lunes, 26 de mayo de 2014

Cuerpos agitados y desatentos: ¿sujetos mudos?





Pubicado en català en El diari de l'educació. Blog de la Fundació Jaume Bofill
http://diarieducacio.cat/blogs/bofill/2014/05/23/cossos-agitats-i-desatents-subjectes-muts/

José Ramón Ubieto. Psicólogo clínico y psicoanalista. Autor de “TDAH. Hablar con el cuerpo”. EdiUoc, 2014 .

La Fundació Valld'Hebron Institut de Recerca nos informa que, en una investigación de la que solo conocemos resultados provisionales explicados en el congreso reciente sobre el TDAH, ha detectado algún trastorno de aprendizaje o psicopatológico en más del 20% de escolares catalanes. Las cifras – añaden - son comparables a las europeas, pero aquí el 90% no está diagnosticado[1]. Esta previsto, con el apoyo de los Departamentos de Benestar social, Ensenyament i Salut, que cuando se presenten los resultados definitivos “haya un plan para ir resolviendo esa situación tan anómala de alumnos con problemas sin diagnosticar ni tratar”.
Habrá que esperar, pues, a conocer los detalles de los datos definitivos, así como la metodología utilizada y sobre todo las recomendaciones que se sugieren para abordar estas problemáticas.

¿Qué podría añadir de nuevo este estudio? Sabemos que las manifestaciones más importantes del padecimiento psíquico de los niños del S.XXI giran alrededor de la escuela y de los aprendizajes. Lo cual no tiene nada de extraño ya que la escuela es su principal foco socializador, tanto por lo que se refiere a la adquisición de conocimientos y de hábitos como a la interacción social con sus semejantes.

Buena parte de este sufrimiento está ligado a los aprendizajes y a la relación que mantienen con el saber, que no siempre es fácil y marcada por un deseo y un consentimiento a aprender. Encontramos dificultades relacionadas a la carencia de recursos personales o déficits cognitivos, dificultades vinculadas a la atención y concentración y a veces rechazo directo de los aprendizajes (absentismo).

Algunas de las dificultades en el ámbito escolar toman la forma del denominado TDAH (en los EEUU el porcentaje es similar al que ofrece este estudio: 20% de alumnos de secundaria), diagnóstico que sirve en muchos casos como cajón de sastre que incluye verdaderas dificultades de atención vinculadas a conductas hiperactivas y otras respuestas con etiología diferente.

Hoy además sabemos que ya hay una nueva etiqueta para incluir aquellos trastornos que el TDAH no incluye por no presentar los signos correspondientes de Hiperactividad. Se llama TLC: Tempo Cognitivo Lento (SluggishCognitive Tempo) y cuenta ya con más de dos millones de niños estadounidenses diagnosticados y medicados con atomoxetina y psicoestimulantes[2].

También sabemos que el empuje de algunos a la “detección” (y medicación) precoz no se detiene ante nada, ni siquiera ante las pautas clínicas más elementales en paidopsiquiatría. Prueba de ello es que más de 10.000 niños americanos (de clases desfavorecidas) menores de 3 años ya están siendo diagnosticados y medicados por presentar (?) TDAH[3].El propio Conners, profesor emérito de la Universidad de Duke y uno de los investigadores y clínicos del TDAH más reconocido mundialmente, señaló recientemente, en una entrevista para el New York Times, que el número de niños diagnosticados con TDAH se había elevado a 3,5 millones (600.000 detectados en 1990). Él mismo calificó estas cifras de "un desastre nacional de proporciones peligrosas” y añadió diversas consideraciones en su blog[4]. El trastorno es ahora, en los EEUU, el segundo diagnóstico más frecuente a largo plazo realizado en niños, muy cerca ya del asma.

Estamos de acuerdo en que los aprendizajes hoy hacen síntoma para muchos niños/as y adolescentes. Y que la lectura de ese síntoma no puede reducirse a unas estadísticas ni a la invención de nuevas etiquetas que recojan los restos de las anteriores ni tampoco al uso generalizado y al abuso de la medicación.

Por lo que se refiere a nuestro país, en el Informe del año 2010 del Comité de Derechos del Niño, organismo de  Naciones Unidas que vela por la aplicación de la Convención sobre Derechos del Niño, y en las recomendaciones dirigidas al Estado español, en el apartado de “Salud y acceso a servicios sanitarios” ya se advertía textualmente:

El Comité expresa también su preocupación por la información que indica un aumento, en un período corto, en la prescripción de psicoestimulantes a niños diagnosticados con un trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH)”

“El Comité recomienda al Estado parte que examine con detenimiento el fenómeno de la prescripción excesiva de medicamentos a los niños y adopte iniciativas para proporcionar a los niños diagnosticados con un TDAH y otros trastornos del comportamiento, así como a sus padres, madres y maestros, acceso a una amplia gama de medidas y tratamientos educativos y psicológicos[5].

Esta es, pues, la cuestión que nos importa, más allá de las discusiones nominalistas o etiológicas: ¿sabremos leer esos cuerpos agitados y/o indolentes que hablan de un malestar que interfiere en sus aprendizajes tomándolos como interlocutores? ¿O por el contrario vamos a reducirlos a cuerpos deficitarios que exigen correcciones bioquímicas o conductuales sin escuchar el sufrimiento subjetivo que implican? ¿Cómo entender las formas, particulares a cada uno, para agitarse o desatender a sus profesores? ¿No estamos –como padres, docentes o clínicos- convocados a este malestar y a su abordaje? ¿De que podemos hacernos responsables (responder de) cuando está en juego la relación de un sujeto al saber y a su cuerpo?



[2] http://www.nytimes.com/2014/04/12/health/idea-of-new-attention-disorder-spurs-research-and-debate.html?_r=0
[3]http://www.nytimes.com/2014/05/17/us/among-experts-scrutiny-of-attention-disorder-diagnoses-in-2-and-3-year-olds.html?_r=0
[5]Ver el citado Informe en el siguiente enlace: http://www.unicef.es/sites/www.unicef.es/files/Observaciones.pdf.


miércoles, 14 de mayo de 2014

la intimidad que deja de serlo




La Vanguardia. Cultura(s) | Miércoles, 14 de mayo 2014

Dossier: El porvenir de la intimidad
MIQUEL BASSOLS | ENRIC BERENGUER| JOSÉ R. UBIETO

La intimidad es una noción que se afianza a lo largo del siglo XIX en el marco de una cultura burguesa que hace de la vida privada y del yo su referencia civilizatoria. Se acepta así que cada uno es conocedor y dueño de sus secretos, tesis que empieza a desmontarse con el descubrimiento freudiano del inconsciente. Hay secretos íntimos para nosotros mismos y la ilusión de ser transparentes sólo se sostiene en ciertos momentos de la infancia cuando pensamos que los padres leen nuestros pensamientos.

Hoy esta intimidad sufre una profunda transformación y prueba de ello es la popularidad del concepto de extimidad. Generalmente se usa como si fuera el reverso de la intimidad y se asemeja al hecho de que hoy lo íntimo ha devenido público. Para Lacan, autor del neologismo, extimidad tiene otro significado, alude a aquello más íntimo que sin embargo es irreconocible para el sujeto porque se sitúa en en el exterior, como un cuerpo extraño. Se trata de otra intimidad que a pesar de parecernos ajena, nos es tan familiar por constituir el núcleo de nuestro ser. Es el interior intimo meo de San Agustín o ese odio que imputamos al otro –por su extranjeridad o diferencia-  y que sin embargo nos constituye a cada uno.

El porvenir de la intimidad va hoy a la par de las tecnologías digitales, que sostienen la ilusión de que se podría extraer la verdad del sujeto incluso aquello más opaco. La previdencia de Minority Report cada día resulta menos ficción y ya se especula con tecnologías capaces de leer nuestros pensamientos (!) o sistemas de trazabilidad que no dejarían oculto ni un segundo de nuestras vidas, como sucede con los objetos que incorporan un GPS. Tres psicoanalistas analizan en el dossier estas transformaciones.

“El yo a cielo abierto”. José R. Ubieto.

lunes, 5 de mayo de 2014

TIC: afición y adicción


29 de abril de 2014. La Vanguardia

Noelia Conrado

 
Las nuevas tecnologías de la información y la comunicación generan afición, pero también adicción. El exceso de consumo de pantallas digitales preocupa cada vez más a los padres
Unos envian whatsapps, otros leen correos electrónicos, hay quien consulta el tiempo, o busca el itinerario más eficaz para llegar a un lugar… El móvil es ya un instrumento imprescindible sin el cual algunos no sabrían vivir. Su utilización permanente y hasta compulsiva es preocupante. Lo habitual es realizar un promedio de 150 consultas diarias.
Lo dice el psicólogo clínico y psicoanalista José Ramón Ubieto, quien sostiene que el móvil se ha convertido en una herramienta de trabajo, en una linterna, en un GPS… “un instrumento multiuso que se puede utilizar con frecuencia y al cual se pueden realizar 150 consultas diariamente sin que eso suponga que seamos unos adictos a la tecnología, ya que la adicción no viene determinada por el número de consultas sino por la necesidad de hacerlas”.
Como el móvil, el resto de las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) –ordenadores, consolas, reproductores de audio y vídeo, etc.– están llamadas a facilitarnos la vida, pero en ocasiones consiguen alterarla. El problema aparece cuando pasa de ser una afición o una herramienta de trabajo a convertirse en una obsesión. Ubieto distingue entre una adicción y un uso tecnológico muy frecuente: “Los nativos digitales, por ejemplo, han nacido en la era tecnológica y para ellos utilizar el móvil o internet a menudo es habitual, mientras que la adicción es una condición singular de cada individuo, hay personas que son más susceptibles de ser adictas a cualquier objeto, ya sea un móvil, un videojuego o una máquina tragaperras”.
LOS JÓVENES Y LAS TIC
Para Ubieto vivimos en una “sociedad adictiva”, dependiente de los objetos, donde todo incita a necesitar un producto determinado. Una conducta que es más proclive en los adolescentes, que sucumben ante las novedades y todavía no tienen forjada su personalidad.
Un dato significativo es que en 2013 entre la población infantil (de 10 a 15 años) el uso de las TIC fue muy elevado, nueve de cada diez niños utilizaron el ordenador e internet y seis de cada diez de los menores disponía de teléfono móvil, según datos del Instituto Nacional de Estadística.
Asimismo, según el estudio Jóvenes y Comunicación: la Impronta de lo Virtual, realizado por el Centro Reina Sofía sobre Adolescencia y Juventud, las TIC y las redes sociales son entendidas por los jóvenes como el lugar en el que hay que estar y en el caso de las personas más tímidas o inseguras les ayudan a perder la vergüenza.
Datos que corroboran que para los jóvenes la realidad virtual se ha convertido en una nueva forma de integración social y disponer de una cuenta en las redes sociales ya es imprescindible.
 
LA OTRA CARA DE LAS TIC
El consumo excesivo de las pantallas digitales –móvil, ordenador, tabletas, videojuegos o televisión– en algunos casos genera “un cambio de comportamiento como obsesión por las novedades, necesidad permanente de estar conectado, aislamiento del entorno familiar o pérdida de contacto con la sociedad y más amigos virtuales”, explica Enric Gómez, psicólogo del centro médico Atlàntida de Barcelona.
Gómez sostiene que cuando aparecen estos síntomas entre los adolescentes muchos padres acuden preocupados a las consultas, ya que no saben cómo manejar la situación, cómo vencer el uso compulsivo de las videoconsolas o cómo gestionar el tiempo que pasan utilizando las TIC. Situación que, en parte, es agravada –según Gómez–, por la ausencia de reglas, ya que no hay un manual sobre el uso adecuado de las redes sociales y no está estipulado el tiempo recomendable de consumo tecnológico, lo cual genera más incertidumbre.
Tanto Gómez como Ubieto coinciden en destacar que el uso de las TIC no se puede negar, la clave está en enseñar a utilizarlas correctamente. Para ello, los padres deben convertirse en aliados de las tecnologías y controlar el uso que hacen sus hijos de ellas.
Un caso controvertido es el de Facebook. El psicólogo de Atlàntida explica que un joven no puede tener Facebook hasta cumplir la mayoría de edad, ya que así lo indica la red social. No obstante, si los adolescentes desean crearse una cuenta los padres pueden llegar a un acuerdo. “Pueden proponerles que accedan a Facebook a través de sus cuentas, y si los padres no tienen deberían familiarizarse con el mundo digital, así sabrán qué es lo que quieren sus hijos y qué buscan en las redes”. Estarán demostrando que confían en sus hijos y ganarán su confianza, ya que les dejarán navegar, pero ellos controlarán la situación, ya que esta inmersión en Facebook se hará a través de su cuenta.
Además de estas indicaciones, Ubieto añade que es importante no dejarles solos: “Ellos aprenden rápido, pero nosotros tenemos que mostrarles las consecuencias del uso tecnológico, ya que cualquier actividad en la red deja una huella digital”. La red almacena todo –imágenes, vídeos, comentarios...– y “si no hacemos un buen uso de la información después se puede volver en contra”, sentencia.