Las recientes sentencias sobre la Manada , Juana Rivas y el
intento –luego rectificado- de constituir una comisión judicial de revisión de
los delitos sexuales, sin apenas representación de mujeres juristas, tienen
algo en común. Reflejan las resistencias de parte de la sociedad a un fenómeno
imparable: la feminización del mundo.
Hay signos inequívocos desde hace algunas
décadas, y acentuados a partir de lo que los sociólogos bautizaron como la
segunda transformación familiar (ahora estamos ya en la tercera): la que
concedió estatuto de sujetos de pleno derecho a mujeres y niños, desprendidos ya
de la vieja tutela patriarcal.
Ese progreso imparable hace que hoy haya más
universitarias que hombres en la mayoría de las carreras y que cargos políticos
de máxima responsabilidad sean ocupados, cada vez más, por mujeres. Eso no
cesará e incluso alcanzará otros ámbitos menos paritarios actualmente
(negocios, religión, justicia, fuerzas armadas).
La reivindicación creciente de la maternidad como una elección que, en ocasiones, no incluye al hombre, es también otro signo de esta feminización del mundo.
LEER ARTICULO COMPLETO