Las redes
sociales están llenas de imágenes de niños y niñas, algunas puestas por ellos
mismos y otras muchas expuestas por los progenitores. Sin olvidar millones de
otras, de carácter pornográfico. Lo que más sorprende es que los padres ignoren
muchas veces los riesgos que supone, además de no preservar su intimidad.
¿Ingenuidad,
despiste, negligencia? Quizás hay una razón más poderosa, que desborda a menudo
las intenciones de cada madre o padre. Es el espíritu de la época que nos
empuja, sutilmente, a colonizar la infancia de manera acelerada por la vía de
lo híper como patrón. Los adultos promovemos, cada día más, infancias y
adolescencias hiperactivas, hipersexualizadas,hiperconectadas y al tiempo hipercontroladas.
Si
tradicionalmente se “adoctrinaba” a la infancia en nombre de los ideales, hoy
tratamos, más bien, de imponerles un modo de goce que es el nuestro, el adulto.
Queremos que sean
Con él hemos charlado de este trabajo, pero también de otras cuestiones de interés relacionadas con el bullying o acoso escolar. ¡No te lo pierdas!
¿Qué aporta esta lectura a un tema de actualidad como es el bullying?
Ofrece
una mirada distinta tomando la perspectiva de la significación
psicológica del acoso para todos los participantes (victima, victimario,
testigos y adultos) y poniendo énfasis, en el caso de los adolescentes, del momento vital que atraviesan;
especialmente en el tratamiento que tienen que hacer de su cuerpo -que
se les presenta como algo nuevo y extraño- y que, en cierto modo, los
acosa con sus nuevas sensaciones de carácter sexual. También toma en
cuenta los cambios sociales en lo que afecta a las figuras de autoridad y
al papel creciente de la mirada y la imagen como elementos
omnipresentes, a través de la realidad digital, en las infancias y
adolescencias del siglo XXI.
¿Qué análisis se realiza en el libro del acoso escolar y desde qué perspectiva?
El análisis es interdisciplinar y fruto de una investigación realizada durante un año.
Las hipótesis de trabajo se orientan a la experiencia educativa, social
y clínica de los autores y, en especial, a las aportaciones del
psicoanálisis. La idea es que el acoso es una escena con cuatro
elementos: victima, victimario, testigos y adultos. Cuando los
adolescentes se sienten “acosados” por la pubertad y sus
transformaciones en el cuerpo y en la imagen tienen la tentación de
elegir un chivo expiatorio para que pague por todos.
Manipulando, ninguneando y golpeando el cuerpo del otro creen,
ilusoriamente, que su cuerpo queda a resguardo del acoso. En el caso de
las chicas la forma principal es la marginación, el ninguneo y en los
chicos aparece más el acoso físico.
El acoso es una escena con cuatro elementos: victima, victimario, testigos y adultos
¿Cuál es el perfil del estudiante que adquiere el rol de ‘acosador’? ¿Qué le lleva a desarrollar este comportamiento?
No hay un perfil claro como tampoco de las víctimas. Cualquiera puede ocupar alguno de los lugares que implica la escena del bullying.
De hecho, observamos como a veces –no necesariamente siempre- los
agresores han sido antes víctimas de otras situaciones de abuso
(maltratos, abusos sexuales) e incluso de bullying. Pueden presentar
conductas desafiantes frentes a los padres y los profesores (y adultos
en general); actitudes de desprecio y abuso hacia otros compañeros; bajo
rendimiento académico; no suelen tener mucho buena opinión del ambiente
de la escuela; y, aunque a veces lo escondan, tampoco tienen muy buena
percepción de sí mismos. En el fondo se sienten unos frikis y/o ‘pringaos’ pero hacen un esfuerzo para imputar esta situación a las víctimas. Cuando no son los líderes del acoso, son chicos fácilmente influenciables por otros.
En el caso del estudiante que lo sufre, ¿se puede hablar de una personalidad o forma de ser concreta?
Tampoco. Pareciera
que tener un rasgo de debilidad o de diferencia los hace más
vulnerables y si bien eso es cierto en muchos casos, no siempre funciona
así. Hay niños ‘débiles’ que, por eso mismo, son protegidos
por el grupo sin sufrir acoso e igualmente los hay con diferencias
marcadas que, en lugar de hacerlos vulnerables, los hace dignos de ser
admirados. Su ‘frikismo’ puede ser tomado como algo a imitar. Lo que sí
encontramos como rasgo característico de la víctima es que es alguien
que ante una intimidación no puede responder y queda callado frente al
acoso. Ese no poder responder es lo que los acosadores captan enseguida y
los convierte en víctimas. Las razones de esa inhibición son diversas y
tienen que ver con la historia personal de cada uno y cada una.
¿Están los centros escolares y los docentes preparados para afrontar el acoso escolar? ¿Qué recomendaciones les daría?
Ese no poder responder es lo que los acosadores captan enseguida y los convierte en víctimas
Es
difícil generalizar porque las situaciones son muy diversas. Hay
centros con planes de convivencia y con docentes sensibilizados y
formados, y otros donde se trata de negar la existencia de cualquier
conflicto pensando, vanamente, que así el problema se esfuma. Creo que todos los centros deberían ser conscientes que este problema existe.
La primera recomendación es que se sensibilicen y piensen en el
significado y en el impacto del problema. Una vez hecho esto, hay que
pensar cómo intervenir en términos globales (convivencia), más que de
una manera reactiva, cuando pasa algo. Deben anticiparse a las
dificultades. Y eso requiere también plantearse la participación y la
corresponsabilidad de todos los agentes (alumnos, padres y docentes) ya
que esto no es un asunto de dos (víctima y agresor) sino de toda la
comunidad educativa.
¿Qué herramientas y recursos considera adecuados para poner fin a esta práctica?
Con estos supuestos asegurados no es complicado encontrar mecanismos concretos para definir ese plan de convivencia. Hace
falta sistemas de detección que combinen las tutorías y los espacios
abiertos de conversación con los alumnos, junto a algunos recursos más
anónimos de denuncia: existen buzones, correos electrónicos y apps que permiten esto. Pero lo primero es crear un clima de confianza que permita hablar del tema abiertamente.
También las fórmulas de tutoría entre iguales se han revelado útiles.
Cuando nada de esto funciona queda, lógicamente, el recurso judicial
(denuncia).
¿Hay temor al hablar de bullying?
Sí, hay temor y existe esa falsa idea de que callar sobre un conflicto lo anula.
Temor porque el acoso es una violencia y sobre todo es una crueldad, un
sadismo que nos angustia ya que conecta con lo más íntimo de cada uno
de nosotros. No son conductas psicopáticas propias de personajes
‘monstruosos’ psíquicamente. Cualquiera puede pasar al acto si se dan
las condiciones. Es esa disposición tan general lo que nos produce
temor. Por otra parte, algunos centros temen que hablar de conflictos
ahuyente a las familias de potenciales alumnos y prefieren ocultar los
hechos dejando solos a aquellos más vulnerables.
Por último, un pequeño test. ¿Qué le sugieren las siguientes palabras?
– Adolescencia: Encontrar la salida del túnel que nos lleva de lo infantil a lo adulto superando la extrañeza de un cuerpo nuevo y exigente.
– Violencia: Cuando la palabra no logra traducir las sensaciones y el sujeto se siente desbordado y fracasado.
– Sensibilidad: Saber escucharse a sí mismo y conectar con los deseos, pero también con las dificultades.
– Escuela: La oportunidad de aprender, de jugar, de investigar y de estar con otros con la finalidad última de hacerse mayor.
– Miedo:
Algo que nos alerta de un peligro pero también algo que nos puede
paralizar si no somos capaces de ‘decir’ esa angustia en nuestra lengua,
dándole así una forma aceptable.
La Vanguardia, Parece que a la oreja porque, según informaba The Guardian, un 25% de los adolescentes dueños
de smartphone nunca han realizado una sola llamada. Nada
extraordinario, más bien confirma el modo de “conversación” que tiene
hoy un modelo en expansión: las redes sociales (Facebook, Twitter, Instagram, Whatsapp, ThisCrush) que facilitan un tipo de conversación con algunos rasgos básicos. El principal es que el cuerpo se escabulle produciendo una
pseudointimidad (se puede decir cualquier cosa sin hacerse responsable
de aquello que se dice) y ahorrándose así el compromiso.
El teléfono clásico aún incluía la voz, que es ya un índice
presencial que nos implica y compromete mucho más que el anonimato de un
texto o una imagen sin réplica inmediata, de “viva voz” o “cara a
cara”.Es por eso que esta conversación en línea está llena de.......
¿Quién
no se ha quejado del estrés y la ansiedad que le produce vivir en la ciudad? ¿De la
hiperactividad, que parece ser consustancial a la vida urbana y que se presenta
como la forma actual del malestar del sujeto contemporáneo? La mayoría de las
veces esa queja oculta un afecto clásico y atemporal como es la angustia del
ser humano. Angustia que toma formas diferentes según las épocas y los
discursos que en cada momento definen esos lazos sociales, propios del mundo
urbano.
Los
grandes éxodos de fin de semana, en busca de la paz y de la calma del campo,
dicen mucho de ese malestar, ligado al estrés. Pero no siempre fue así, ya que la
prisa es un fenómeno relativamente reciente, vinculado al nacimiento de las
grandes urbes. En el mundo rural antiguo la prisa no existía, porque la
cadencia del tiempo y la rutina de los hábitos y costumbres la volvían
inexistente. La sorpresa estaba limitada y el marco espaciotemporal fijado de
antemano.
Fue la emigración a la ciudad la que estableció una
novedad importante: las distancias entre los espacios urbanos (trabajo, casa,
ocio) implicaban otro cálculo del tiempo porque desbordaban....LEER TEXTO COMPLETO
“Ser un TDAH” admite hoy muchas lecturas. Para algunos
sustituye el viejo calificativo de “movido o inquieto”. Para otros es la
evidencia misma de una enfermedad, de un trastorno del neurodesarrollo que, si
bien es indemostrable por la ausencia de marcadores claros –lo que no ha
impedido la proliferación de estudios falseados-, su causa última no admite
dudas. Para otros es un significante amo a partir del cual declinar, en su
lengua, un nombre sintomático.
Inicialmente nombraba algo del real que agitaba esos
cuerpos hiperactivos e impulsivos, y se acompañaba de la prescripción de
psicoestimulantes que, curiosamente, se focalizaban sobre todo en las
dificultades de atención.
La denuncia continuada, por parte de profesionales y opinadores,
de la hipermedicación y el sobrediagnóstico, forzaron un cambio de paradigma en
la presentación del trastorno[i].
La identidad TDAH aparecía cada vez más con una connotación negativa, un
estigma que, sin embargo, conservaba algo de la subjetividad en juego
(hiperactivos, impulsivos, despistados).
"Bullying, una falsa salida para los
adolescentes" gana el III Premio Ángel Garma al mejor trabajo de
psicoanálisis
Barcelona,
diciembre de 2017
El psicoanalista y psicólogo clínico José Ramón Ubieto recibió el III Premio
Ángel Garma al mejor trabajo de psicoanálisis por la edición del libro "Bullying,
Una falsa salida para los adolescentes" (Ned Ediciones/2016) convocado
por la Asociación Española de Neuropsiquiatría.
Este libro
trata un tema que sigue cada vez – y por desgracia - más presente en los medios
de comunicación. José Ramón Ubieto y el resto de autores (Lourdes Aramburu,
Ramón Almirall, Lidia Ramírez, Enric Roldán y Francesc Vilà) que escriben
"Bullying, Una falsa salida para los adolescentes"destacan que la
tentación del bullying aparece como una falsa salida en la que manipular el
cuerpo del otro bajo formas diversas (ninguneo, agresión, exclusión, injuria)
les permite poner a resguardo el suyo. Para eso hay que designar un chivo
expiatorio, golpear y destruir esa diferencia que se le imputa a la víctima.
Abordar el acoso implica acompañar a esos jóvenes en su delicado tránsito por
el nuevo mundo que sucede en la adolescencia.
La asociación
Española de Neuropsiquiatría convoca el premio Ángel Garma (que homenajea al
psicoanalista bilbaíno) y pretende ser un
Hace unos días, el
político del PP Xavier Garcia-Albiol proponía “cerrar TV3 y abrir la televisión
con gente normal”, frase que provocó no pocos comentarios y algún que otro
interrogante. ¿Quién es la gente normal, cómo se puede medir esa normalidad y, sobre
todo, existen?
Dejando de lado las
cuestiones políticas más directamente partidistas, de las que otros ya se
ocupan, vale la pena reflexionar sobre ese sintagma, “gente normal”, porque tiene toda su importancia y actualidad.
La “gente normal”
es otra forma de aludir al “hombre de la calle” o al “ciudadano medio”,
recursos retóricos muy usados, por unos y otros, que parecen conferir una
legitimidad y un soporte incontestable al que los usa.¿Quién estaría en contra de la gente normal, gente
de la calle y de matices moderados, el justo medio aristotélico?
Su fuerza está en su aparente “naturalidad”, parece
tan obvio a qué alude que no hace falta justificar su significado. El
psicoanalista Jacques Lacan dudaba de su existencia y,....