LA VANGUARDIA, Tendencias. Sábado, 14 de diciembre de
2013
Para muchos varones la crisis actual ha supuesto la
pérdida de su rol de sustentadores principales de la familia y los ha
confrontado a diversos interrogantes sobre su condición de homo faber, que ha dejado de controlar su entorno al verse privado
de su capital principal. Estudios recientes
confirman el aumento de problemas de salud mental referentes a cuadros
depresivos, ansiedad o consumo de alcohol que afectaría principalmente al
colectivo de personas en paro.
Estos “hombres al sol” nos hablan de sus sentimientos de soledad y de
impotencia, asociados a crisis en las relaciones de pareja y al hecho de
sentirse desautorizados como padres a causa de su improductividad. Sentimientos
de inutilidad que nos confirman
que hoy la obsolencia programada no afecta sólo a los objetos, también a las
personas que son evacuadas como desperdicios, resto que queda afuera del
sistema productivo.
Ellos constituyen el nuevo real social, la llamada
nueva pobreza. Ya no son el ejército de reserva tradicional que, aunque en
precario, formaban parte del sistema, ahora se perciben claramente fuera de
juego. “Vivo la vida por anticipado” es la manera que tiene C. de explicar cómo
su existencia depende del crédito mensual de su tarjeta.
Buscar respuestas a estas crisis de ocupación, de pareja y de parentalidad
implica partir de sus potencialidades y deseos para transformar eso que se
presenta como un conflicto en una solución que incluya al otro -pareja, hijos,
profesionales de apoyo- generando y compartiendo ideas juntos (Sennett).
Un taller concebido como un lugar de
encuentro y de palabra, donde cada uno con sus herramientas construye una nueva
manera de estar y de hacer, es una oportunidad para exponer esas “invenciones”,
compartirlas con otros hombres y resignificar así su nuevo rol como padres y
hombres.
Hablar, por ejemplo, de ese sentimiento recurrente de infantilización que
experimentan en relación a sus parejas: “nos tratan como niños y supervisan
todo lo que hacemos mal en casa y con los hijos”. Hablarlo para salirse de esa
posición infantil y permitir con la pareja otro vínculo que no sea de
maternaje, y que ponga en juego el deseo, eso que para cada uno, hombre y
mujer, está más allá de los cuidados. O pensar juntos en el significado actual
de la función paterna, evitando tanto la nostalgia de la autoridad ideal que
nunca existió como las tiranías del consumo que hacen del padre-proveedor un
anestésico para el malestar infantojuvenil.
“Encontrar
apoyo moral, psicológico, profundizar en cómo está cada uno, habernos conocido,
sacarse el susto de la crisis, rebajar la tensión en casa, mejorar las
relaciones de pareja, sentirte acompañado con otros, tener más potencia para
buscar trabajo,..” valoraciones que reflejan cómo este tipo de iniciativas,
cada vez más frecuentes, son una respuesta necesaria para devolver a estos
“sujetos desahuciados” el valor y la dignidad que les corresponde y de la que
se sienten despojados a causa del paro y de las amenazas de ruina y exclusión.