La Vanguardia. Tendencias. Viernes 13 de noviembre de 2015-11-13
Un
filicidio es siempre un acto en parte incomprensible. Con causas múltiples y
diversas pero cuyo sentido último se nos escapa. ¿Qué podría empujar a una
madre a un acto tan brutal?. Nadie que no ha llegado a un punto límite de
desesperación hace un pasaje al acto similar.
La práctica
clínica nos enseña tres causas posibles. En ocasiones se trata de una
idea delirante que toma la forma de una certeza que no admite vacilación
alguna. La persona siente que tiene que pasar al acto y esa misión debe
realizarse. No es necesario compartir con su entorno esa idea. Muchas veces
permanece latente hasta su realización aunque la trama de esa tesis delirante
pueda acompañarse de crisis y de signos de inestabilidad psicológica
En
otras ocasiones se trata de un “homicidio compasivo” previo a un suicidio de la
madre. La situación de precariedad extrema de algunas mujeres puede empujarles,
como hemos visto en algunos casos recientes, a dar ese paso.
La
tercera causa toma su referente literario en Medea que había hecho de todo por
amor a Jasón, su marido, incluso traicionar a su padre y a su país. Cuando éste
le comunica su intención de casarse con la hija de Creón, Medea -que ama
profundamente a sus hijos- los mata en venganza. Su fin no es otro que causarle
dolor, aún a costa del suyo propio como madre. El caso de la mujer boliviana
que mató a sus dos hijos hace poco más de dos años, es una muestra