PsiAra, COPC, 4 de diciembre de 2019
"Para decirlo brevemente, hemos pasado de mirar al Padre –como referencia y/o lugar de mando- a mirar al iPad, el nuevo mando. Donde antes el saber se ligaba a la tradición y a la jerarquía, ahora cada uno lo lleva en el bolsillo y se construye más horizontalmente. No es que los padremadres hayan desaparecido, pero se han desvanecido, eclipsado ante el fogonazo del brillo de esos gadgets que nos hipnotizan y nos invitan a gozar, menos en familia y más en un régimen de unos solos.
Hannah Arendt nos dio una primera idea al señalar como las generaciones precedentes debemos acoger las novedades que toda generación trae, ya que de no hacerlo así bloquearíamos toda idea de futuro para ellos. Martin Heidegger, en su magnifico texto “Serenidad”, añade cómo hacerlo: aceptar las innovaciones técnicas sin renunciar a los principios que nos guían. La privacidad, cierta intimidad, es valiosa en nuestra vida presencial ya que no todo debe ser visible -como recordaba Junichiro Tanizaki (“Elogio de la sombra”)- y transparente. Eso mismo debería orientarnos en el uso de las RRSS. No se trata, por tanto, de prohibir o laissez faire, como si la autoregulación fuese posible especialmente en la infancia, sino de limitar el uso a partir de una idea de lo que queremos permitir. Esa regulación, por supuesto, debe afectar en primer lugar a las GAFAM (Google, Amazon, Facebook, Apple, Microsoft) que encarnan el verdadero gobierno de los algoritmos. "