Esa promesa del eterno retorno del hombre salvador está hoy muy presente también en Europa, donde vemos muchos ejemplos de este personaje, que más tarde o más temprano, se confronta a aquello que vela el mito: el culto a la personalidad y la arbitrariedad del acto redentor. La frase de Vargas Llosa, en la misma convención: «Lo importante de unas elecciones no es que haya libertad, sino votar bien» es un buen ejemplo. Salvar al otro, y más cuando éste no lo pide, no parece entonces un buen método para el otro ni para la convivencia social. Otra cosa son los beneficios para sí mismo. Y de esos beneficios tenemos sobrados ejemplos, sin que hasta la fecha nadie haya pedido perdón. El amor de una madre lo perdona todo, sin duda.