Catalunya Plural, 30/5/20
Son mujeres mayores,
que tienen que despedirse de un ser querido, sin ceremonia, sin palabras ni el
arropo de los cuerpos y abrazos de amigos y familiares. Despedirse en soledad
de vidas compartidas durante décadas, con hijos e hijas, aficiones y amistades
conjuntas, como si la irrealidad que supone una separación definitiva, aquí se
hiciese más real. Algo se ha conmovido para siempre en esa historia y hay que
empezar a reconstruirlo de nuevo, pero solas y, como decía Freud, “pieza por
pieza”. Los ritos funerarios tienen su función clave en el inicio del duelo,
dan el tiempo para ir colocando cada imagen, cada recuerdo, cada palabra.
Estas son algunas de
las muchas historias de duelo que vemos y veremos en los próximos meses. Nunca
es fácil bordear el agujero que se abre en nuestras vidas cuando perdemos algo
tan valioso. Muchas veces, es entonces cuando comprendemos el valor de la
pérdida, el lugar que el que se ha ido tenía para cada uno y el que nosotros
mismos teníamos para él o ella. Ese es el duelo que tenemos que realizar:
hacernos cargo de lo que ya no seremos, de lo irrecuperable.