Hablar tiene sus riesgos: puedes decir más de lo que quieres o no saber lo que estás diciendo. El lenguaje de los humanos, seres hablantes por definición, no es equiparable –y, por tanto no delegable– al del chat GTP4, ese que parece que pronto hablará por todos y todas. A diferencia de la IA, los humanos inventamos cosas que no estaban en nuestro archivo y aunque -como les ocurre a los chatbots conversacionales- no puedan comprenderlas de entrada, sí tienen explicación y podemos, incluso, ir a ver a un psicoanalista para tratar de saber algo más de ellas.