¿Por qué se ignoran los riesgos de no preservar la intimidad?
La Vanguardia, 29/01/2018
http://www.lavanguardia.com/edicion-impresa/20180129/44381267436/por-que-se-ignoran-los-riesgos-de-no-preservar-la-intimidad.html
Las redes
sociales están llenas de imágenes de niños y niñas, algunas puestas por ellos
mismos y otras muchas expuestas por los progenitores. Sin olvidar millones de
otras, de carácter pornográfico. Lo que más sorprende es que los padres ignoren
muchas veces los riesgos que supone, además de no preservar su intimidad.
¿Ingenuidad,
despiste, negligencia? Quizás hay una razón más poderosa, que desborda a menudo
las intenciones de cada madre o padre. Es el espíritu de la época que nos
empuja, sutilmente, a colonizar la infancia de manera acelerada por la vía de
lo híper como patrón. Los adultos promovemos, cada día más, infancias y
adolescencias hiperactivas, hipersexualizadas,
hiperconectadas y al tiempo hipercontroladas.
Si
tradicionalmente se “adoctrinaba” a la infancia en nombre de los ideales, hoy
tratamos, más bien, de imponerles un modo de goce que es el nuestro, el adulto.
Queremos que sean
emprendedores, con una identidad sexual clara y precoz,
incluso con posiciones políticas, dominadores de varios idiomas, creativos y
atrevidos para apostar o arriesgarse. Que sean, al mismo tiempo, perfectamente
evaluables en sus resultados. Como corresponde a nuestra “sociedad del
rendimiento”.
Donde antes había
el tabú y los velos del pudor y la vergüenza, hoy aparece la satisfacción como nuestra
brújula a seguir. Goce que debe ser inmediato y que exige poner el
cuerpo y su imagen, mostrarlo en el escapare global que son las redes sociales.
Famosos como Serena Williams, Michael Phelps o Kim Kardashian han creado
perfiles propios para sus hijos, pocos días después de nacer, en la red
Instagram, haciéndose eco de una moda – los bebes instagramers- compartida por
millones de padres y madres en todo el mundo. Algunas de estas cuentas resultan
muy lucrativas para sus progenitores gracias a la publicidad con marcas,
normalmente de productos para bebés. “Todos productores y consumidores” podría
ser el lema que igualase así a adultos y niños, borrando las fronteras entre
unos y otros.
Exponerlos,
masivamente y sin tapujos, es privarles del “secreto” de lo infantil que es
ante todo, como nos mostró Freud, un tiempo para comprender, un tiempo para
hacer (se) preguntas más que para encontrar respuestas definitivas. Momento de
juego y elaboración más que de trabajo productivo. Es también el tiempo en el
que la sexualidad y la muerte se viven, pero necesitan ciertos velos antes de
abordarlas directamente.