Diario Información. Alicante. Viernes 20 de abril de 2018
José Ramón Ubieto presenta esta tarde su último libro «Niñ@s hiper: hiperactivos, hipersexualizados, hiperconectados»
José Ramón Ubieto: «La hiperactividad es la etiqueta
que ponemos a muchos malestares de la infancia y hay un sobrediagnóstico» Héctor fuentes
¿A qué hace referencia
el término «Niños hiper» que da título a su último libro?
Hay un fenómeno que está tomando fuerza en los últimos años y es la
colonización de la infancia por parte de los adultos. Queremos que los niños
estén hipersexualizados, que estén hiperconectados, que sean creativos...
proyectamos valores e ideales de los adultos en ellos. Esto produce una serie
de cambios.
Cuando ganan concursos, bailan o se visten como los adultos eso
refuerza nuestro narcisismo. Pero hay otra parte que no nos gusta, por ejemplo,
cuando unos niños de Jaen sodomizaron a otro, cuando hay 150.000 adolescentes
que apuestan dinero o cuando nos enteramos de que el porno es la vía de
iniciación sexual de niños y adolescentes de entre 12 y 17 años.
¿Cómo podemos encauzar
los padres esta tendencia?
En el tema de las tecnologías, no se trata de demonizarlas, pero hay que
acompañarlos. También hay que recuperar algunas cosas propias de la infancia,
como el juego entre amigos, el que surge del aburrimiento. Hay que rescatar el
aburrimiento y desterrar esa falsa idea de que los niños no deben aburrirse y
para eso los llenamos de objetos. El aburrimiento es el principio de la
solución, porque aburriéndose los niños imaginan e inventan cosas. La
conversación también es importante. Tener momentos en familia para conversar
ayuda a los niños a situarse en el mundo, hace que se sientan escuchados. Todos
hemos sido niños y hemos tenido amigos bordes o una profesora que nos tenía
manía... Solo el hecho de que tus hijos sepan que tú pasaste por lo mismo es
importante.
¿Qué opina del aumento
de casos de hiperactividad que hay en los últimos años?
Hay un sobrediagnóstico que no corresponde a la realidad. Hay muchas
situaciones de agitación e inquietud propias de la infancia y otras que son
situaciones propias de la vida. Si se te muere un abuelo, si tus padres han
emigrado o se han separado... situaciones que provocan una sobreactividad, que
es una respuesta del cuerpo a algo que no va bien. Poner una etiqueta a todas
estas situaciones no tiene sentido. El TDAH es la etiqueta que ponemos a muchos
malestares de la infancia, pero es poco riguroso. Los diagnósticos se han
multiplicado por 30 entre 2000 y 2012.
¿A qué edades se está
diagnosticando?
Antes de 8 a 14 años era la edad de diagnóstico, pero actualmente en EE UU hay
40.000 niños menores de dos años medicados. Es una epidemia. En Norteamérica
hay 3,5 millones de niños tratados. La cosa se ha ido de las manos, pero a
algunos padres y maestros les tranquiliza tener un diagnóstico, así la actitud
de sus hijos o alumnos no depende de si son buenos padres o profesores.
¿Se repite esta
situación con otro tipo de trastornos?
Hay tres situaciones. La primera es la hiperactividad. Hay que pensar además
que la hiperactividad ha crecido en un mundo versátil. Pocos adultos estamos 60
minutos seguidos sentados haciendo lo mismo, ¿por qué lo tienen que hacer los
niños? Tenemos un sistema educativo del siglo XIX y eso no tiene lógica. Cuando
los sistemas educativos introducen la movilidad como un recurso se reduce la
hiperactividad. El aislamiento es otro fenómeno. Cada vez nos concentramos más
en nuestros objetos y nos relacionamos menos con los demás. Ese estado de
aislamiento se nota en un repunte del autismo en la infancia. Otro estado es el
acoso. Los adolescentes viven en acoso permanente por su cuerpo, por dar la
talla... Pero sin embargo, tenemos una pasión por el nombrar. En el libro lo
llamamos la era del «naming». Si no tienes una etiqueta no eres nadie.
¿Se está medicando en
exceso a los niños?
Hay estudios que dicen que un 15% de los menores de dos años han tomado
fármacos para dormir, calmantes. En la mayoría de casos que un niño no duerma
es normal, medicar no es la solución. En el caso del TDAH, en todo el mundo
recomiendan un tratamiento multimodal, combinar educación y psicología y en
último recurso, la medicación. Pero la realidad no es así. Primero se da la
medicación y la ONU ya ha advertido a España que se está abusando con la
medicación para el TDAH.
http://www.diarioinformacion.com/noticias-suscriptor/alicante/2018/04/20/hiperactividad-etiqueta-ponemos-malestares/2011393.html
Hay un fenómeno que está tomando fuerza en los últimos años y es la colonización de la infancia por parte de los adultos. Queremos que los niños estén hipersexualizados, que estén hiperconectados, que sean creativos... proyectamos valores e ideales de los adultos en ellos. Esto produce una serie de cambios.
En el tema de las tecnologías, no se trata de demonizarlas, pero hay que acompañarlos. También hay que recuperar algunas cosas propias de la infancia, como el juego entre amigos, el que surge del aburrimiento. Hay que rescatar el aburrimiento y desterrar esa falsa idea de que los niños no deben aburrirse y para eso los llenamos de objetos. El aburrimiento es el principio de la solución, porque aburriéndose los niños imaginan e inventan cosas. La conversación también es importante. Tener momentos en familia para conversar ayuda a los niños a situarse en el mundo, hace que se sientan escuchados. Todos hemos sido niños y hemos tenido amigos bordes o una profesora que nos tenía manía... Solo el hecho de que tus hijos sepan que tú pasaste por lo mismo es importante.
Hay un sobrediagnóstico que no corresponde a la realidad. Hay muchas situaciones de agitación e inquietud propias de la infancia y otras que son situaciones propias de la vida. Si se te muere un abuelo, si tus padres han emigrado o se han separado... situaciones que provocan una sobreactividad, que es una respuesta del cuerpo a algo que no va bien. Poner una etiqueta a todas estas situaciones no tiene sentido. El TDAH es la etiqueta que ponemos a muchos malestares de la infancia, pero es poco riguroso. Los diagnósticos se han multiplicado por 30 entre 2000 y 2012.
Antes de 8 a 14 años era la edad de diagnóstico, pero actualmente en EE UU hay 40.000 niños menores de dos años medicados. Es una epidemia. En Norteamérica hay 3,5 millones de niños tratados. La cosa se ha ido de las manos, pero a algunos padres y maestros les tranquiliza tener un diagnóstico, así la actitud de sus hijos o alumnos no depende de si son buenos padres o profesores.
Hay tres situaciones. La primera es la hiperactividad. Hay que pensar además que la hiperactividad ha crecido en un mundo versátil. Pocos adultos estamos 60 minutos seguidos sentados haciendo lo mismo, ¿por qué lo tienen que hacer los niños? Tenemos un sistema educativo del siglo XIX y eso no tiene lógica. Cuando los sistemas educativos introducen la movilidad como un recurso se reduce la hiperactividad. El aislamiento es otro fenómeno. Cada vez nos concentramos más en nuestros objetos y nos relacionamos menos con los demás. Ese estado de aislamiento se nota en un repunte del autismo en la infancia. Otro estado es el acoso. Los adolescentes viven en acoso permanente por su cuerpo, por dar la talla... Pero sin embargo, tenemos una pasión por el nombrar. En el libro lo llamamos la era del «naming». Si no tienes una etiqueta no eres nadie.
Hay estudios que dicen que un 15% de los menores de dos años han tomado fármacos para dormir, calmantes. En la mayoría de casos que un niño no duerma es normal, medicar no es la solución. En el caso del TDAH, en todo el mundo recomiendan un tratamiento multimodal, combinar educación y psicología y en último recurso, la medicación. Pero la realidad no es así. Primero se da la medicación y la ONU ya ha advertido a España que se está abusando con la medicación para el TDAH.