 de mayo de 2020


La Vanguardia, 29 de mayo de 2020
Jacques Lacan explica que el insulto surge cuando se agotan las palabras y dejan paso al odio como el camino principal para situar el ser del otro. Otro psicoanalista, Jacques-Alain Miller, recordaba que el insulto surge como efecto del sofoco que provoca la cólera, que al no encontrar las palabras adecuadas termina vociferando epítetos peyorativos.
La cosa es que el odio es una pasión muy contagiosa, más ­incluso que el virus, y para el cual no es fácil encontrar una vacuna.

viernes, 22 de mayo de 2020

La ‘fatiga Zoom’, un nuevo cansancio





The Conversation, viernes 22/5/2020
  
El confinamiento nos ha traído una nueva y paradójica modalidad de cansancio: la fatiga de las videollamadas. Paradójica porque, a pesar de que ahora los cuerpos no se desplazan por pasillos de metro, calles abarrotadas o atascos interminables, terminan el día, sin embargo, más agotados que antes.

Cuerpos atrapados en las pantallas
La primera razón parece obvia: si no circulan libremente es porque están atrapados entre la incertidumbre y el miedo, la angustia y la pesadumbre. El cansancio es uno de los signos clásicos del afecto depresivo, junto a otros como la tristeza, el lloro o la falta de ganas (apetito, sexual, placer…).
Pero hay otras razones derivadas específicamente del uso de la tecnología. Las salas virtuales donde “nos reunimos” por videollamada con colegas, pacientes, amigos o familiares dislocan la imagen y el cuerpo. En las pantallas aparece a la vista de todos nuestra imagen, sí, pero más fija y rígida que de costumbre, a veces incluso temporalmente congelada. Mientras que en la intimidad (familiar) tenemos el cuerpo.


jueves, 14 de mayo de 2020

5 propuestas para afrontar una crisis psicológica desde la escuela en tiempos del Covid-19




Recuperar los vínculos

13/05/2020. Blog Obrim l'educació. Fundació Bofill
(Versió original /català)


Nuestras vidas están cambiando y cambiaran todavía más, esto afectará la vida social, familiar, las relaciones personales y también la escuela. Todavía no sabemos cómo, pero podemos anticipar algunas cuestiones, las más urgentes.

Estamos viviendo una emergencia sanitaria pero también un tipo de pandemia social, reveladora de otros problemas existentes en nuestra sociedad: desigualdades sociales, brecha digital, olvido en los cuidados de las personas vulnerables, falta recursos sanitarios…Todo esto se ha hecho evidente estos días y viviremos las consecuencias por un largo tiempo.

Es la primera vez en la historia que una crisis nos ha hecho sentir la existencia de un sujeto global y planetario como nunca lo habíamos visto. Hemos conocido campañas, algunas virales, en las que decíamos “Todos somos...” pero ésta nos ha tocado a todos y todas, en cada cuerpo ha resonado el miedo, la incertidumbre. Los niños y jóvenes no han quedado al margen y, si bien tienen menos preocupaciones por el futuro, ellos también viven con desazón el miedo al contagio, suyo o de sus familiares, la restricción de los contactos con amigos, las salidas a la calle y los lugares cerrados.

sábado, 9 de mayo de 2020

Algunas consecuencias psicológicas del confinamiento





Revista Educación 3.0. 01/05/2020

Confinamiento saludable sería un oxímoron, no puede ir una cosa con la otra.

"...Cuando éste finalice hay dos riesgos a tener en cuenta. Por un lado, tolerar una cierta angustia y miedo al contacto con el otro que evite desarrollar una fobia social o una hostilidad excesivas. Eso puede comportar que algunas personas que se sientan más vulnerables (por la edad, por antecedentes patológicos o por hipocondría) se aíslen en casa prolongando su confinamiento o con otras reacciones, segregando a aquellos a los que consideran pueden ser un ‘peligro’ (acciones de rechazo que ya se han visto con algunos sanitarios o profesionales de la alimentación). 

Por otro lado, todos deberemos hacer el duelo por nuestras pérdidas, para algunos de vidas humanas queridas, para otros de proyectos truncados o vínculos deteriorados y para casi todos de costes económicos. Otro asunto serán los sanitarios y el personal que ha atendido directamente a los pacientes más graves, cuyas secuelas psicológicas pueden ser más duraderas para algunos."



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lunes, 4 de mayo de 2020

¿Todo irá bien?



"...en estos tiempos convulsos mejor ser un pesimista advertido. Advertido de que la vida nunca es a riesgo cero y que cada tropiezo implica algo irrecuperable, si bien da la oportunidad de hacer e inventar otra cosa en ese vacío. Advertido de los límites del cuerpo, que puede ser parasitado por un extraño; del planeta en el que habitamos, cuya sostenibilidad tiene un límite; de la avaricia, que desemboca en desigualdades que generan graves conflictos sociales; o de la voluntad de dominio y abuso que mata vidas e impone coacciones a mujeres y niños."


Un pesimista advertido sabe que el primer deber del ser humano es vivir y evitar toda ilusión que lo dificulte. Todos necesitamos ilusionarnos, eso no es un problema mientras no hagamos de ello una religión, mientras no deleguemos en esas ilusiones la potencia que nos falta. Algo de eso ocurre ahora con las tecnociencias, a las que atribuimos superpoderes.

Ese pesimista apuesta, para vivir, por el encuentro con los otros como la mejor fórmula para compartir la alegría cuando surge. Lacan llamó a esto “el secreto de la alegría”. Frente a las contingencias que lo real nos depara –en este caso la Covid-19- hay que inventar y encontrar en ese impasse “la fuerza viva de la intervención”. No se trata de ilusiones, sino de aquello que cause nuestro deseo de vida y que no funciona en solitario. Es la apuesta de que algo (nos) irá bien.

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miércoles, 29 de abril de 2020

Salir del túnel, juntos




Catalunya Plural, 20/4/20

“Sin atisbo alguno del futuro que se está estructurando, andamos descaminados en la significación que atribuimos a las impresiones que nos agobian y en la valoración de los juicios que formamos”. Con estas palabras empieza Freud su escrito de 1915 sobre la guerra y la muerte. Un fantasma de ruina y catástrofe moral asola una Europa que hasta ayer (Zweig) prometía un futuro alegre. Cien años más tarde, nos encontramos en la oscuridad de otro túnel, donde avistamos algo de luz pero todavía persisten las sombras, del presente y sobre todo del futuro económico y social.

Queremos salir y volver a la normalidad pero como dice el meme “sólo volverán –según la OMS- aquellas personas que ya antes eran normales”, o sea nadie y todos, cada uno a “su” normalidad. Para ello, habrá que superar dos retos. Por un lado, tolerar una cierta angustia y miedo al contacto con el otro que evite desarrollar una fobia social o una hostilidad excesivas. Nos conviene más conservar una cierta precaución que no impida el contacto, asumiendo que nada garantiza nuestra inmunidad al 100%.

Por otro lado, todos deberemos hacer el duelo por nuestras pérdidas, para algunos de vidas humanas queridas, para otros de proyectos truncados o vínculos deteriorados y para casi todos de costes económicos....