Las prácticas de grupo son una de las maneras clásicas de
evitar afrontar en soledad la metamorfosis de la pubertad.
Ese cuerpo del Otro, inaccesible, puede encontrar allí una encarnación. El
inventario de esas prácticas es largo. A las clásicas de la pandilla, los
grupos lúdicos, las bandas violentas se suman hoy las performances públicas
(botellón, Pokemon go, flashmob), los nuevos lazos sociales
promovidos por el fanatismo (yihadismo), las comunidades de afectados por un
rasgo de goce (LGTBI, TDAH, ...) y por supuesto las comunidades virtuales.
Sabemos que el catalogo de las pulsiones está cerrado
pero su lectura, a partir de la actualidad de los semblantes, nos obliga a
renovar su abordaje en la clínica. La realidad digital plantea así algunas
novedades que inciden en el goce del ser hablante, constituyéndose como un
nuevo soporte pulsional.
Por una parte, como destaca Miller, esta nueva realidad plantea
una diversidad infinita de posibilidades, lo que abre a la realización
fantasmática y al tiempo puede producir una cierta procastinación por la
dificultad del sujeto para concluir.
La pantalla exacerba los impulsos y permite la ilusión de completitud por el objeto fantasmático, personalizado y extraíble a su capricho.
La pantalla exacerba los impulsos y permite la ilusión de completitud por el objeto fantasmático, personalizado y extraíble a su capricho.
Un paciente joven, adicto al porno online, justifica así
su compulsión: “la ventaja de hacerlo así –dice- es que nunca tienes problemas,
cuando te ralla apagas y te vuelves a conectar ‘a la carta’”.
Por otro lado, la realidad digital comprime el tiempo y
el espacio produciendo una satisfacción inmediata (es el caso p.e. de las
apuestas online) que los atrapa en una repetición infinita. La diversidad de
escenarios fantasmáticos obliga al sujeto a una actuación permanente y al
tiempo impide la experiencia de vacío que queda taponada por la adicción.
En los
jóvenes yihadistas el sujeto se identifica como servidor del
deseo de Alá y se vuelve agente de la voluntad de muerte. Eso supone el narcisismo
de la causa triunfante, a diferencia de la causa perdida que presupone la
castración. La identificación a esa voluntad, como S1 que orienta al sujeto, parecería
confirmar esa nueva alianza entre la identificación y la pulsión, aquí
agresiva. El cortocircuito del padre es claro y en su lugar está “el Dios Uno y
único, sin dialéctica y sin compromisos”.
Nuestra hipótesis de investigación, siguiendo esta
orientación, es que las pantallas, como nuevo soporte pulsional, promueven
también esa nueva identificación que, en algunos casos y sin ningún ánimo de
generalización, puede conducir al sujeto a una identificación con el objeto
pulsional, en términos de voluntad tanática.
*Extractos de la intervención en la Jornada "Adolescentes ¿sin normas?", organizada por la ELP - Catalunya (27/5/17). Próxima publicación en la revista Freudiana num. 80