lunes, 5 de mayo de 2014

TIC: afición y adicción


29 de abril de 2014. La Vanguardia

Noelia Conrado

 
Las nuevas tecnologías de la información y la comunicación generan afición, pero también adicción. El exceso de consumo de pantallas digitales preocupa cada vez más a los padres
Unos envian whatsapps, otros leen correos electrónicos, hay quien consulta el tiempo, o busca el itinerario más eficaz para llegar a un lugar… El móvil es ya un instrumento imprescindible sin el cual algunos no sabrían vivir. Su utilización permanente y hasta compulsiva es preocupante. Lo habitual es realizar un promedio de 150 consultas diarias.
Lo dice el psicólogo clínico y psicoanalista José Ramón Ubieto, quien sostiene que el móvil se ha convertido en una herramienta de trabajo, en una linterna, en un GPS… “un instrumento multiuso que se puede utilizar con frecuencia y al cual se pueden realizar 150 consultas diariamente sin que eso suponga que seamos unos adictos a la tecnología, ya que la adicción no viene determinada por el número de consultas sino por la necesidad de hacerlas”.
Como el móvil, el resto de las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) –ordenadores, consolas, reproductores de audio y vídeo, etc.– están llamadas a facilitarnos la vida, pero en ocasiones consiguen alterarla. El problema aparece cuando pasa de ser una afición o una herramienta de trabajo a convertirse en una obsesión. Ubieto distingue entre una adicción y un uso tecnológico muy frecuente: “Los nativos digitales, por ejemplo, han nacido en la era tecnológica y para ellos utilizar el móvil o internet a menudo es habitual, mientras que la adicción es una condición singular de cada individuo, hay personas que son más susceptibles de ser adictas a cualquier objeto, ya sea un móvil, un videojuego o una máquina tragaperras”.
LOS JÓVENES Y LAS TIC
Para Ubieto vivimos en una “sociedad adictiva”, dependiente de los objetos, donde todo incita a necesitar un producto determinado. Una conducta que es más proclive en los adolescentes, que sucumben ante las novedades y todavía no tienen forjada su personalidad.
Un dato significativo es que en 2013 entre la población infantil (de 10 a 15 años) el uso de las TIC fue muy elevado, nueve de cada diez niños utilizaron el ordenador e internet y seis de cada diez de los menores disponía de teléfono móvil, según datos del Instituto Nacional de Estadística.
Asimismo, según el estudio Jóvenes y Comunicación: la Impronta de lo Virtual, realizado por el Centro Reina Sofía sobre Adolescencia y Juventud, las TIC y las redes sociales son entendidas por los jóvenes como el lugar en el que hay que estar y en el caso de las personas más tímidas o inseguras les ayudan a perder la vergüenza.
Datos que corroboran que para los jóvenes la realidad virtual se ha convertido en una nueva forma de integración social y disponer de una cuenta en las redes sociales ya es imprescindible.
 
LA OTRA CARA DE LAS TIC
El consumo excesivo de las pantallas digitales –móvil, ordenador, tabletas, videojuegos o televisión– en algunos casos genera “un cambio de comportamiento como obsesión por las novedades, necesidad permanente de estar conectado, aislamiento del entorno familiar o pérdida de contacto con la sociedad y más amigos virtuales”, explica Enric Gómez, psicólogo del centro médico Atlàntida de Barcelona.
Gómez sostiene que cuando aparecen estos síntomas entre los adolescentes muchos padres acuden preocupados a las consultas, ya que no saben cómo manejar la situación, cómo vencer el uso compulsivo de las videoconsolas o cómo gestionar el tiempo que pasan utilizando las TIC. Situación que, en parte, es agravada –según Gómez–, por la ausencia de reglas, ya que no hay un manual sobre el uso adecuado de las redes sociales y no está estipulado el tiempo recomendable de consumo tecnológico, lo cual genera más incertidumbre.
Tanto Gómez como Ubieto coinciden en destacar que el uso de las TIC no se puede negar, la clave está en enseñar a utilizarlas correctamente. Para ello, los padres deben convertirse en aliados de las tecnologías y controlar el uso que hacen sus hijos de ellas.
Un caso controvertido es el de Facebook. El psicólogo de Atlàntida explica que un joven no puede tener Facebook hasta cumplir la mayoría de edad, ya que así lo indica la red social. No obstante, si los adolescentes desean crearse una cuenta los padres pueden llegar a un acuerdo. “Pueden proponerles que accedan a Facebook a través de sus cuentas, y si los padres no tienen deberían familiarizarse con el mundo digital, así sabrán qué es lo que quieren sus hijos y qué buscan en las redes”. Estarán demostrando que confían en sus hijos y ganarán su confianza, ya que les dejarán navegar, pero ellos controlarán la situación, ya que esta inmersión en Facebook se hará a través de su cuenta.
Además de estas indicaciones, Ubieto añade que es importante no dejarles solos: “Ellos aprenden rápido, pero nosotros tenemos que mostrarles las consecuencias del uso tecnológico, ya que cualquier actividad en la red deja una huella digital”. La red almacena todo –imágenes, vídeos, comentarios...– y “si no hacemos un buen uso de la información después se puede volver en contra”, sentencia.