Pensar la incidencia de lo social en la relación
asistencial con sujetos con patologías mentales parecería lógico en un discurso
inclusivo sobre estas problemáticas. Lo curioso es que en el discurso
actualmente dominante en la Salud Mental (SM) lo social queda relegado a un
factor secundario respecto a la etiología y a actividades secundarias,
fundamentalmente de rehabilitación, por lo que hace al tratamiento de la patología
mental.
Sirva como ejemplo el programa televisivo “La marató”
de TV3, centrado en la Enfermedad Mental (EM) celebrado en el mes de diciembre
de 2008. Tanto en el programa mismo como sobre todo en los proyectos
subvencionados con el dinero recaudado, cantidades muy altas, se hizo patente
este desprecio por la incidencia de lo social en la EM : tan solo uno de los
proyectos subvencionados incluía variables sociales y su dotación apenas supone
un 1% del total del dinero conseguido.
Estos hechos no son nada ajenos a un nuevo
paradigma en la relación asistencial que se ha impuesto desde hace algunas
décadas. Hoy, entrados ya en el Siglo XXI, podemos decir que la tendencia
“individualista” en la mirada sobre el sujeto contemporáneo, junto a las falsas
promesas del cientificismo, constituyen la base más firme de la nueva relación
asistencial cuyas características y consecuencias podemos ya vislumbrar con
claridad.
Esta
nueva realidad es la consecuencia de un amplio e ilusorio afán reduccionista
que trata la complejidad del real que abordamos, mediante razonamientos y
procedimientos simplificados. La ilusión de reducir la complejidad del psiquismo
y de la subjetividad a una parte de nuestro organismo: el cerebro. El hombre,
así pensado, es un hombre neuronal sin pasado ni futuro, sin historia.
Hoy
asistimos a la proliferación de investigaciones sobre la genética humana, los
fundamentos biológicos de sus procesos mentales, afectivos y relacionales.
Estas investigaciones pretenden explicar, a partir de nuestra neuroquímica
cerebral o de nuestra fisiología neuronal, cómo es posible que alguien elija
una pareja, decida sus inversiones en bolsa o se afilie a un partido político.
Todo ello se basa en la idea del hombre neuronal, un sujeto sin consciencia, o
en todo caso con una conciencia ya programada y con un funcionamiento ajeno a
su voluntad, decidido por misteriosas sinapsis (Pérez-Álvarez, 2011). Estas
tesis ensalzan la idea de un individualismo irresponsable ya que sus actos
estarían previamente determinados por causas ajenas a él (bioquímica cerebral,
dotación genética).
Estas
tesis “neuronales” alcanzan también el ámbito de la intervención social, si
bien con menos intensidad que en otros como el de la salud o la educación. Se
habla ya de la “neurona de Wall Street” para explicar el comportamiento humano
con el paradigma del liberalismo económico, como si actuásemos de manera
isomórfica al sistema capitalista (Pérez-Álvarez, 2011). Se pretende así
encontrar las bases neurológicas de las prácticas sociales en un momento en que
asistimos a un declive evidente de las ciencias humanas y sociales (Llovet,
2011).
Esta pseudociencia se presenta como una liberación
del re-ligare de lo antiguo. Se apoya en el poder de la ciencia, exorcizadora
de las ataduras y contaminaciones de los viejos procedimientos que implicaban
una “confusión” entre sujeto y objeto. La paradoja es que esa ciencia abusiva,
o sea el cientificismo, acaba dando forma sólida a una nueva religión por su
carácter holístico.
Junto a este nuevo objeto de la SM se promocionan soluciones rápidas
y simples que sin embargo no parecen contar con todas las evidencias que
prometen. Los antipsicóticos de segunda generación que previsiblemente serian
más eficaces y con menos efectos secundarios que sus predecesores no parecen
cumplir con sus promesas (menos eficacia y mas efectos indeseados), su uso es
discutible (mayores de edad, niños) y en cualquier caso no parecen haber frenado
las cifras de los trastornos mentales que aumentan día a día.
*Extracto de la Conferencia realizada en la Comunitat Terapeutica del Maresme, setiembre de 2012. Arenys de Munt (Barcelona)