martes, 2 de junio de 2015
Nuevo postgrado: ‘Actuación Clínica en Psicoanálisis y Psicopatología’
Inicio: próximo mes de octubre en la Universidad de Barcelona.
El periodo de preinscripción se abre del 15 de junio al 30 de septiembre de 2015. La matrícula se podrá realizar del 1 al 30 de octubre de 2015.
En una época marcada por la crisis de y por los manuales diagnósticos como el DSM, protocolos, evaluaciones, y una deriva cientificista – y poco científica – que hace perder a la psiquiatría tanto la lógica deductiva como la disciplina de la observación del fenómeno que constituyó su nervio: ¿Qué orientación en la clínica? El psicoanálisis siempre tuvo con la psiquiatría una relación de subversión.
Relación en todo caso fructífera, ya que es en el mismo debate donde mejor se pone de relieve el real que orientó a Jacques Lacan desde el principio y que tiene en la experiencia de la psicosis su piedra de toque. Llevamos ahora este debate mismo a la universidad. Se trata de formar a nuevas generaciones en esa experiencia y en la de la clínica en general, a partir de la cual el psicoanálisis encontró siempre su especificidad, en cada época, en condiciones distintas.
Entre la necesidad clasificatoria de la psiquiatría y la promoción de la singularidad del síntoma de cada sujeto se produce una tensión que a todos enseña. Con estas premisas, proponemos este programa como una brújula con la que licenciados en distintas disciplinas en el ámbito de la salud mental puedan orientarse en la variada y confusa cartografía de la clínica contemporánea.
Este postgrado propone una formación en un grupo reducido (menos de 15 inscritos), y pondrá el acento en prácticas en dispositivos e instituciones de salud mental. El programa docente se orienta en tres ejes temáticos:
I) Psicopatología aplicada II) Clínica Psicoanalítica y III) Genealogía de la enfermedad mental.
Ofrece tutorías personalizadas, además del acceso a realizar prácticas en reconocidas instituciones de salud mental en Barcelona y alrededores. En la página web del postgrado podréis conocer todos los detalles. www.actuacionclinicaub.com.
Más información: info@actuacionclinicaub.com
Dirección: Josep Batista Trobalón (decano de la facultad de psicología de la Universidad de Barcelona), Héctor García. Equipo docente: Adolfo Jarne (UB y COPC), Guillem Homet, José Ramón Ubieto, Enric Berenguer, Claudia González, Oriol Alonso Cano e Iván Sánchez-Moreno. Docentes invitados (se irán ampliando a medida que avance el curso): Miquel Bassols, Francesc Vilà.
miércoles, 20 de mayo de 2015
El odio de sí mismo: factor de la política
Desde hace unos meses asistimos a un baile de sondeos y
encuestas pre-electorales que desconciertan por sus variaciones. Cuando parecía
que un partido emergente, con promesas de cambio, estaba a punto de tomar el
poder, cede el relevo a otro, que también promete transformaciones. Lo mismo
parece ocurrir con las reivindicaciones soberanistas cuyo respaldo popular sube
y baja según los meses y las consultas. Y, por supuesto, nadie descarta que los
resultados finales dejen bien parados, o al menos les preserven un lugar, a los
partidos tradicionales.
¿Cómo interpretar estos cambios bruscos en las
preferencias populares (manifestadas en sondeos de opinión )? ¿ Quizás tienen
que ver con la mezcla de desafección popular hacia los políticos, la crisis
profunda de confianza y las incertidumbres sobre nuestro futuro? No es fácil
tener hoy una prospectiva certera sobre el impacto diferido de esta crisis.
Es por ello que los mensajes más líquidos, aquellos que
parecen servir para todo y para nada, promesas de cambio, vagas por la ausencia
de esa clarividencia futura, o aquellos que prometen lo que no han hecho hasta
ahora, están sujetos a la variabilidad constante. La obediencia y lealtad a un
partido o a un líder depende siempre de la creencia en él y hoy esa creencia
cotiza cara.
Por eso algunos han optado, y
otros parecen seguir los pasos a medida que se acaba la campaña, por
radicalizar el mensaje, solidificar las metáforas en juego. Ya no se trata de
vaguedades que fluyen sino de dardos directos al hueso de la res política y de
la affecto societatis. La limpieza
que prometen algunos funciona bien como “metáfora light del fascismo
posmoderno” en expresión del psicoanalista Enric Berenguer (http://enricberenguer.blogspot.com.es/).
Freud se refería al odio de sí
mismo como el resorte futuro del racismo y la xenofobia. Cada uno de nosotros
tiene una parte de sí que no le gusta y rechaza situándola fuera, en el
exterior. Es por ello que los niños aprenden antes el no que el sí, que no
dudan en culpar al semejante de su propio acto. Los adolescentes saben bien
también cuando acusar a los padres de su propia inhibición o cobardía ante la
vida y por supuesto los adultos somos maestros en practicar la teoría neurótica
de la culpa (siempre es del otro).
Cuando esa realidad psíquica,
“baja pasión” presente en cada ser hablante, se instrumentaliza políticamente
produce los monstruos colectivos que hemos conocido ampliamente en el siglo XX
y en lo que llevamos del XXI. El odio de sí mismo no se cura solo, alimenta el
miedo que nutre las políticas segregativas, dibujando ese paisaje idílico de
armonía e higiene social. El odio de sí mismo requiere un trabajo de cada uno
para subjetivarlo y darle otro destino menos destructivo, más sublimatorio.
Colectivamente ese odio, fundamento de muchos lazos sociales, necesita de un
tratamiento efectivo del real en juego: la pobreza, el desamparo y la
precariedad de tantas vidas en crisis.
lunes, 27 de abril de 2015
¿Nuevos modelos de masculinidad y feminidad?
Jornadas “Familias del Siglo XXI. Transformarseomorir#”
CIIMU. Abril’2015
La mesa que iniciamos la planteamos como una pregunta a explorar para la
que no tenemos una respuesta concluyente. No sabemos bien si hay novedades en
esta cuestión y si las hubiera ¿cuales?
Parece claro que pensar en las formas que toman hoy la masculinidad y la feminidad
implica leer la época o lo que es lo mismo buscar una interpretación del
impacto de la crisis en la que vivimos.
Crisis más profunda que la económica y que alcanza también lo laboral, lo
social, lo familiar y las relaciones sexuales por supuesto.
Lacan en su escrito de 1962 sobre la sexualidad femenina decía que “las imágenes
y símbolos en la mujer no podrían aislarse de las imágenes y de los símbolos de
la mujer”. Sería extraño pues pensar en los semblantes sexuales al margen del
discurso de época.
Por eso nos conviene tener una lectura de esta crisis de época útil para
interpretarla. La novedad que aporta esta crisis es pensarla como una
consecuencia de un proceso de des-regulación iniciado en los años 70 y que
ahora muestra la vertiente más entrópica.
Hoy constatamos como los mecanismos de regulación tradicionales que
constituían el soporte, la matriz de la construcción identitaria, ya no se
ajustan a las normas tradicionales, modelos bien analizados por Freud en su
teoría edípica y encarnados en las formas clásicas de la familia conyugal. Hoy hay algo que se sale del frame,
del marco tradicional. Lo simbólico ya no es lo que era.
Por otra parte, las novedades que nos ha traído la hipermodernidad, con su
apología del individualismo, del yo y del cuerpo emocionado y autogestionado, no
parece ofrecer un marco simbólico sólido para las nuevas identidades.
Las marcas en el cuerpo, la corporización actual, no dan para diferenciar y
sostener los cuerpos y las identidades sexuales. Son marcas unisex. Tampoco los
“usos” del cuerpo vinculados al ejercicio físico, la cirugía estética, los
consumos o las prácticas sexuales.
En todos ellos resalta el imperativo de obtener la máxima satisfacción en
nuestra vida cotidiana con cualquier cosa que hagamos. Goce que aun siendo
diverso en sus formas resulta homogéneo en su empuje: lo fálico –como lógica
del tener objetos, contables y calculables, programables, seguros y fáciles-
parece imponerse para ellos y ellas. Toda la erótica digital parece funcionar
en ese paradigma.
Apps como Tinder, webs como Adoptauntio y otras
muchas proponen una relación entre los sexos y una identidad masculina/femenina
basada en la contabilidad, la seguridad y la accesibilidad. No parece, sin
embargo, que el sexo easy garantice
la armonía sexual y evite las quejas de unos y otras.
Como nuestro tiempo es el de las paradojas, al tiempo que se impone este
funcionamiento, se renuevan también modelos fundamentalistas y parecen surgir
otros más inspirados en cierta feminización del mundo donde prima más el reconocimiento de la falta, la
sorpresa y una lógica menos calculada y calculable. Un funcionamiento que
parecería propicia más el encuentro con la alteridad que implica siempre el
otro sexo, abierto al otro.
El fragmento de película que hemos visto, Una pistola en cada mano, de Cesc Gay (2012) nos muestra
algo de esos dos funcionamientos diferenciados y algunos movimientos sociales
recientes también parecen incluir algo de esa nueva manera de hacer.
Esta pregunta por cómo incluir lo femenino entendido como lo altero vale
para hombres y mujeres. También las mujeres deben hacer con esa extrañeza si no
quieren reducirse a una lógica fálica, como podría ocurrir con el aumento
reciente de las maternidades como sustitutos, para algunas mujeres, de la
pareja. La maternidad, cuando se vive como posesión del hijo, puede ser una
manera de velar la condición femenina.
¿No estaremos pues asistiendo a una crisis de lo Mismo? ¿a una crisis de este funcionamiento fálico
homogeneizante que produce abulia, aburrimiento, depresión y de allí la compulsión
(consumo de porno)?
¿Cómo responden a esto ellos y ellas? ¿Replican viejos modelos clonando
formulas o hay novedades reales? ¿en qué sentido serían nuevas? ¿hoy escuchamos
nuevos relatos sobre la pasión amorosa?
miércoles, 22 de abril de 2015
La trama de un acto
La Vanguardia. Miércoles 22 de abril de 2015
El fenómeno del School
Killer es típicamente norteamericano.
Dos ingredientes se conjugan allí para favorecer estos hechos. Por una parte la
existencia, en los protagonistas, de algún sufrimiento mental, muchas veces no
diagnosticado previamente, que eclosiona en la adolescencia bajo la forma de un
brote psicótico con pasaje al acto, primero homicida y, a veces, después suicida.
El otro ingrediente es el acceso fácil a la tenencia de armas por
parte de la población civil, hecho que está en la raíz misma de la creación y
sostenimiento de esa sociedad.
No
es el caso europeo ni español y eso explica algunas especificidades como el
tipo de armas utilizado. Lo que no parece diferenciarse mucho son los motivos
particulares, generalmente asociados a la existencia de un trastorno delirante.
Adolescentes que dicen oír voces que les impulsan al pasaje al acto homicida. Si
bien podemos encontrar previamente algunos signos que cobran valor a posteriori
(amenazas, actos bizarros), el acto como tal es imprevisible.
No
es una acción impulsiva, reactiva a una provocación, sino una trama mental que
va tomando cuerpo y obedece a una lógica que el propio adolescente desconoce y
se le impone como una misión. Esa trama puede llevar un tiempo elaborándose
hasta que algo desencadena el acto.
El
trabajo a hacer con los alumnos y familiares debe ir en el sentido de poner
palabras al sinsentido de esa violencia, sin olvidar a éste muchacho, causante
de la tragedia. Para él, y para sus padres, se abre también un tiempo para
comprender algo de ese acto que lo ha desbordado psíquicamente y cuyas
consecuencias lo marcarán de manera decisiva.
Para
la comunidad educativa y la sociedad se trata de no caer en la tentación del
pánico y negar ese carácter impredecible del sujeto humano. Eso nos llevaría a
una búsqueda delirante del riesgo cero, a medidas de control inútiles y
perjudiciales para los propios niños y adolescentes. Como el carné de comportamiento del entonces
(2005) ministro del interior francés Sarkozy, o a un aumento de la ya creciente
medicalización de la infancia.
La mejor prevención es encontrar las fórmulas
para conversar con los adolescentes, hacernos sus interlocutores y darles
también un testimonio de nuestro propio recorrido vital. No dejarlos solos
frente a sus inquietudes.
José R. Ubieto. Co-autor de “Violencia en las escuelas”
miércoles, 25 de marzo de 2015
El trauma de lo imprevisto
La Vanguardia. Internacional. Miércoles, 25 de març de
2015
La muerte de un ser querido implica siempre
una pérdida dolorosa y requiere de un duelo posterior. Cuando esa pérdida es
anunciada por signos previos de enfermedad o envejecimiento, ese duelo se
realiza con antelación y eso permite a cada uno hacerse poco a poco a esa
ausencia. Lo cotidiano incluye ya ese vacío y muchas actividades se realizan
sin esa persona, enferma o incapacitada.
Lo verdaderamente traumático es cuando surge el
acontecimiento imprevisto y la pérdida se produce bruscamente como es el caso
de la catástrofe aérea. Aquí además se trata de una filial de una de las
aerolíneas de mayor prestigio. Nadie espera que eso ocurra y por tanto el
sentimiento de alerta, que podría estar activado en otras circunstancias, aquí
no nos previene de lo imprevisto.
Cada familia, cada persona vinculada a alguna
de las víctimas del accidente, tendrá que enfrentar el sinsentido más brutal de
este suceso. Lo traumático, decía Lacan, es esa ausencia de sentido, es lo real
cuando se presenta bruscamente y en su estado puro: sin palabras que expliquen
lo que no tiene sentido.
La perplejidad es la primera reacción
subjetiva ante la irrupción de un acontecimiento traumático, sea un accidente, una
catástrofe o una pérdida brusca (muerte, ruptura). A partir de allí el sujeto
inventa significaciones para tratar de explicarse lo sucedido y recuperar su locus control: se buscan culpables,
antecedentes, teorías que justifiquen lo sucedido y nos proporcionen alguna
orientación para seguir viviendo.
Hoy, en la sociedad del riesgo, lo traumático
adquiere nuevas formas y empieza a ser también aquello que emerge fuera de la
programación, de manera imprevista, aquello con lo que no contábamos. Y no lo
hacíamos porque en nuestra sociedad, organizada a partir del dominio de la
ciencia y las nuevas tecnologías, todo parece previsible y calculable.
Colectivamente, y particularmente, buscaremos
en los próximos días explicaciones para ese vacío de sentido. Explicaciones
técnicas, meteorológicas, de posibles fallos humanos o atentados terroristas.
Para las familias explicaciones sobre las razones concretas de ese viaje, sobre
las alternativas posibles que no se dieron, tratando de volver al momento antes
del accidente. En cualquier caso ninguna de ellas logrará taponar el enorme
agujero que se ha producido en la vida de muchas personas.
Hará falta un tiempo para hacerse a esa
ausencia, un tiempo para que cada uno reconozca en sí lo que ha perdido,
aquello que ya nunca más será para ese ser querido y aquello que esa persona le
aportaba y que muchas veces sólo la pérdida real permite reconocer. No será un
tiempo corto y sin angustia. Dependerá
también mucho de los duelos aplazados que cada uno tenga. En la vida a veces no
registramos, afectivamente, las pérdidas. Evitamos el duelo y lo reemplazamos
por sustitutos: otros embarazos cuando se pierde un hijo, nuevas parejas tras
una ruptura, hiperactividad profesional tras un fracaso laboral. Esos duelos no
realizados se reactivan cuando surge una nueva pérdida y es entonces, a
posteriori, cuando el dolor silenciado toma cuerpo de diferentes maneras.
Tras una tragedia como la de los Alpes, cada
uno de los afectados habrá aprendido, de la manera más radical, que lo
imprevisto forma parte de la vida y que la fragilidad del ser humano es que en
un instante puede perder aquello que más quiere, que en la vida no existe la
garantía ni el riesgo cero.
miércoles, 18 de marzo de 2015
TDAH. Cuerpos agitados y desatentos: ¿sujetos mudos?
TDAH – Corps agités et inattentifs : sujets muets ? Lacan Quotidien n° 48710 mars 2015
http://www.lacanquotidien.fr/blog/2015/03/lacan-quotidien-n-487-tdhas-par-d-roy-tdah-par-j-r-ubieto-des-subjectivites-contemporaines-du-pere-en-majeste-au-pere-pluralise-par-c-lacaze-paule-les-ban-lieux-par-c-sire/
El
Dr. Conners, psicólogo y profesor emérito de la Universidad de Duke y uno de
los investigadores y clínicos del TDAH más reconocido mundialmente, señaló
recientemente, en una entrevista para el New York Times, que el número de niños
diagnosticados con TDAH se había elevado a 3,5 millones (600.000 detectados en
1990)[1]. Él mismo calificó estas cifras de “un desastre nacional
de proporciones peligrosas”, y añadió diversas consideraciones en su blog[2]. El trastorno es ahora, en Estados Unidos, el segundo
diagnóstico más frecuente a largo plazo realizado en niños, muy cerca ya del
asma.
En
Europa, España es el país donde más aumentan los diagnósticos de TDAH y la
prescripción de psicoestimulantes. Todo ello contrastaba con las bajas cifras
en algún otro país como Francia. El informe de la Haute Autorité de Santé
(HAS) hecho público el pasado 13 de
febrero, en el que anima a los médicos a detectar y diagnosticar el TDAH, ha
supuesto un cambio en el status quo.
Ya no hay más la excepción francesa.
Claro que a lo mejor llega algo tarde puesto que hoy
sabemos que ya hay una nueva etiqueta para incluir aquellos trastornos que el
TDAH no incluye por no presentar los signos correspondientes de Hiperactividad.
Se llama TLC: Tempo Cognitivo Lento (Sluggish Cognitive Tempo) y cuenta
ya con más de dos millones de niños estadounidenses diagnosticados y medicados
con atomoxetina y psicoestimulantes[3].
Todo ello sin olvidar las cifras en aumento del otro gran cuadro psicopatológico
infantil: el Trastorno Bipolar Infantil (TBI) que ha hecho el camino inverso
del TDAH. Ha pasado del adulto (Trastorno Bipolar) al niño.
Todo
síntoma tiene su envoltorio formal ligado a las condiciones discursivas e
históricas en las que toma cuerpo. La categoría TDAH se configura así como una
“clase” capaz de “fabricar mundos” en el sentido que da a este término el
filósofo y lógico Nelson Goodman. Para él una clase, definida a partir de los
miembros que incluye y de sus rasgos comunes, tiene la capacidad de
reconfigurar nuestro pasado, definir el presente y anticipar el futuro. En ese
sentido crea un nuevo mundo a partir de la clase misma. Es por eso por lo que
el TDAH tiene hoy, más allá de su uso clasificatorio en psicopatología, el poder
de nombrar el malestar en la infancia y la adolescencia, y ahora también en
los adultos.
Estamos de
acuerdo en que los aprendizajes hoy hacen síntoma para muchos niños/as y
adolescentes. Y que la lectura de ese síntoma no puede reducirse a unas
estadísticas ni a la invención de nuevas etiquetas que recojan los restos de
las anteriores ni tampoco al uso generalizado y al abuso de la medicación.
Por lo que se refiere a nuestro país, en el Informe
del año 2010 del Comité de Derechos del Niño, organismo de Naciones
Unidas que vela por la aplicación de la Convención sobre Derechos del Niño, y
en las recomendaciones dirigidas al Estado español, en el apartado de “Salud y
acceso a servicios sanitarios” ya se advertía textualmente:
“El Comité expresa también su preocupación por la
información que indica un aumento, en un período corto, en la prescripción de
psicoestimulantes a niños diagnosticados con un trastorno por déficit de atención
e hiperactividad (TDAH). El Comité recomienda al Estado parte que examine con
detenimiento el fenómeno de la prescripción excesiva de medicamentos a los
niños y adopte iniciativas para proporcionar a los niños diagnosticados con un
TDAH y otros trastornos del comportamiento, así como a sus padres, madres y
maestros, acceso a una amplia gama de medidas y tratamientos educativos y
psicológicos”[4].“
Jacques Lacan nos recordaba que “Yo hablo con mi cuerpo, y eso sin saberlo.
Digo pues siempre más de lo que sé” y Jacques Alain Miller, a propósito de ese cuerpo hablante
señalaba: “Ese cuerpo no habla sino que
goza en silencio, ese silencio que Freud atribuía a las pulsiones; pero sin
embargo es con ese cuerpo con el que se habla, a partir de ese goce fijado de
una vez por todas.”
Esta es, pues, la
cuestión que nos importa, más allá de las discusiones nominalistas o
etiológicas: ¿sabremos leer esos cuerpos agitados y/o indolentes que hablan de
un malestar que interfiere en sus aprendizajes tomándolos como interlocutores?
¿O por el contrario vamos a reducirlos a cuerpos deficitarios que exigen
correcciones bioquímicas o conductuales sin escuchar el sufrimiento subjetivo
que implican? ¿Cómo entender las formas, particulares a cada uno, para agitarse
o desatender a sus profesores? ¿No estamos –como padres, docentes o clínicos-
convocados a este malestar y a su abordaje? ¿De que podemos hacernos
responsables (responder de) cuando está en juego la relación de un sujeto al
saber y a su cuerpo?
[1]
http://www.nytimes.com/2013/04/01/health/more-diagnoses-of-hyperactivity-causing-concern.html?_r=1&.
[2] ADHD World:
http://adhd-world.blogspot.com.es
[3]
http://www.nytimes.com/2014/04/12/health/idea-of-new-attention-disorder-spurs-research-and-debate.html?_r=0
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