martes, 5 de febrero de 2013
El porvenir de la salud mental en manos de Nuka
Obsoleto el modelo paternalista que rigió la relación asistencial clínica, y también la educativa y social, hoy se consolida un nuevo paradigma de abordaje del malestar psíquico. Fruto de la alianza entre las “neurociencias de éxito” (hay avances científicos serios en este campo, más discretos) y la dominante y omnipresente reingeniería social.
Su característica principal es renunciar a escuchar al sujeto, cerrándole la boca con el abuso de la medicación y el mal uso de los protocolos. Coherente con su reducción del sujeto al hombre neuronal (“Y el cerebro creo al hombre” Damasio dixit).
Sus efectos secundarios son ya una realidad en los dispositivos asistenciales: desconfianza de los pacientes, posición defensiva de los profesionales, aumento de la burocratización y debilitamiento del vínculo transferencial.
Se trata de un paradigma que deja solo al sujeto frente a su dolor y genera odio porque transforma la mirada inquisitiva del psi en una nominación degradante, vía la etiqueta diagnostica o incluso el insulto, menos sutil (simulador, tramposo,..).
La salud es hoy un asunto público, forma parte de la política y también del negocio. Es, sin duda, un factor clave de la economía como lo muestran las cifras astronómicas de la industria farmacéutica y las empresas de biotecnología.
Eptisa Casta Salud, división del grupo de ingeniería Eptisa, es una de las empresas, participadas por fondos de inversión, que está especializándose en la gestión privada de la salud mental en nuestro país. En la actualidad dispone de 5 centros de salud mental con 1.000 camas y 450 trabajadores en Asturias, Ávila, Madrid y el País Vasco. Combina esta actividad con estudios de mercado, consultoría en salud mental y la distribución de metadona para los centros del Instituto de Adicciones de Madrid salud.
Sus responsables ejecutivos ponen el énfasis en la innovación que suponen sus métodos, que incluyen lugares de práctica para estudiantes universitarios (UCM y UAM) y la joya de la corona: el robot terapéutico japonés de nombre Nuka. Con la forma de una foca bebe está dotado de cinco sensores (tacto, luz, audición, temperatura y postura) que le permiten interactuar con los pacientes, estimulándolos y a la vez relajándolos cuando procede. Incorpora registros positivos y negativos de los pacientes y los procesa para establecer un feed-back con ellos.
Experimentado por primera vez en Fukushima, con los ancianos supervivientes del tsunami, a los que ayudó a sobrevivir al trauma de la catástrofe, se ofrece ahora como el partener del malestar psíquico. Cumple bien con los requisitos del método LEAN, referencia clave en la reingeniería: barato (para la empresa gratis ya que sus 60.000 euros de coste los financiamos los contribuyentes europeos), de “probada” eficacia empírica (avalado por el Centro de Investigación de Enfermedades neurológicas de la Fundación Reina Sofía), extremadamente rentable (sustituye el trabajo de varios cuidadores y terapeutas) y con un gran porvenir en la expansión prevista de la empresa en Europa del este y Latinoamérica.
El hombre neuronal cifrado en los 5 registros de Nuka, traumatizado por el tsunami de la hipermodernidad, está en manos de una solicita foca-bebé que al modo de los actuales servicios de atención al cliente proponen protocolizar la demanda eliminado cualquier desperdicio (la muda, significante amo en el método LEAN) que la singularidad pudiera hacer emerger.