Diari de Tarragona, 25 de febrero de 2020
lunes, 2 de marzo de 2020
lunes, 17 de febrero de 2020
Políticas del miedo
La anulación del Mobile no ha sido un hecho aislado. Hace algún tiempo, desde el
episodio del SARS (2003), se producen cancelaciones de eventos importantes: deportivos
o ferias de negocios, sea por epidemias víricas o por atentados terroristas.
El sentimiento del miedo se viraliza
rápidamente gracias a tres factores
básicos: los discursos que
agitan el pánico, sea con intencionalidad o por ignorancia; la movilidad cada vez mayor de la
población que transporta así el virus o el explosivo y las tecnologías que permiten un flujo constante de imágenes,
informaciones y cada vez más fakes. Según
un estudio publicado en Elsevier[1],
que analizaba diferentes noticias sanitarias escritas en múltiples redes sociales,
el 40% de estas informaciones
contenían errores o eran directamente falsas, y se compartieron 451.272
veces durante 5 años (del 2012 al 2017). Y, en lo que se refiere al
coronavirus, sólo del 24 al 27 de enero
se registraron más de 13.000
entradas en redes como Twitter, Facebook i Reddit que contenían desinformaciones. [2]
Podríamos añadir dos factores más
recientes y cada vez más presentes: la judicialización de la vida cotidiana y
el temor a dañar la imagen corporativa que convierten cualquier evento
accidental en un motivo de reivindicación y de reclamación de daños.
viernes, 7 de febrero de 2020
La Vanguardia, viernes 7 de febrero de 2020
La epidemia del coronavirus nos confronta a una de las paradojas de nuestra sociedad: a pesar de ser la más segura de cuantas existieron, eso no nos ha librado del sentimiento subjetivo de inseguridad. Hoy tenemos apps y tecnología suficiente para controlar cualquier variable, desde antes del nacimiento hasta la muerte, y sin embargo uno de los malestares más frecuentes, y origen de muchas consultas y de un elevado consumo de ansiolíticos, lleva el nombre del miedo: panic attack. La sociedad del riesgo (Beck) es ya hoy la sociedad del miedo, donde el fantasma de la muerte se hace viral y planea sobre cada uno. Esa promesa de monitorización exhaustiva de nuestras vidas nos ha hecho, curiosamente, más vulnerables.
El desconocimiento y la incertidumbre siempre provocan temor y rechazo y la “infección viral” del miedo desata las peores tendencias xenófobas, como estamos viendo. Por eso, las personas necesitamos un relato para aproximarnos a ese enigma, una especie de intermediario y acompañante. Cuando lo logramos, el rechazo cede y lo extranjero se hace más familiar....
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jueves, 23 de enero de 2020
La Vanguardia, Opinión, 23/01/2020
Varones que han
perdido privilegios, en muchos casos trabajo, y se sienten por ello humillados
y ninguneados en una época donde ellas se hacen oír. El declive de lo
viril, presente hace varias décadas, va parejo al declive de la autoridad
paterna, especialmente de la fórmula del patriarcado.
Es hora pues -piensan
algunos- de reconquistar ese lugar perdido. Nada mejor para ello que difundir fakes
que apunten a esos temores de pérdida para generar sentimientos colectivos de protesta.
En los cuerpos de muchos de esos varones, y también de algunas mujeres, resuena
con angustia la inquietud por los cambios y para ellos/as la propuesta de Vox
del pin parental suena a refugio.
martes, 7 de enero de 2020
viernes, 27 de diciembre de 2019
lunes, 23 de diciembre de 2019
La denuncia de esta adolescente debe ser escuchada -más allá de sus circunstancias personales- por lo que revela de esa pasión de la ignorancia, por el no querer saber de nuestra pulsión de autodestrucción, en este caso planetaria. A otros -‘sabios’ y políticos- les toca encontrar las respuestas que convienen.
Pensar no viene de serie, hace falta crear primero un vacío de objetos, de actividades. Arriesgarse a enfrentar ese “horror al saber” que es también el horror vacui ante la incertidumbre y la ausencia de respuestas rápidas y fáciles. Hay que aguantarse un poco la angustia y el no saber.
Dicho esto, recordemos una de las frases más conocidas de Confucio, filósofo y político chino, que se interesó en la enseñanza y respeto a los preceptos de los sabios de la antigüedad: “Cuando el sabio señala a la luna, el necio mira al dedo”. Viene muy a propósito de aquellos que no escatiman críticas e insultos (límite de la argumentación) a la figura de Greta Thunberg, sea por el papel que juegan sus padres, por su estilo propio o bien por la falta de propuestas viables que le reprochan. Aquí el no querer saber –el necio que mira el dedo- es preocupante porque afecta a aspectos esenciales de la vida y de las personas. Y eso solo cabe explicarlo por ignorancia o por mala fe (intereses opacos), o incluso por la suma de las dos.
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