lunes, 17 de diciembre de 2012

Las raíces de la violencia



La Vanguardia, Internacional. Sábado 15 de diciembre de 2012

Las raíces de la violencia
JOSÉ R. UBIETO. Psicoanalista


La matanza de Connecticut confronta de nuevo a la sociedad norteamericana al viejo debate sobre la tenencia de armas por parte de la población civil. Sin datos suficientes sobre los motivos del autor del tiroteo, luego suicidado,  todo apunta a otro episodio de la serie de matanzas escolares, nada infrecuentes en ese país. ¿Cómo es posible que tras tantas víctimas, la mayoría niños y jóvenes, no haya cambios legales?

La repetición de un fenómeno implica la existencia de una ley que permite explicarlo. Cuando se trata de fenómenos sociales la causa es múltiple y eso incluye desde la existencia de un trastorno mental, el acceso fácil a las armas de fuego o la tradición violenta de una sociedad como la norteamericana.

Las raíces de la violencia se hunden en lo más intimo del sujeto y también de las comunidades en que habita, hasta el punto que el filosofo W. Benjamin decía que la violencia es ella misma fundadora y conservadora del derecho y por ella existen las fronteras.

El caso de los EEUU es paradigmático de este hecho, destino de poblaciones huidas de Europa, cuyas instituciones los excluían, llegaron allí buscando la oposición a la cultura de la aristocrática Europa en la Naturaleza libre, recreada en los mitos de la frontera salvaje del oeste. Fue una epopeya de conquista y auto salvación que sigue impregnando la mentalidad de sus habitantes. La Asociación Nacional del Rifle vela, mejor que nadie, por la preservación de esas raíces.

Pero los usos y costumbres de una sociedad requieren, para perdurar, algo más que un relato de viejas epopeyas, requieren la existencia de un discurso legitimador que justifique moralmente las conductas y que contribuya, además, a la satisfacción personal y comunitaria. Richard Hofstadter (“Anti-intelectualismo en la vida norteamericana”) nos ilustra sobre los apoyos iniciales que encontraron los primeros colonos en el evangelicalismo  y el primitivismo. Más tarde se impuso el lado práctico de la vida, con el mito del negocio, del self made man, el hombre hecho a sí mismo que supera todas las adversidades. Ese ideal del individualismo invadió todos los aspectos de la vida, incluidos por supuesto los de la seguridad personal.

Lo militar se constituyó en virtud cívica y las guerras y valores viriles pusieron el intelecto contra las cuerdas. La posesión de armas está pues en la raíz misma de la creación y sostenimiento de esa sociedad. Cada uno debe responder de él mismo y de los suyos frente a la siempre permanente amenaza externa.