Hoy no podemos pensar la subjetividad de los adolescentes
sin tomar en cuenta tres transformaciones claves, todavía en curso, que inciden
en ella y que supone un monto de incertidumbre y angustia considerable, para
los padres, los docentes, los psi y por supuesto para los propios adolescentes..
En primer lugar la que afecta al trabajo, como
significante amo y como polo identificatorio en la construcción de la persona.
La actual precariedad, que no parece vaya a ser pasajera, la crudeza del
vínculo que propone, donde el rendimiento/beneficio es el único valor constata,
como nos han mostrado Sennett, Bauman y otros, que el sujeto es en sí mismo un
objeto consumible y desechable. Si hasta hace unas décadas la promesa del
sacrificio que implicaba la formación y el esfuerzo se traducía en estabilidad
futura y buena vida, hoy el trabajo se asocia más bien a la degradación. Eso incide
ya en la infancia y en la adolescencia donde el saber se ve también afectado
por esa degradación y esa subordinación al rendimiento.
El debate actual sobre el futuro de la educación nos
muestra los intentos desesperados
de los pedagogos para restaurar el valor del
saber cuando su rechazo hace cada vez más síntoma en forma de fracaso escolar,
absentismo (inhibición) o conductas perturbadoras por desatención o
hiperactividad.
La segunda gran transformación está relacionada con la
familia, sus dinámicas y la desorientación en la que se encuentran muchos
padres. El declive de la imago paterna, la horizontalidad de los vínculos, la
soledad de no pocas madres, afecta de lleno la subjetividad de los hijos. Es
por ello que uno de los síntomas de esos impasses es la llamada Violencia
filioparental. a la cual nos referiremos en otro post.
La tercera transformación es la que ha introducido la
tecnología, en su alianza con el capitalismo. La producción en serie de objetos
que ya no sólo amplifican los sentidos, como anticipaba Freud en su momento,
sino que se conectan cada vez más estrechamente con el propio cuerpo, al punto
de empezar a hacer realidad el hibridaje entre el hombre y la máquina (chips
corporales). Ese nuevo territorio, que es la realidad virtual, ya forma parte
de la vida de los adolescentes desde su nacimiento. Y, como ocurre, con las
transformaciones anteriores, empieza también a producir síntomas: parasitismo, compulsiones,
nuevos riesgos. Nos referiremos en otro post a uno que nos parece clave: el
desamparo digital.
Estos tres síntomas, donde a veces predomina la
inhibición, otras veces el parasitismo y en otros casos la actuación nos
invitan a su lectura e interpretación.