lunes, 13 de mayo de 2013
La moral religiosa y los lazos familiares
La ofensiva moral de la derecha en Europa y en España en lo que se refiere a las formas familiares es un hecho incuestionable. El episodio de “El muro de los gilipollas” en Francia es mas que una anécdota, es la respuesta de un sector del mundo jurídico a esta ofensiva que ha tenido un gran impacto popular (reacción a la ley “Mariage pour tous”) y que muestra como la derecha más rancia, de credo católico, parece haber dejado caer el velo de lo correcto y empieza a quebrarse el pacto tácito de 1945, que aparcaba Vichy y sus connotaciones fascistas. En otros países de Europa la deriva derechista permanece también ligada a la iglesia católica. Muy ilustrativo al respecto las tesis de Marcel H. van Herpen sobre la influencia putinista en este tema1.
En España Mª Dolores de Cospedal y otros representantes de la derecha como el ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, ya se han referido a los años 30 como escenario de tensión social. A esta moral del deber y los lazos biológicos, compatibles, por cierto, con la ausencia de políticas familiares efectivas como han mostrado muy bien expertos como el sociólogo Lluís Flaquer2, la izquierda opone la del derecho democrático (pluralidad, diversidad, derecho a) que tiene también sus contradicciones.
Estos debates, en Francia sobre el matrimonio homosexual o en España sobre la ley del aborto, ponen de manifiesto una obviedad: cualquier valoración que hagamos sobre los asuntos de familia parte de un pre-juicio. El derivado del hecho que cada uno procede de una familia en la que se crio y para él fue “lo natural”. Algunos buscan fundamentos religiosos o científicos en la madre naturaleza o en la biología. Otros en cambio legitiman cualquier novedad en base al principio democrático de tener “derecho a”, olvidando que un hijo debería ser fruto de un deseo, no de un derecho.
Los datos de la realidad actual de las nuevas formas familiares son, por otra parte, inapelables: 6 millones de hijos viven en familias homoparentales (USA) y 30.000 matrimonios homosexuales en España. Las demandas de acogimiento o adopción por parte de mujeres solas van en aumento y las familias monoparentales representan ya el 15%. Hay más de 300.000 bebes probetas en el mundo y alrededor del 10% de las inseminaciones se hacen a mujeres solas. Centenares de niños españoles han nacido de vientres de madres extranjeras en la última década.
A partir de aquí, ¿qué posición tomar? Levi-Strauss aconsejaba prudencia al recordar que estas formas familiares y de procreación ya las registramos a lo largo del tiempo y las culturas, especialmente en aquellas en las que la Iglesia católica no ejercía un poder de control político. Añadía también el liberalismo en lo que se refiere a la reivindicación de la igualdad de derechos civiles.
Las inquietudes que plantean algunos, respecto las transformaciones familiares, se refieren a las garantías del ejercicio de la parentalidad y la construcción de la identidad sexual. Lo cierto es que los estudios existentes coinciden en no encontrar ninguna patología específica en los niños criados en estas familias. En algunos casos incluso, como la homoparentalidad, más bien sitúan algunos rasgos de carácter positivos como sería una mayor tolerancia y flexibilidad hacia las cuestiones de género.
Cada una de las nuevas formas del lazo familiar deja su huella en lo que Freud llamó la novela familiar. “Mi madre tiene una novia que es como un señor, una mujer pero con un perfume fuerte”. De esta manera me explica una niña de 10 años la relación homo de su madre. Es un ejemplo de que también las teorías sexuales se adaptan a los nuevos tiempos y de que todos necesitamos un tiempo para significar las nuevas relaciones.
La razón de esta “normalidad” de la diversidad familiar no tiene nada de extraño: la paternidad es siempre una atribución, son los niños quienes invisten al otro como padre y madre, una verdad que cualquier padre adoptivo o acogedor comprueba a diario. La familia, como bien sabían los romanos al distinguir el genitor del pater, no tiene nada de natural, es un artificio, una invención que cada civilización moldea bajo diferentes formas
Por eso la verdad que cuenta para cada niño, más allá de la biología, es como cada familia acoge al hijo en su singularidad, dejándole el margen necesario para que construya su subjetividad, sin instrumentalizarle como un objeto de satisfacción. Lo que sí es un hándicap, en cambio, es el estigma social que todavía rige y que hace a los niños depositarios de esa diferencia y les obliga a justificarla.
1. http://www.project-syndicate.org/commentary/putinism-as-a-model-for-western-europe-s-extreme-right-by-marcel-h--van-herpen/spanish .
2. http://www.fundaciolacaixa.es/StaticFiles/StaticFiles/8472ce6adfcef010VgnVCM1000000e8cf10aRCRD/es/es03_esp.pdf